Un profesor como regalo de Navidad [kaisoo]

Capítulo Extra

—Y entonces, la pequeña Caperucita…  —Kai levanto la vista del libro y contempló la carita angelical de su niña de 9 meses.

Todos los días le leía un cuento desde la primera noche de vida y planeaba hacer lo mismo con todos los demás que llegaran.

—¿Se ha dormido? —susurro una voz cuya cabecita asomaba por la puerta.

—Sí —contesto incorporándose, dejando el libro en la estantería y arropando a su pequeña. Se inclinó para depositar un tierno beso en la frente.

—¿Qué historia tocó esta vez? —Kai lo miró y, segundos después, su boca se torció en una sonrisa; una que Kyungsoo conocía muy bien a juzgar por el gesto que había hecho.

—Caperucita Roja —le respondió acercándose a él, abrazándolo con una caricia por la cintura y costados para pegarlo más a él. Se agachó un poco para acariciarle el cuello con su nariz antes de dejarle un camino de besos por el mismo. El sonido que exhalaba era miel para sus oídos y se deleitaba escuchándolo.

Las manos de Kai subieron un poco más hasta sus pechos a los cuales empezó a tentar con caricias de sus dedos, sin tocarle aún los pezones.

Kyungsoo levantó sus manos y las apoyó en la nuca de él. Un estremecimiento lo recorrió y se apartó de él de repente.

—¡Estás helado!

—Lo sé, estaba fregando y empezó a salir agua fría, ¿puedes echarle un vistazo, cariño? —Explicó con una risita. Todavía se acordaba que no soportaba muy bien el frío.

Kai cogió esas manos y las ahueco entre las suyas insuflándole de su aliento para calentarlas. Los ojos de él se oscurecieron de deseo y empezó a cambiar el peso de un pie a otro frotándose por el camino.

—Las piernas abiertas, Kyungsoo —le ordenó mirándolo fijamente, controlándolo solo con la mirada.

—Sí, Profesor... —Respondió abriéndolas un poco. Kai metió una de sus piernas e hizo mayor la apertura.

—¿Has terminado de fregar?

—No, me queda un poco. —Volvió a echar su aliento sobre las manos y las masajeó con las suyas.

—Voy a echarle un vistazo. Mientras tanto quiero pantalones y boxers fuera; solo tu camiseta. En la cocina, en el fregadero, con las piernas abiertas como estás ahora. ¿Has entendido? —Cada orden había hecho que su pene saltara deseoso de ser acariciado por él. Lo deseaba tanto... —¿Kyungsoo?

—Sí, Kai alzó una ceja y, con su mano, ya libre, le levantó la barbilla. —¿Qué has dicho?

—¿A qué? —preguntó confuso.

—Respuesta errónea —contestó metiendo su mano en el bolsillo y sacando una bolsita de plástico con dos pinzas para pezones. —Iba a ser un regalo placentero pero, en este caso, también valdrá como castigo.

Abrió la bolsita y extrajó una de las pinzas dejando que Kyungsoo la contemplará y viera cómo funcionaba. Así se sentía más seguro cuando jugaba con cosas nuevas y controlaba él.

—Sube la camiseta —la voz que usaba no admitía titubeos ni réplicas de ningún tipo; lo conocía bastante bien de haberlo intentado en varias ocasiones.

Él cogió el dobladillo de la camiseta y la subió dejando al descubierto sus pechos, con los pezones excitados y erectos. Se mordió el labio inferior reprimiendo un jadeo al verle a él relamerse, sus ojos clavados en los pechos.

Mantuvo la ropa levantada mientras Kai le acariciaba una de los pechos, lo acunaba en su mano, y presionaba con la palma el pezón, demasiado sensible para eso. Entonces lo liberaba para ser oprimido por algo que parecía querer perforarlo, pequeñas púas clavándose en el. Estudió las reacciones de Kyungsoo, las manos cerca, por sí debía quitarlo de inmediato, demasiado sensible quizás para algo así. Pero se sintió orgulloso cuando Kyungsoo lo sobrellevó y se repuso. Ese era su hombre.

Hizo lo mismo con la otra pinza besándolo para que el dolor cambiará a placer en menos tiempo.

—Bajalá —Kyungsoo bajó su camiseta rozándose los pezones y se quejó por el dolor. —No te los quites, lo tienes prohibido. Ahora ve a la cocina a cumplir mis órdenes —lo besó en la frente, como a su hija, y se marchó a ver la caldera. Iba a tardar poco porque, pudiera o no arreglarla, su mente, y su cuerpo, estaban en ese momento en otras cosas.

Kyungsoo siguió con la mirada a su marido centrándose en esa cintura, sus caderas y el trasero musculoso y bien formado que se escondía entre los pantalones. Sonrió pensando en él. Había pasado tiempo desde que se había portado así, más preocupado porque él estuviera bien que por su placer. Y eso que a veces tenía que echársele encima para disfrutar un poco.

Rió bajito pensando en la primera vez que hizo eso. Había pasado tanto tiempo ya...

3 años y 6 meses antes

El barullo de gente apenas lo dejaba ver hacía dónde se dirigía, solo sabía que llegaba tarde y eso no era normal en él, con lo cual estaba más nervioso. Si el profesor ya estaba dentro iba a sentir mucho bochorno pues se suponía que debía llegar antes que él.



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En el texto hay: kpop, academico

Editado: 02.05.2022

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