Kyungsoo abrió los ojos tratando de adaptarse a la luz que entraba por la ventana. Movió las manos buscando a Kai pero éste no estaba en la cama con él. Debía haber salido hacía tiempo pues el lecho estaba frío.
Se estiró como un gato y salió para darse una ducha y lavarse los restos de la noche anterior. Eso hizo que sus labios crearan una sonrisa satisfecha. Por fin había logrado que él lo follara. Se sentía tonto por su risita, pero no le importaba, en esos momentos era el hombre más feliz del mundo.
Tras ducharse rápido y encontrar un jersey y unos calcetines, abrió la puerta de la habitación y bajó las escaleras. En el salón no estaba y tampoco en el jardín. Se fijó en que no tenía ninguna decoración navideña y le extrañó un poco, pero siguió buscándolo. Entró en la cocina y se quedó quieto para que no lo oyera. Estaba cocinando algo que olía realmente bien; se movía por la cocina como si fuera su segundo hogar. Los músculos se tensaban por el movimiento y estaba empezando a excitarse solo de verlo. Llevaba los pantalones negros de la noche anterior y la camisa sin abotonar.
Kai se dio la vuelta al sentir su presencia y dejó de respirar al verlo. Solo con un jersey y unos calcetines Kyungsoo era la viva imagen de un hombre más que complacido. Tenía el pelo húmedo y sus manos se agarraban al elástico del jersey como si quisiera mantenerlo en su sitio. Sus muslos se movían frotándose entre sí, seguramente tratando de calmar el dolor que tenía entre ellos.
Le sonrió y se acercó a él para envolverlo con sus brazos y poder aspirar su olor. Desde que lo había dejado en la cama lo echaba de menos. Le puso el mentón en su coronilla e inspiró profundamente.
―Hueles muy bien.
―Me acabo de duchar.
―Pero tu olor es diferente de los champús o geles que tengo. ¿Ya estás excitado?
―Es tu culpa... ―acusó. ―Por ser increíblemente sexy.
La risa de Kai lo recorrió de la cabeza a los pies. Levantó la cabeza para mirarlo y capturó los labios de él en un beso que dominó de principio a fin. Kai le dejó marcar el ritmo conteniéndose para no tomar el control y follarlo en la barra de la cocina.
―Tengo hambre... ―dijo Kyungsoo con sus ojos más oscurecidos que de costumbre.
―Hay galletas, bizcochos y puedo prepararte lo que quieras.
―¿Como a ti? ―preguntó atrevido.
―Después tengo preparado algo especial ―contestó él acariciándole con un dedo la mejilla.
Lo llevó hasta una de las sillas y se volvió para poner los platos que había preparado para el desayuno. Había galletas, fruta confitada ―ver esto hizo que el calor subiera más― además de cereales y otros manjares. Él probó todo lo que él le ofrecía, al mismo tiempo que se deleitaba del cuerpo masculino que tenía delante. Muchas de las veces fue el propio Kai quien le dio de comer con sus manos y él podía en esas ocasiones chuparle los dedos y ver cómo los ojos de él se oscurecían por el deseo.
―Quiero pedirte disculpas. ―Kyungsoo lo miró interrogativamente. ―Por hacerlo sin protección. Me olvidé por completo.
―Oh... ―Tampoco él se acordó y por la mañana era tan feliz por cómo se sentía que no había caído en la cuenta. ―No pasa nada, tomo anticonceptivos desde hace un tiempo. Mi médico dice que los necesito para regularme.
―¿Y tú no? ―preguntó divertido.
―Soy demasiado nervioso para que mi cuerpo no haga de las suyas por sí solo. Por cierto, ¿dónde está mi ropa?
―En la lavadora. La puse hace un rato así que todavía no estará lista. ―Contestó Kai. ―Y la verdad es que te prefiero tal y como estás.
―Me gusta estar así de cómodo en casa. Es como siempre estoy.
―¿Y húmedo? ―Preguntó él ofreciéndole un dedo cubierto de mermelada de fresa.
Él abrió la boca y se lo introdujo por completo mientras su lengua se encargaba de darle un pequeño masaje. Cuando lo soltó después de unos minutos, se relamió.
―Eso solo lo consigues tú...
―Creo que deberías llamar a Baekhyun... ―dijo él.
―¿Por qué?
―Porque no pienso devolverte hoy ―respondió inclinándose sobre él y besándolo. Tras una sesión doble de besos sin ir más allá ninguno de los dos, terminaron de desayunar y Kyungsoo ayudó a Kai a limpiar la cocina. Lo llevó hasta el salón y ambos se sentaron en el sofá, él recostado sobre Kai, para ver una película navideña.
―¿Por qué no tienes decorada tu casa?
―No me gusta decorarla solo para mí. En Navidad siempre suelo ir a casa de alguna de mis hermanas o estoy de una en otra así que solo paro por aquí para dormir.
―¿Entonces tenías hoy otros planes? ―preguntó incómodo por haberle hecho cambiar de planes.
―Ninguno tan placentero como este ―respondió apretándolo junto a él.
―Créeme, cambiaría todo por estar aquí.
El estar tan juntos no era algo muy divertido. Kyungsoo comenzó a sentirse cada vez más inquieto y sus piernas no dejaban de moverse. Mientras, Kai movió su mano por detrás de la espalda de él hasta llegar a su trasero. Le apretó una de las nalgas haciendo que él soltara un gemido y se dirigió hacia su agujero donde empezó a masajearlo por encima del jersey.