Narra Brenda
- Brenda, oh por Dios, ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás así? - preguntó Alan con preocupación al verme llorando.
- No te preocupes... solo tuve un mal día, problemas en mi casa... eso es todo, pero tengo que irme - mentí, tratando de disimular mi angustia.
- Pero ya no hay nadie que nos vea, ya no hay peligro. Vamos, déjame llevarte - insistió Alan, tratando de acercarse a mí.
- Siempre hay peligro - respondí con un tono sombrío, recordando el chantaje de Melody y la amenaza que pendía sobre nosotros.
Me levanté, tomé mis cosas y comencé a caminar rápido hacia mi auto, tratando de alejarme de Alan y de mis propios sentimientos. Pero él no se rindió tan fácilmente, y me siguió.
- No Alan, gracias, pero no - le dije con firmeza, tratando de poner distancia entre nosotros.
- Pero Brenda, ¿qué pasa? ¿Por qué te alejas de mí? - preguntó Alan con tristeza en su voz.
- No te preocupes por mí, Alan. Solo necesito tiempo para pensar - le dije, con un nudo en la garganta.
Me detuve un segundo, y él me alcanzó. Entonces, sin pensarlo dos veces, lo besé con pasión y desesperación, tratando de expresarle todo lo que sentía por él.
- Te amo Alan, nunca lo olvides - le susurré al oído, antes de subir a mi auto y alejarme a toda velocidad.
Al llegar a mi casa, me sumergí en los libros y en los apuntes, tratando de olvidar todo lo que había pasado. Pero era imposible. No podía dejar de pensar en Alan, en Melody, en el chantaje, en el peligro que nos acechaba. Y aunque quería contarle todo a Ian, mi mejor amigo, no podía hacerlo. No quería ponerlo en peligro, ni tampoco quería que se enterara de todo lo que estaba pasando.
Al día siguiente, llegué temprano a la escuela, como siempre. Después fui al salón donde haría el examen, aún no había nadie. Me recosté en mi banca, tratando de relajarme. La puerta estaba cerrada, y de repente alguien tocó. Me asomé por una pequeña ventana y vi que era Alan.
- Brenda, soy yo Alan, por favor, ¿abre la puerta? - dijo Alan, tocando la puerta del salon de clases
Me quedé paralizada, sin saber qué hacer. Sabía que no debía verlo, que tenía que mantenerme alejada de él. Pero mi corazón latía con fuerza, pidiéndome que cediera.
- Lo siento, tengo un examen y quiero concentrarme - dije con voz temblorosa, sin abrir la puerta.
- Solo quiero saludarte - insistió Alan.
- Te veo en el descanso, ¿sí? - dije, tratando de mantener la distancia.
- Ok - dijo Alan, y se fue.
Me sentía horrible por dentro, sabía que estaba lastimando a Alan. Pero tenía que hacer algo para protegernos de la bruja de Melody.
Finalmente, llegó el momento del examen. Me resultaba difícil concentrarme, pero por suerte había estudiado lo suficiente para tener el conocimiento en mi cabeza, aunque me demorara un poco más en terminar. Sabía que el karma se encargaría de Melody.
Se suponía que debía encontrarme con Alan durante el descanso del examen, pero tenía miedo de que Melody nos viera juntos. No podía arriesgarme a poner a Alan en peligro. Así que lo evité.
- Hey, ¿todo bien? - se acercó Anabela. Consideré contarle lo que estaba pasando con Melody, pero decidí no hacerlo.
- Sí, claro. ¿Por qué? - dije.
- No por nada, ¿quieres ir a la cafetería? - preguntó Anabela.
- No, prefiero quedarme aquí. Ve tú si quieres - dije, sentándome en las escaleras.
- ¿Todo bien con Alan? - preguntó Anabela en voz baja.
- Sí, no es nada de eso. Es solo que no creo que seguir con esta relación sea una buena idea - dije con tristeza en mi voz.
En ese momento, pasó Alan.
- Ve a hablar con él - sugirió Anabela.
- No puedo, tengo que protegerlo - dije con determinación.
- ¿Qué dijiste? - preguntó Anabela, confundida por mi respuesta anterior.
- Nada, olvídalo - respondí, desviando la mirada hacia Melody, quien estaba cerca y me hacía sentir incómoda.
- ¿Te enteraste de que la escuela está organizando un baile para recaudar fondos? - preguntó Anabela, tratando de cambiar de tema.
- Sí, lo escuché. ¿Por qué lo mencionas? - dije, tratando de mantener la calma.
- Pensé que podríamos ir juntas, así te distraes de todo lo que te perturba - sugirió Anabela con una sonrisa amable.
- No estoy segura, pero lo pensaré. Nunca he ido a un baile y no sé ni cómo vestirme - confesé, sintiéndome un poco insegura.
- No te preocupes por eso, ven a mi casa esta tarde y te ayudaré a elegir algo - dijo Anabela, ofreciéndome su ayuda con empatía.
- Está bien... te veo allí - respondí, agradecida por su apoyo. Me entregó un papel con la dirección de su casa y me alejé, sintiendo un poco de esperanza en mi corazón.
La clase de Alan fue un desastre. Durante toda la hora, intentó hacer contacto visual conmigo, pero yo lo evité. No quería que nuestros ojos se encontraran, no quería sentir esa conexión que siempre nos unía. Al terminar la clase, salí de la sala rápidamente, evitando cualquier conversación con él. Era extraño, siempre era yo quien lo esperaba al final para hablar, pero esta vez preferí mantener la distancia.
Después de la escuela, me dirigí a la casa de Camila para hablar sobre el baile. Todavía no estaba segura de querer ir, pero ella estaba emocionada y quería que fuera con ella. Estábamos en su sala, hablando sobre los detalles del baile y cómo podríamos vestirnos para sentirnos cómodas y seguras.
- ¿Ya has pensado en qué vestido usar? - preguntó Anabela.