Narra Alan
Mientras hablaba sobre la importancia de la literatura, noté que Brenda estaba nerviosa y evitaba mi mirada. De repente, se le cayeron todos sus libros al suelo y el ruido llamó la atención de todos en la clase.
- ¿Algún problema, señorita Brown? - pregunté con calma.
Todos se quedaron viendo a Brenda y me miraron a mí, pero no tardé en darme cuenta de que había llamado a Brenda por su apellido sin haber pasado lista todavía.
- Lo siento, señorita Brown. Sé quién es porque está en el cuadro de honor - dije con seriedad, tratando de arreglar mi error.
En realidad, había inventado eso de los nervios, pero resultó que no era tan mentira, ya que había fotos de ella en la vitrina y el mural de honor. Por eso los estudiantes no dudaron cuando dije eso.
- ¡Típico! - exclamo, el chico rebelde. - Todos conocen a la cerebrito, el mural está lleno de fotos de ella como mejor estudiante en todas las materias, la vitrina de trofeos está llena de trofeos con su nombre, y no olvidemos la vitrina de medallas también con su nombre.
- Hay algo que quisiera compartir con la clase - dije con un tono afable, tratando de cambiar el tema.
- ¿Cuál es su nombre? - pregunté con amabilidad, al chico rebelde.
- Jackson Lane - respondió con una mirada desafiante.
- Bueno, Jackson Lane, te haré un reporte de atención y esto irá a tu expediente - dije mientras agarraba una hoja y la firmaba.
- Y esto va para todos. Cuando escucho que se burlan de algún compañero, estamos aquí para aprender, no para hacerle bullying a nadie. ¿Está claro? - pregunté con un tono afable.
- Sí, profesor - respondieron todos al mismo tiempo.
Narra Brenda
Bajé la mirada sonriendo, agradecida de que Alan me hubiera defendido. No podía quitarme de la cabeza el beso que nos dimos, pero sabía que estaba mal. Él era mi profesor y yo era su alumna.
Alan se sentó en su escritorio, sacó una carpeta y comenzó a pasar lista. Luego, sacó unos papeles de su portafolio y empezó a repartir uno a cada uno.
- Este es un cuestionario. Me gustaría saber su nivel en Literatura para poder saber quién necesita más ayuda y quién no - dijo Alan con un tono autoritario.
Todos comenzaron a hacer el cuestionario. Miré alrededor y vi que algunos estudiantes se oprimían la cabeza. Para mí, el cuestionario era como un juego de niños. Podría terminarlo en cinco minutos.
Pero esta vez, no quería terminarlo tan rápido. No quería ser la primera en entregar, así que me tomé mi tiempo y lo hice lo más lento que pude. Aun así, terminé primero que los demás.
Traté de demorar la entrega todo lo que pude, pero noté que empezaron a mirarme. Se dieron cuenta de que ya había terminado y que por algún motivo estaba retrasando la entrega. Así que decidí sacar una hoja aparte, escribir una nota y entregarla junto con el cuestionario a Alan.
- Aquí tiene, profesor Freeman. Ya terminé – dije mientras le entregaba el cuestionario.
- Muchas gracias, señorita Brown. Puede sentarse – dijo Alan mientras tomaba mi trabajo y sentía sus manos sobre las mías.
Me senté y observé desde mi pupitre cómo él leía la nota. Después levantó un poco la mirada y me miró con unos ojos que transmitían ternura, como diciéndome que sí. La nota decía:
"Necesito hablar contigo después de clases. Por favor".
- Tienen poco tiempo para terminar el cuestionario – dijo Alan mirando su reloj. Yo saqué un cuaderno y empecé a escribir. Por alguna razón, solo podía pensar en Alan y sin darme cuenta, empecé a escribir su nombre con mi apellido y mi nombre con su apellido.
Cuando sonó el timbre para el recreo, antes de que comenzara la clase optativa, todos empezaron a levantarse para entregar el cuestionario. Yo rápidamente cerré el cuaderno para que nadie viera lo que estaba escribiendo, lo guardé en mi mochila y luego salí del aula esperando a que todos salieran. Cuando todos salieron, esperé un momento y entré otra vez.
- Hola – dije mirándolo a los ojos con timidez. Él me miró y noté en su mirada una mezcla de amor y temor. Por un momento sentí que quería abrazarme y por otro lado sentí que quería alejarse de mí.
- Yo no sabía que eras estudiante. De hecho, lo que dije de que vi tu foto era mentira – dijo Alan con una mirada triste.
- Creí que eras profesora. Te vi llegar cuando la escuela recién estaba abriendo. Solo estaban el director y la bibliotecaria – suspiró Alan aún más abatido.
- Bueno, yo siempre vengo temprano para tener tiempo de ir a la biblioteca antes de entrar a mis clases. Yo me imaginé que eras mayor que yo, pero creí que tú eras un estudiante universitario – le dije mientras mis ojos se posaban en los suyos.
- Mira, eres increíble, Brenda. Cuando te conocí, me pregunté '¿Dios, quién es esta chica?' Pero en realidad, no fue ese momento el que me impactó solamente. Cuando te vi llegar a la escuela, tú no me viste, pero yo estaba llegando. Me detuve un momento a lo lejos y te observé a la distancia. Estabas hablando con el director y la bibliotecaria – continuó Alan.
- Me dije, 'Dios, es la chica más hermosa que he visto'. Luego, cuando entraste a la escuela, te perdí de vista y lo único que pensaba era en cómo encontrarte. Por algún motivo, decidí ir a la biblioteca. Al llegar, decidí leer uno de mis libros favoritos sin imaginarme que mis manos chocarían con las manos de la chica más hermosa del mundo. Y cuando tuvimos la oportunidad de hablar, mi fascinación aumentó. Y cuando te fuiste, me sentí como un idiota porque ni siquiera te había dado mi número. Lo único que tenía en mi mente era reencontrarme con esa chica – dijo Alan con una mirada que transmitía amor cuando hablaba.