Narra Alan
- Tranquila, Brenda, tu novio se puede enojar - dije desafiante - No quiero tener problemas con tu noviecito Tito
- Ah él, no, no, no, él y yo terminamos, así que hoy no nos preocupemos - dijo tratando de besarme de nuevo.
Decidí ignorarla y, como pude, la llevé hasta la puerta de mi departamento. Ella se movía de un lado para otro y yo apenas podía controlarla. Entonces, no me dejaba entrar y se paró enfrente de la puerta.
- Brenda, entra y déjame pasar", le pedí.
- ¿Me quieres? - preguntó sin moverse de la puerta.
- Vamos Brenda, entra - insistí.
- Yo puedo hacer todo lo que haces con las chicas más grandes y más maduras que yo. Sé que antes te dije que no estaba lista, pero eso fue en el pasado - dijo mientras ponía sus brazos alrededor de mi cuello, haciendo que nuestros labios se juntaran.
Ella no dejaba de intentar besarme. Comenzamos a avanzar juntos y cuando entramos a mi departamento, ella me tiró en mi sillón y comenzó a besar mi cuello. Confieso que hubo un momento en el que yo no me podía resistir.
- Brenda, por favor - dije suspirando.
Ella no me escuchó y comenzó a besar mi oreja. Sentía que me derretía, me había perdido. Pero en el momento en el que ella iba a comenzar a desvestirse, reaccioné. Ella estaba ebria y no estaba consciente de lo que estaba a punto de hacer. Era como si yo fuera a aprovecharme de ella. Así que, con mucha delicadeza, me levanté del sillón, la cargué en mis brazos y la llevé hasta mi cama para que se acostara ahí. Estaba tan borracha que no podía caminar.
- ¿Por qué no quieres estar conmigo? - preguntó Brenda con tristeza en su voz.
- Ven, acuéstate, ya es hora de que descanses - respondí tratando de cambiar de tema.
- Alan, solo te quiero decir algo, ven - dijo tiernamente.
- Me acerqué a ella sin saber qué esperar - Aquí estoy, dime - le dije con calma.
- Alan... Te amo, te amo mucho Alan y quiero estar contigo, ni siquiera tengo a mi familia en este momento, solo te tengo a ti y así me quiero quedar porque te amo de verdad - confesó entre lágrimas.
Suponía que los efectos del alcohol habían hecho que se sintiera así, pero no sabía cómo responderle. La abracé para que dejara de llorar.
- Tranquila, no llores - le susurré.
- Ya perdí a mi familia, no quiero perderte a ti también - dijo sollozando.
- Tranquila, estoy aquí, no me perderás - le aseguré mientras la abrazaba.
- Alan… dime algo ¿Aún me amas? - preguntó con una mirada triste.
- Sí, Brenda, te amo - respondí con sinceridad. Todavía la amaba a pesar de todo.
- Ella levantó un poco su rostro y me besó con dulzura. Le correspondí el beso, pero luego la recosté en mi cama y la tapé con una cobija. Se había quedado dormida. Le quité las zapatillas y la dejé descansar.
Escuché que tocaron la puerta y era Matt, quien me entregó las llaves del auto de Brenda.
- Gracias por traerlo - le dije.
- ¿Cómo está ella? - preguntó preocupado.
- Está borracha y dormida en mi cama. Yo dormiré en el sofá - le expliqué.
- ¿Estás seguro de que es bueno que se quede aquí? - preguntó con dudas.
- Sí, estoy seguro. No puedo dejarla sola en este estado. Si algo le pasara, no me lo perdonaría nunca - le respondí con determinación.
- Ok, buenas noches, amigo - se despidió antes de irse.
- Buenas noches - le respondí cerrando la puerta. Me acosté en el sofá para dormir, sabiendo que había hecho lo correcto al cuidar de Brenda esa noche.
Narra Brenda
Me desperté con los rayos del sol golpeando mi cara y me sorprendí al ver que había dormido en la habitación de Alan. Traté de recordar lo que había pasado la noche anterior, pero mi mente estaba en blanco. Me dolía la cabeza con un dolor punzante y agudo, y me sentía confundida, sin zapatos y con mi vestido un poco desabrochado. Me di cuenta de que algo había pasado entre Alan y yo, pero no podía recordar qué.
Mientras estaba sentada en la cama tratando de encontrar respuestas, escuché ruido y me cubrí con la sábana. Alan salió de la habitación vestido con un traje gris y aparentemente listo para irse. Me sentí avergonzada y asustada, sin saber qué decir. No sabía si debía preguntarle qué había pasado o si simplemente debía irme. Me sentía vulnerable y expuesta, y no sabía cómo manejar la situación.
- ¿Fue la primera vez? - preguntó Alan, sacándome de mis pensamientos.
No entendí lo que quería decir. ¿Estaba preguntando si era la primera vez que me había acostado con alguien?
- ¿La primera vez de qué? - pregunté alterada.
- La primera vez que bebes alcohol de esa forma. ¿De qué pensabas que estaba hablando? - respondió Alan
Me sentí aliviada al saber que no había pasado nada más allá de una noche de fiesta y alcohol, pero aun así me sentía incómoda por haber perdido el control de mi cuerpo y mi mente. Me prometí a mí misma que no volvería a permitir que eso sucediera de nuevo.
Iba a responderle, pero un terrible dolor de cabeza y náuseas me invadieron de nuevo. Me puse las manos sobre la cabeza, tratando de aliviar el dolor.
- Se llama resaca - dijo Alan.
- ¿Qué dices? - pregunté confundida.
- Eso que sientes, el dolor de cabeza, las náuseas, no acordarte de nada, tienes resaca por todo lo que bebiste ayer. Toma esto - me ofreció un vaso con un líquido de color naranja con rojo y verde, junto con un par de pastillas.