Se contoneó, de forma exagerada pero sensual, consciente de que los ojos de Kai no lo abandonaban. Subió a la cama y gateó hacia él buscando su boca.
Lo besó acariciando con su lengua los labios de él, después entrando en la boca para buscar la lengua de Kai y que ambas se unieran en ritmo y movimientos. Sabría a mermelada, sin duda después de haber estado comiendo tras la sesión maratoniana de sexo.
―Hmm... Rico...
―Habrá más... Luego, ―dijo él separándose un poco para concentrarse en el bote de mermelada.
―¿Vas a prepararte tu desayuno? ―preguntó haciendo con ello mención al postre que él degustó en él.
―No exactamente. Solo quiero mermelada... Y tu cuerpo para untarla, ―contestó abriendo el bote y metiendo la mano para coger un poco.
Kyungsoo dio la vuelta a la mano y parte de la mermelada cayó de golpe sobre el pecho de Kai quien se sobresaltó y jadeó.
―¡Kyungsoo está helada! ―gritó arqueándose un poco por el contraste de temperatura.
―Sí, lo sé. La he metido en el congelador, ―respondió con un tono de voz neutro, pero escondiendo un matiz pícaro.
―Serás...
Él se inclinó sobre su pecho lamiendo la mermelada y calentando a la vez la zona que segundos antes había estado fría. El pecho de él se agitaba con su rápida respiración. Se incorporó y lo miró recogiendo la mermelada del contorno de los labios y llevándose el dedo a la boca para succionarlo delante de él.
―¿Qué soy?
―Terriblemente adictiva.
Kyungsoo le regaló una sonrisa y cogió otro poco de mermelada. Esta vez lo extendió sobre sus pezones, su tableta y cerca del vello hacia su pene. Kai se removía por el frío, pero no lo suficiente como para que él pudiera regañarle por ello.
Dejó el bote de mermelada y se dispuso a lamer cada zona. Probó primero la mermelada de su zona más sensible jugueteando con el vello e incluso tirando de él de vez en cuando. Algún que otro gemido se escapó de la boca de Kai quien veía la escena sin poder tomar parte activa de la misma.
Solo sus piernas estaban sueltas y no iba a moverse con lo bien que lo estaba pasando en esa situación.
Contorneó alrededor de su miembro con la lengua varias veces antes de desatender esa zona y subir hacia su tableta jugueteando con las líneas de la misma y buscando las zonas que más le estimulaban.
Cuando llegó a sus pezones los succionó con fuerza y jugueteó con ellos en su boca. Kai jadeaba de vez en cuando y su cuerpo se contraía. Su pene estaba erecto y temblaba cada vez que Kyungsoo lo rozaba en alguna parte del cuerpo.
Cuando terminó de quitarle la mermelada se acercó a los labios de él para que lo lamiera y le quitara los restos de su propia boca.
―Móntame, Kyungsoo, ―le dijo conteniendo su excitación.
―Aún no... Todavía no he comido suficiente, ―replicó él alejándose de su cara y gateando hacia sus piernas.
Cogió de camino el bote y se situó entre sus piernas. Metió un dedo en el bote y lo sacó repleto de mermelada que puso en la punta de su pene.
―¡Dios, Kyungsoo! ―exclamó echando la cabeza hacia atrás. Él se rió.
―¿Está frío?
―Te juro que me vengaré...
―Eso espero, ―murmuró él besándole la punta y lamiendo poco a poco.
Volvió a meter la mano de nuevo en el bote y cogió un trozo de mermelada que estaba congelado. Se lo metió en la boca y se agachó para meterse el pene de él también.
―¡Kyungsoo! ―gritó Kai mientras él lo rozaba con la mermelada congelada en su miembro.
El calor derritió pronto la mermelada y pudo degustarla con el sabor de su pene en la boca. Cuando lo soltó lo miró mordiéndose el labio y conteniendo la risa.
―No voy a aguantar mucho más si sigues así, ―le dijo apretando los dientes. Tenía sudor en la frente y sus manos estaban apretadas en dos puños.
―Sí que vas a aguantar... Yo te ayudo a no correrte, ―contestó estirándose hasta el final de la cama y cogiendo un lazo negro.
―¿Qué vas a hacer?
―¿No lo adivinas? ―preguntó a su vez.
Kyungsoo acarició con el lazo su pene y rodeó con ella la base haciéndole un nudo apretado.
―Por lo que más quieras Kyungsoo, eso va a doler... ―replicó él.
―Si... pero será divertido.
¿Confías en mí?
―¿Has hecho esto alguna vez con alguien? ―él negó algo sonrojado.
―¿Soy tu experimento?
―¿Me dejarías hacerlo? Pararé si te duele.
―Luego tocarán mis fantasías, ―contestó él.
Él se quitó la bata quedando completamente desnudo y volvió a centrarse en su miembro comenzando a lamerlo y a succionarlo con fuerza. Con una de las manos sopesaba sus testículos sintiendo las compresiones y temblores y vigilando no hacerle daño con la presión del lazo.