Un Profesor Encantador

Capítulo 5: El destino nos une

Narra Brenda

 

Estando a solas con Alan, mi corazón comenzó a acelerarse. Ansiaba que alguien interrumpiera la conversación...

 

¡Qué alivio! Nunca me había sentido tan contenta de ver a mi hermana.

 

- Mi madre indica que ya pueden pasar al comedor - anunció ella sonriendo, haciendo un ademán con la mano.

 

- Qué bien - respondí aliviada. Me levanté y me retiré... prácticamente corriendo.

 

- ¡Acompáñeme! Por aquí, señor Freeman - propuso Ingrid, tomando su brazo.

 

- Muchas gracias - respondió Alan, y caminó junto a ella.

 

Todos nos trasladamos al comedor: mi papá se sentó en la cabecera, mi mamá a su lado, mi hermana junto a mi mamá, yo al lado de mi hermana, y Alan se ubicó al otro extremo de la mesa, junto a mi papá.

 

Durante la cena, mis padres y mi hermana conversaban con Alan. Yo, por mi parte, permanecí en silencio, evitando el contacto visual. Traté de recordar algún tema de mis libros para aportar a la conversación, pero no se me ocurrió nada. No sabía qué hacer, así que apenas terminé...

 

- ¿Podría retirarme? - pregunté, casi suplicando. - Estoy agotada y necesito descansar.

 

- Ve, hija, descansa - me respondió mi mamá con cariño. - Mañana será un día largo.

 

Me despedí de todos con un beso en la mejilla, como es costumbre, y solo dije:

 

- Buenas noches, señor Freeman - dije, extendiendo mi mano y bajando la mirada.

 

- Buenas noches, Brenda. ¡Nos vemos mañana! - respondió Alan.

 

Después de ese "nos vemos mañana", salí de ahí prácticamente corriendo. Casi tropiezo con las escaleras... afortunadamente, nadie se percató.

 

Llegué a mi habitación con el corazón palpitando, cerré la puerta y me dirigí al balcón un rato. Necesitaba respirar para entender... ¿Qué era eso que sentía cada vez que Alan me miraba o era amable conmigo? ¿Por qué me irritaba tanto verlo con mi hermana? ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Por qué sus ojos me causaban un escalofrío que recorría mi cuerpo, junto con una corriente eléctrica que me hacía sentir... bien? Después, salí del balcón, cerré la puerta y me puse mi pijama para acostarme.

 

- Duerme, Brenda - me dije a mí misma. - Mañana viajarás a México con tu profesor. Tragué saliva.

 

Mientras tanto, en la planta baja, Alan se disculpó con todos y se retiró.

 

- Me tengo que retirar - dijo con una sonrisa - Muchas gracias por la invitación - agregó, extendiendo su mano.

 

- Gracias por venir - respondió mi papá, sonriendo mientras le estrechaba la mano - Fue un placer tenerlo en nuestro hogar - añadió mi mamá, también sonriendo mientras tomaba su mano. Ingrid acompañó a Alan hasta la puerta.

 

- Buenas noches, señor Freeman - dijo Ingrid, sonriendo y besando su mejilla.

 

- Buenas noches, señorita Brown - respondió Alan, besando su mano antes de irse.

 

Alan le besó la mejilla, ella sintió un cosquilleo en todo su cuerpo.

 

Cuando él le besó la mano, su corazón latió aún más fuerte.

 

Ingrid se quedó en la puerta, mirando cómo Alan se alejaba. No podía evitar sentir una atracción hacia él,  su corazón latía con fuerza. Le encantaba la forma en que hablaba, la forma en que se movía, la forma en que la miraba. Cuando ya no pudo verlo,  Ingrid suspiró profundamente mientras cerraba la puerta.

 

Al día siguiente, a las 9:30 de la mañana, estábamos en el aeropuerto con mi mamá, mi papá, mi hermana y Alan.

 

- Atención, queridos pasajeros. El vuelo 720 con destino a México está por abordar. - Anunció una voz en el altavoz.

 

- Buen viaje, cariño. ¡Suerte! - Dijo mi padre abrazándome. - Buen viaje, mamá. - Dijo mi hermana abrazándola.

 

- Buen viaje, amor. - Dijo mi padre a mi mamá, abrazándola y besándola.

 

- Buen viaje, hermanita. - Dijo mi hermana abrazándome. - Buen viaje, señor Freeman. - Dijo Ingrid dando un beso en la mejilla a Alan. - Cuide a mi hermana, agregó. - Mamá y papá sonrieron, pero solo yo sentí que mi corazón se hinchaba. No pude ver cómo reaccionó Alan.

 

- Gracias... - Dijo Alan sonriendo y ocultando sus nervios.

 

Luego los tres subimos al avión. Esperaba que mi asiento estuviera bastante alejado de Alan, pero parece que el destino está jugando conmigo.

 

- Aquí son nuestros lugares. - Dijo mi madre mirando la ubicación del boleto.

 

- Esto tiene que ser una broma. - Grité en mi interior.

 

Nuestros lugares estaban juntos. Me senté en el medio entre mi mamá y Alan, tratando de evitar el contacto visual con él. Noté que él hacía lo mismo conmigo.

 

Al rato, sentí un movimiento brusco y escuché un sonido como de metal partiéndose. Fue una turbulencia. Era la primera vez que viajaba en avión. Miré a mi mamá, tenía los ojos cerrados. Alan seguramente notó mi temor y me tomó de la mano. Cuando sentí su mano, lo miré a los ojos y, por algún motivo, me sentí segura.

 

- Todo estará bien. - Dijo Alan, apretando suavemente mi mano.

 

Cuando el vuelo se normalizó, rápidamente solté su mano y miré hacia adelante.

 

- ¿Estás bien, hija? - Preguntó mi madre al despertar y darse cuenta de que me había asustado.

 

- Sí, estoy bien - Respondí tratando de disimular mis nervios.

 

Mi madre tomó mi mano, pero por alguna razón, no me sentía tan segura como cuando Alan la tomó. No hacía más que contar los minutos para llegar a México y bajarme de ese avión.

 

Cuando aterrizamos, tomamos un taxi que nos llevó al hotel. Mi madre se sentó adelante junto al conductor, mientras que yo me senté en la parte de atrás junto a Alan. Pasé todo el camino mirando por la ventana, y cuando llegamos, pensé que finalmente podría alejarme de él. Pero mi habitación estaba justo al lado de la suya.




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