Un Precio Que Pagar

Capítulo 13

"Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo".

Jorge Luis Borges.
 

 

Mazunte, Oaxaca, México.

Charlotte se deslizó con sigilo desde su habitación hasta la que había sido, hace nada más unos días, la habitación que albergaba a Naná.

Tras incontables vueltas en su cama y sin poder conciliar el sueño, finalmente cedió a la ansiedad que fluía a borbotones de su interior y se desplazó con rapidez.

En cuánto alcanzó el umbral, barrió con su mirada toda la extensión que la rodeaba, sintiendo una punzada que oprimió con precisión su corazón, al sentir la ausencia de ella.

«Naná, cuánta falta me haces.» pensó con pesar mientras permitía que sus pisadas la acercaran a la cama.

Su mano derecha se extendió con lentitud en dirección al mullido edredón y sus dedos lo recorrieron tomándose su tiempo. Se sentó para luego recostarse de lado, apoyando su nariz sobre la esponjosa y suave almohada. El aroma de Naná aún perduraba impregnado en toda la cama y el sutil pero dulce perfume que aún se desprendía, la arrulló poco a poco hasta finalmente, hacerla ceder, rendida ante el cansancio y el llanto.
 

—¿Café? —La voz de Carmen interrumpió sus pensamientos y en uninstante posó una humeante y aromática taza de café recién preparado entre lasmanos de Charlotte— Sin crema y con endulzante, tal como te gusta



—¿Café? —La voz de Carmen interrumpió sus pensamientos y en uninstante posó una humeante y aromática taza de café recién preparado entre lasmanos de Charlotte— Sin crema y con endulzante, tal como te gusta.

Charlotte le dedicó una mirada con gratitud, bebiendo del delicioso y caliente líquido que de inmediato la reconfortó.

— Gracias, mamá. Es precisamente lo que necesitaba... A veces siento que nunca se irá este dolor —llevó su mano disponible a su corazón y la apoyó allí con sus ojos húmedos.

Carmen dejó de inmediato su taza de café y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos.

Charlotte suspiró y finalmente desistió de luchar contra las lágrimas, dejándolas fluir de manera libre.

Deseó fundirse en ese abrazo por tiempo eterno. Pero sabía que Mateo pronto llegaría por ella y aún no se había maquillado siquiera.

Aflojó el abrazo, llevando sus palmas a sus mejillas húmedas, arrastrando toda la humedad hasta disiparla.

—Bueno, será mejor que vaya a alistarme, no luzco apropiada ni en mi mejor momento para mi novio, tengo que solucionarlo.

—Créeme que para Mateo eres la mujer más hermosa en el planeta, aun cuando no uses ni una gota de maquillaje. Además, mostrarte real y vulnerable frente a él solo es una muestra de lo real que eres, llena de sentimientos y emociones como cada mortal.

Charlotte reflexionó en sus palabras sin desprender su mirada de la de Carmen. Y vaya que tenía razón. Mateo realmente demostraba cada día amarla de una manera completa e incondicional, un amor maduro y entregado, más allá de las apariencias.

Sonrió al percatarse de cuánto había cambiado su vida en el último tiempo.

Para su versión anterior, hubiese sido inaceptable salir con un novio o interés amoroso sin estar exquisitamente vestida o maquillada. Y aquí estaba ahora, optando por aplicar un sencillo labial y rímel de pestañas, como único maquillaje dándole una apariencia totalmente natural. Cómo vestimenta optó por mantener los jeans y la blusa que traía puesta.

Haciendo honor a su puntualidad, Mateo llegó antes de tiempo, dedicándole una innegable mirada de devoción que le confirmó una vez más lo amada que era por él.

Carmen los observó con una sonrisa cómplice y radiante, antes de marcharse por pies, otorgándoles privacidad.

En un instante, Charlotte fue atrapada entre sus brazos, mientras sus labios reclamaron los suyos con avidez.

¡Dios bendito!

Sus labios le daban vida y sus besos le regresaban el aliento.

Perdió la noción del tiempo y del espacio cuando él rodeó su nuca con una mano enterrando sus dedos entre las sedosas hebras de su cabello y la atrajo profundizando aún más el beso, despojándose de su alma y obsequiándosela a ella por completo.

Suspiró extasiada contra sus labios, él gruñó saboreando toda la cavidad de su boca que tenía al acceso.

«Me vas a matar» pensó el moreno, rendido a su chica.

La falta de aire se hizo innegable y tuvieron que separarse de manera forzada a recuperar el aliento.

La rubia clavó su mirada en los labios de Mateo y este devoró los de ella con su mirada.

Con una felina sonrisa, la cautivó atrapándola como una polilla es atraída por la luz, hipnotizándola en el acto. Ella sintió el escalofrío que recorrió vertebra a vertebra por toda la extensión desde su columna vertebral, estremeciéndose de manera sutil.

Con el aire nuevamente instalado en sus pulmones, se entregaron nuevamente a un largo beso lleno de amor y complicidad.

Charlotte se separó de sus labios, apoyando su frente contra la de él.

Solo Mateo lograba entregar calidez a su corazón aún en medio del dolor. Solo él la hacía sentir viva en medio de todo su sentimiento de pérdida.

Y lo amaba, por Dios que lo amaba como jamás había imaginado que sería capaz de llegar a amar.

 

Y lo amaba, por Dios que lo amaba como jamás había imaginado que sería capaz de llegar a amar




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