Narra Brenda
Las horas de clase pasaban lentamente, ansiando la hora de salida para poder ir a casa. Al fin llegó el momento y salí de la escuela, pero no había visto a Alan en todo el día. Al llegar a casa, mi padre estaba allí.
- Hey, ¿qué pasó en la mañana? - pregunté a mi padre.
- Bueno, hablé con todos tus profesores y me dieron la razón, bajaste mucho tu nivel académico, estás saliendo bien, pero no al nivel que estabas antes - respondió mi padre.
- Papá, solo estoy estresada, no es culpa de nadie, son muchas tareas… eso es todo - intenté justificarme.
- No creo que sea solo eso… tus profesores me dijeron que te está pasando algo que te tiene distraída - dijo mi padre preocupado.
- Entonces, todos mis profesores están de acuerdo contigo - respondí con sarcasmo.
- Me encantaría decir eso, pero tuve un pequeño problema con ese profesor que se cree supermodelo, el de literatura... - mi padre titubeó.
- ¿Con Alan? - pregunté alterada - ¿Con el profesor?
- Sí, bueno, nada grave, pero es mejor que ya no tomes esa clase, quiero que te cambies - dijo mi padre.
- ¿QUÉ? ¿QUÉ ME CAMBIE? ¿POR QUÉ? - grité - Cómo se te ocurre, de ninguna manera, es decir ¿qué pasó entre ustedes? Antes decías que te caía muy bien.
- Eso fue la primera vez que lo conocí, pensé que era un buen chico… pero resultó ser un insolente - justificó mi padre.
- No me pienso cambiar de clases - dije alterada.
- ¿Qué está pasando aquí? - interrumpió mi mamá - ¿Por qué tanto escándalo?
- Solo quiero que sepas que una vez intenté dejar su clase y todo salió mal, díselo mamá... - dije con frustración.
- ¿Están hablando de la clase de literatura? No, de ninguna manera tienes por qué dejarla, escucha Walter, el profesor Freeman estima mucho a tu hija, la ha ayudado demasiado, es mejor que arreglen sus problemas, sea lo que haya pasado hoy, no debes de dejar que eso le cause problemas a tu hija - intervino mi mamá.
- Solo quiero saber qué te está pasando… quiero que estés mejor... - dijo mi padre con preocupación.
- ¿Mejor? - interrumpí con un tono de sarcasmo - Me gustaba más cuando me ignorabas. Ahora que por fin me prestas atención, es para arruinar mi vida.
Dejé los libros y subí a mi habitación para encerrarme. Estaba muy confundida y no sabía qué había pasado entre Freeman y mi padre, pero sabía que había sido feo.
Por un momento, pensé en dejarlo por la paz, pero la curiosidad me estaba matando. Además, tenía muchas ganas de ver a Alan, así que fui a su departamento.
- ¡Alan! - dije efusivamente al verlo.
- Hola, Brenda. ¿Qué haces aquí? - respondió con seriedad.
- ¿Qué piensas que hago aquí? - sonreí - Vine a verte.
Alan me dejó pasar, pero no se veía muy animado. Estaba bastante enojado.
- No entiendo por qué no me dijiste antes que tu papá iba a venir. Si me hubieras avisado, me hubiera preparado mejor - dijo molesto.
- Alan, no te enojes conmigo. Te juro que yo tampoco sabía. Me tomó por sorpresa. ¿Me quieres decir qué pasó? - le pregunté.
- ¿No te lo dijo tu padre? - preguntó sorprendido.
- No, no me dijo nada. Solo me dijo que estaba enojado contigo. ¿Por qué? Pero si no quieres decirme, puedo irme entonces - respondí.
- No, no te vayas - suspiró - Es que no pasó gran cosa. Él prácticamente me dijo que yo no era buen profesor y yo le dije que él no era buen padre.
- ¡Alan! ¿Cómo pudiste decir eso? - exclamé sorprendida.
- Bueno, estaba muy enojado. Él no fue nada amable. Solo quería defenderme con eso - justificó.
- No es un buen comienzo. ¿Te imaginas si él sabe algún día de lo nuestro? Después de esto, no va a querer verte ni en fotografía - le dije preocupada.
- Ya lo sé, pero fue culpa de los dos - admitió Alan.
- No entiendo qué pasó. Cuando se conocieron la primera vez, todo iba bien. No paraban de hablar de ti. Creían que eras una eminencia - comenté confundida.
- Si consigo que puedas hablar con él de nuevo, ¿lo harías? - le propuse.
- No lo sé... no sé si sea buena idea - respondió dubitativo.
- Vamos, hazlo por mí, por favor Alan - dije haciendo pucheros.
- Siempre me ganas con esa carita, es imposible decirte que no... está bien, hablaré con él, siempre y cuando tenga otra actitud - accedió finalmente.
- Sí, sí, lo prometo. Te amo, ya tengo que irme, no saben que salí - dije mientras Alan me tomaba de la cintura.
- No te vayas, por favor quédate - pidió.
- ¿Me propones quedarme toda la noche? - pregunté con una sonrisa pícara.
- Mi cama te extraña mucho - respondió Alan.
- Estás loco, si no llego en la mañana me matan... ni siquiera pude traer mi auto - respondí con una risa.
- Bueno, podemos irnos en la madrugada, claro si tú quieres... di que sí - dijo haciendo pucheros.
- Entonces tendré que decir que sí - dije mientras nos abrazábamos.
La tarde continuó con películas, videojuegos, libros y bromas, pero llegó la hora de dormir.
- Alan... mmm... no tengo nada para dormir, no quiero dormir con mi ropa - dije apenada.
- Ahí tienes mi armario, puedes ver si algo te sirve - ofreció Alan.
Encontré trajes, playeras, sudaderas, pero nada que se pareciera a un pijama. Finalmente, tomé una playera larga y salí hacia donde estaba Alan.
- Te ves sexy con eso - dijo sonriendo.