Narra Brenda
Después de ganar el concurso en México, volví a Londres, pero no podía sacar de mi mente lo que había sucedido allí. Sabía que estaba mal enamorarme de mi profesor, pero nunca había sentido algo así antes.
Al día siguiente, me levanté temprano como de costumbre y me puse a preparar el desayuno mientras reflexionaba sobre todo lo que había pasado. Los recuerdos de mi viaje a México me invadieron, y no podía quitármelos de la cabeza.
A las 6:30 am, mis padres se levantaron y me uní a ellos para desayunar. A pesar de estar en casa, mi mente seguía en México, pensando en Alan y en lo que significaba para mí.
- Buenos días, Papá. Buenos días, Mamá - dije sonriendo mientras tomaba mi mochila y me disponía a ir a la escuela.
- Buenos días, princesa - dijeron mis padres al unísono.
Le di un abrazo a mi papá y me dispuse a salir de casa.
- ¿Estás segura de que quieres ir a la escuela, hija? Acabas de llegar de un viaje - dijo mi papá seriamente.
Le di un abrazo a mi mamá y le respondí:
- Quiero ir, papá
- Tu papá tiene razón, cariño. ¿Por qué no te quedas a descansar un día? - me preguntó mi mamá, mirándome a los ojos.
- Estoy bien, mamá. Sabes que me gusta ir a la escuela, para mí no es ningún sacrificio - le respondí sonriendo.
Les di un beso en las mejillas a los dos y salí de casa. Durante el camino, solo podía pensar en Alan y esperaba encontrármelo en la escuela. Cuando llegué, me encontré con el director y la bibliotecaria abriendo la escuela, y también con Alan, que había llegado al mismo tiempo que yo.
- Buenos días, Profesor Freeman - dije, evitando las ganas de besarlo.
- Buenos días, Señorita Brown - respondió él con una sonrisa notable.
- Buenos días, Señor Kabana. Buenos días, Señora Arriaga - dijimos al mismo tiempo con Alan.
- Buenos días, Señorita Brown. Buenos días, Señor Freeman - dijeron el director y la bibliotecaria al unísono.
- Felicitaciones, Señorita Brown. Sabíamos que iba a ganar el concurso - dijo la bibliotecaria con entusiasmo.
Bajé la mirada y respondí:
- No fue nada fácil. Todos eran muy inteligentes - dije sonriendo.
Las puertas se abrieron, el director se dirigió a su oficina, la bibliotecaria se dirigió a la biblioteca y Alan se fue a su salón. Yo me quedé un momento ahí, inmóvil, hasta que la señora Arriaga me habló.
- ¿No piensa venir a la biblioteca, Señorita Brown? - preguntó la señora Arriaga mientras me miraba.
- Mm... voy en un momento, tengo algo que hacer primero - respondí bajando la mirada.
- Está bien, la veo en la biblioteca - dijo antes de alejarse.
Esperé a que se fuera por completo y luego me dirigí al salón de Alan.
- Hola - dijo él con una sonrisa notable.
- Hola, mi amor - dije jugando con mi cabello.
- Qué lindo que suena eso de tu boca - respondió acercándose a mí.
- Me gusta decirlo - dije poniendo mis brazos alrededor de su cuello.
- Dilo de nuevo - pidió poniendo sus manos en mi cintura y acercándome a él.
- Mi amor - dije con mi boca cerca de la suya.
- Qué lindo - respondió antes de besarme.
Quería quedarme ahí con él, pero si no iba a la biblioteca podrían sospechar.
- Me tengo que ir - dije abrazándolo.
- Qué pena - respondió haciendo pucheros.
Después sacó una tarjeta de presentación del bolsillo de su saco y me la entregó en la mano, demorando en soltarme mientras acariciaba mi piel. Sentí una corriente eléctrica en todo mi cuerpo.
- Te veo en mi departamento - dijo mirándome a los ojos.
- Sí, te veo ahí - respondí antes de besarlo y salir corriendo.
Pasé un rato en la biblioteca y luego asistí a mis clases, hasta que llegó la hora de mi materia favorita: Literatura, con mi profesor preferido.
Cuando llegué al salón, encontré una rosa en mi pupitre junto a una nota que decía:
"Te amo, mi novia amada. Te espero después de la escuela en mi departamento".
Terminaron las clases y me dirigí al Café y Amor, donde me encontré con Ian.
- Brenda, qué alegría verte - dijo abrazándome.
- Gracias, te extrañé mucho - respondí abrazándolo también.
- ¿Te traigo lo mismo de siempre?- preguntó.
- Me conoces muy bien - dije sonriendo.
- Enseguida traigo tu orden - dijo antes de irse.
Regresó con mi helado y se sentó junto a mí. Comenzamos a charlar y, cuando terminé, me despedí.
- Nos vemos mañana, Ian - dije abrazándolo.
- Nos vemos mañana, Brenda - respondió sonriendo.
Luego, me dirigí a casa de Alan, tuve que subir las escaleras porque el ascensor no funcionaba.
Cuando llegué a su departamento, él no tardó en abrirme la puerta.
- Viniste - dijo con entusiasmo.
- ¿Creíste que no iba a venir? - pregunté jugando con mi cabello.
Él se corrió de la puerta para que pudiera entrar.
Y cuando lo hice, nos besamos apasionadamente, como si no hubiera un mañana.