―Tierra llamando a Kyungsoo, Tierra llamando a Kyungsoo ―le decía Baekhyun mientras le daba un codazo para llamarle la atención.
―¿Qué quieres? ―preguntó enojado.
―Hombre, si yo fuera tú no estaría mirando embobado al profesor, parece que vayas a comértelo, estoy seguro que incluso él se ha dado cuenta de las escenas eróticas que estabas pensando hacer.
―Yo no... ―pero su enrojecimiento lo delataba.
Baekhyun era su mejor amigo y a la única persona que había contado que, desde hacía dos años, tenía fantasías sexuales con el profesor de bioinformática.
Kyungsoo estudiaba la carrera de Bioquímica ya en el último año, pero, desde que conociera al profesor Kai Kim, solía escoger la asignatura que impartiera, fuera o no de su carrera, ya los metería en créditos de libre disposición si más adelante los necesitaba.
Baekhyun era un chico muy extrovertido con cabello corto y castaño oscuro, con una figura envidiable con la que los chicos solían acercarse al chico como moscas.
En cambio, él no tenía tanta suerte, o mejor dicho, tampoco es que lo quisiera si tenía a ese profesor para él solo en sus fantasías. Kyungsoo, por el contrario, no era ni muy delgado, ni muy alto, ni muy guapo. Pertenecía según él al grupo de los “ni muy”, un grupo con el que calificaba a los hombres que eran normales y no atraían demasiado. Tenía el pelo de color negro y sus ojos del mismo color que el cabello tampoco llamaban mucho la atención. Procuraba arreglarse bastante y cuidar su aspecto cuando debía salir a la calle, pero no era algo que le importara demasiado; para él estar cómodo significaba estar en casa con una camiseta ancha y larga, además de unos calcetines que era lo que más le gustaba.
La primera vez que se habían visto Kai y él llegaba tarde a clase y no se fijó en que el suelo estaba mojado. Debido a que sus zapatos eran nuevos éstos hicieron que resbalara delante de la puerta y la abriera de golpe para caer frente a toda la clase. Lo peor de todo no fue el golpe que se dio en el suelo, porque no hubo tal, sino que cayó directamente en los brazos de su profesor, un hombre que lo sostuvo con rapidez para que no se hiciera daño.
Cuando logró incorporarse y mirarle a los ojos dejando de murmurar una y otra vez mil disculpas se dio cuenta que no podría encontrar a otro hombre como él. Tenía una mirada intensa, sus ojos color avellana le hacían perderse completamente en ellos. Su rostro era serio y firme, con un mentón cuadrado y una nariz algo torcida seguramente de alguna pelea que te indicaba que no era de los hombres con los que pudieses jugar. Este hombre iba en serio cuando quería. Y al haber estado tan cerca de él como ningún otro, había podido notar que estaba bien dotado, tanto en su parte superior, con amplios hombros y un pecho musculoso, como por su parte de abajo, con una protuberancia que se le clavaba en el vientre, dura como una roca.
Su pelo corto y de color negro le llamaba tanto la atención como para entrelazar sus dedos en él. Y su altura, cuando se levantó, lo superaba por cerca de veinte centímetros.
―¿Ya vuelves a soñar? ―le preguntó Baekhyun sacándolo de sus recuerdos. Tenía una sonrisa satisfactoria, como un niño que ha pillado a alguien donde no debía, o que sabía un secreto.
―¿Quieres callarte? ―dijo molesto por la actitud que tenía su amigo.
―¿Por qué? Solo digo la verdad.
¿Por qué no le dices que necesitas una tutoría privada y te lo tiras?
―¡Baekhyun! ―exclamó él alarmado. Si en dos años no había podido dirigirle la palabra más que para lo necesario, decirle algo así solo lo dejaría sin oxígeno antes de llegar a pronunciar la frase completa.
―¿Qué? Te quedan dos meses para acabar la carrera y el curso y después... Adiós hombre todopoderoso...
―¿Crees que no lo sé? Llevo marcando los días en mi calendario desde que empezamos el curso.
―Pues eres lo bastante mayor, y por lo que se ve él también, como para divertirse sin poner nada de por medio.
―¿Y qué le dirán si se enreda con un alumno? No voy a poner en peligro su trabajo.
―Reconócelo ―acusó. ―Te da miedo plantarte ahí delante y decirle que quieres una cita.
―¡Por supuesto que no!
―Pues pídele una cita ahora ―respondió Baekhyun cruzándose de brazos. Kyungsoo se sonrojó y se mordió el labio inferior, algo que hacía siempre que se ponía nervioso.
―No voy a pedirle una cita... ―murmuró.
―Perfecto, joven D.O, entonces quizás pueda seguir con mi clase sin oírle conversar con su amigo.
Kyungsoo levantó la cabeza para ver delante de su mesa al profesor Kai con un gesto de desaprobación.
El enrojecimiento lo abandonó y la palidez fue su nuevo color. Sintió que la vergüenza caía en picado sobre él y le picaban las lágrimas en los ojos, pero sin llegar a caer del todo. Su profesor arqueó una ceja antes de girarse con lentitud mirándolo de reojo mientras él se acurrucaba en su sitio.
No era real. No le había pedido una cita a su profesor, pero se sentía como si lo hubiese rechazado antes de poder formularla.
―Kyungsoo... ―Baekhyun lo miró apenado y al mismo tiempo él deseaba desaparecer de allí en ese mismo momento.