Un Precio Que Pagar

Capítulo 12

«Sin ti en mis brazos, siento el vacío en mi alma. Me encuentro buscando tu cara en las multitudes. Sé que es imposible, pero no lo puedo evitar.»

Anónimo.

 

Mazunte, Oaxaca, México.

Retornaron ya entrada la tarde en la casa de los padres de Charlotte y nada más al acercarse a la casa supieron que algo no andaba bien.

—Amor... —la preocupación inundó la voz de Charlotte al ver la ambulancia estacionada frente a la casa.

Mateo frenó el auto con rapidez y se apuró a acunar las mejillas de ella entre sus manos, atrapó su mirada transmitiéndole todo su apoyo y cariño.

—Todo estará bien, amor. Sé fuerte aquí me tienes y no te dejaré sola ni un instante, sea lo que sea lo enfrentaremos juntos.

Charlotte suspiró profundamente y asintió.

Mateo bajó del vehículo y lo rodeó para abrir la puerta de ella. Entrelazaron sus manos y juntos, ingresaron a la casa.

De inmediato los abrumó la conmoción que se vivía dentro. Enfermeros y asistentes de salud se desplazaban raudos por la casa en dirección a la habitación de Naná.

Charlotte sintió el peso de la angustia caer con fuerza sobre su cuerpo, oprimiendo por completo su corazón.

Sin soltar el agarre de Mateo, tiró de su mano arrastrándolo tras ella en una carrera precipitada.

En cuanto ingresaron por el umbral confirmaron la gravedad de la situación.

Naná yacía rodeada de auxiliares de salud que la trasladaban a la camilla. Su cuerpo ya parecía estar vestido de sondas y máquinas de monitoreo.

Los padres de Charlotte lloraban en silencio, reflejando en agobio y la impotencia en sus miradas. En cuanto los vieron ingresar a la habitación, se acercaron a ellos de manera rauda. Mateo aprovechó la presencia de ellos junto a su chica, para ir a constatar el real estado de Naná.

—Ella... estuvo como siempre, en su estado normal durante el día, pero durante la tarde todo se complicó, entró en crisis su corazón... —las palabras de Carmen fueron interrumpidas por su propio llanto inconsolable.

Roberto acarició los hombros de su esposa, intentando calmar su pesar.

—Lo sentimos mucho, hija —su aguada mirada decayó en Charlotte— Naná está realmente en estado crítico. Ahora la llevaremos al hospital de urgencia y luego determinaremos si hay que trasladarla a otro lugar.

—Hay que llevarla a la mejor clínica, no escatimemos gastos yo me encargo de todo, pero debemos llevarla al mejor lugar ahora que...

—No tenemos tiempo para eso, amor —Mateo se les unió aferrando la cintura de Charlotte entre sus brazos para brindarle contención— La mejor clínica de la zona está demasiado retirada de aquí, ya revisé a Naná y requiere estabilización urgente, lo mejor será llevarla al hospital y ya luego de estabilizarla, evaluamos qué hacer.

Charlotte comprendió que tanto él como su padre tenían razón y con rapidez se emprendieron la marcha.

 

Charlotte comprendió que tanto él como su padre tenían razón y con rapidez se emprendieron la marcha



San Pedro Pochutla, Oaxaca, México.

Los segundos, minutos y horas transcurrieron con una lentitud abismante. Charlotte se paseaba como león enjaulado, en la sala de espera.

El pesar se había adueñado de ella y ninguna palabra expresada por sus seres amados lograba entregarle un real consuelo.

Era consciente que Mateo estaba en ese instante colaborando en la estabilización de Naná, pero por Dios que le hacía falta su compañía.

La angustia avanzaba con cada segundo que transcurría y luego de un tiempo indefinido, el equipo médico hizo aparición.

Charlotte tragó saliva intentando disipar el gigantesco nudo que se atoraba en su garganta, sin éxito alguno.

Solo bastó ver los hombros caídos de Mateo y la expresión derrotada de su mirada, para comprender que habían perdido la guerra.

—¿Ella está... muerta? —El llanto de Carmen impedía la fluidez en sus palabras.

—Ya no hay nada que podamos hacer, le quedan sus últimos minutos —Mateo abrazó a Charlotte quien se derrumbó entre sus brazos ahogada en lágrimas —Ven a despedirte, mi amor... Debes ser fuerte.

—No... no puedo —Charlotte se retorció del dolor en los brazos de Mateo, al ver cómo sus padres ingresaban a la habitación que albergaba los últimos instantes de su amada abuela.

—Si puedes, sabes que Naná desearía despedirse de ti, yo estaré contigo cada segundo, lo prometo.

Charlotte se colgó al cuello de su chico, sin quitar la mirada del umbral que le arrebataba a ese ser tan especial para ella.

No supo exactamente si transcurrieron segundos o quizás fueron minutos, cuando vio salir a través de ese umbral a Carmen siendo sostenida por Roberto.

—Ven, es nuestro turno —Mateo con suavidad la llevó a la habitación.

Charlotte se sintió arrastrar, pues sus piernas no le respondían. Ver a Naná en tal estado fue un golpe tan duro a su corazón que por un momento se sintió desvanecer. No obstante, Mateo fiel a su promesa la sostuvo con amor y firmeza, sin permitir que se sintiera sola.

Fue su compañía la que le brindó la fuerza que necesitaba para terminar el tortuoso recorrido que la acercaba por última vez a su Naná.

Las lágrimas que descendían sin tregua por sus ojos y bañaban su rostro, no le impidieron observarla con atención, memorizando sus facciones y su aroma.

Se deslizó a su costado hasta aferrar su mano, inclinándose con sumo cuidado contra la anciana hasta depositar un largo beso en su frente.




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