Un Profesor Encantador

Capítulo 38: Sueños olvidados

Narra Brenda

 

Tratando de no hacer ruido, subí rápidamente a mi habitación. Eran las 6 de la mañana y, aunque estaba cansada, me costaba conciliar el sueño. Me sentía extraña estando sola después de haber estado rodeada por los brazos de Alan.

 

Como era sábado y no tenía planes, decidí dormir hasta tarde, incluso hasta el mediodía. Pero justo cuando estaba a punto de quedarme dormida de nuevo, alguien tocó a mi puerta.

 

Toc-toc (golpean la puerta)

 

- ¿Quién es? - pregunté adormilada.

 

- Soy yo, hija. ¿Puedo pasar? - dijo mi papá.

 

- Adelante - respondí somnolienta.

 

Mi papá entró en la habitación y se acercó a mí.

 

- Lo siento, hija. No quería hacerte sentir mal. Estoy dispuesto a arreglar mi error. Pedí en la escuela el número del profesor Freeman y lo llamaré para pedirle disculpas hoy mismo.

 

- ¿De verdad? - dije entusiasmada.

 

- Claro. La primera vez estaba muy nervioso y reconozco que fui muy grosero.

 

Me sentí aliviada y agradecida por las palabras de mi padre. Salté a sus brazos y lo abracé.

 

- Gracias, papá.

 

Después de un rato, me disculpé yo también por haberme comportado mal con él.

 

- Discúlpame tú a mí por haber sido muy dura contigo - dije apenada.

 

- No pasa nada, mi niña - dijo mi papá, abrazándome.

 

Después de que mi padre se fue, llamé a Alan. No tardó en contestar, pero antes de que pudiera hablar, interrumpí.

 

- Hola, mi príncipe - dije sonriendo.

 

- Hola, mi princesa - respondió él, también sonriendo.

 

- Escucha, amor, te llamaba para decirte que mi padre quiere hablar contigo para disculparse. Dijiste que hablarías con él.

 

- Está bien, pero quiero que sepas que lo hago por ti - dijo Alan.

 

- Gracias, gracias, gracias. Te amo, te amo, te amo - dije sonriendo.

 

- Yo también te amo... y quiero llevarme bien con mi suegro - dijo Alan, sonriendo.

 

- Hasta pronto, amor. Será mejor que corte, mi papá debe estar por llamarte.

 

- Cuídate, hermosa.

 

Narra Alan

 

Ni bien cortó Brenda, mi celular no tardó en sonar otra vez con un número desconocido. Era mi suegro.

 

- Hola - contesté.

 

- Señor Freeman, soy Walter Brown, el padre de Brenda.

 

- Sí... ¿Qué se le ofrece? - pregunté, un poco sorprendido.

 

- Quería disculparme con usted por cómo lo traté. Reconozco que fui muy duro con usted. ¿Le parece si nos juntamos hoy a las 6 pm en el Bar Libertad para tomarnos unas cervezas?

 

- Me parece bien. Lo veo ahí - dije, y colgué.

 

Siendo sincero, estaba nervioso. Después de todo, iba a encontrarme con mi suegro, aunque él no lo sabía. Después de que la primera vez no nos fue bien, no sabía qué esperar ahora.

 

Cuando llegué al bar, él ya estaba sentado en una mesa.

 

- Creo que es mejor ahorrarnos la parte en la que nos disculpamos. Creo que ambos sabemos que nuestra actitud fue incorrecta - dijo decidido.

 

- Me parece bien - dije, asintiendo.

 

- Bien, primero que nada, creo que nunca le dije mi nombre. Soy Walter, Walter Brown - dijo mi suegro.

 

- Alan Freeman - respondí, presentándome.

 

- Bueno, ahora sí me gustaría hablar de mi hija. Para eso estamos aquí, pero ¿por qué no me cuentas algo de ti para empezar?

 

Pedimos una cerveza y, después, pasé casi media hora tratando de explicarme.

 

- Eres muy joven. ¿Has pensado en casarte? ¿Tienes novia? - preguntó mi suegro.

 

Al escuchar eso, sentí que un cinturón imaginario aplastaba mi cuello. Traté de sonar lo más tranquilo posible, pero la pregunta me descolocó. Aunque lo entiendo, ¿cómo iba a saber él que mi novia era su hija?

 

- ¿Novia? Es complicado... difícil de explicar - dije, tratando de desviar la conversación.

 

- Entiendo... Sabes, una de las cosas que me preocupa de mi hija es que tenga novio. Para eso necesito que seas honesto, no como profesor, sino como alguien allegado a ella. Me he enterado de que tú eres su profesor favorito, ella te tiene mucha confianza. Entonces... ¿sabes si mi hija está saliendo con alguien? ¿Sabes si tiene novio? - preguntó mi suegro.

 

- ¿Saliendo con alguien? ¿Novio? ¿Su hija? No, señor, yo no podría decirlo. ¿Pasa algo con ella? - pregunté, preocupado.

 

- No es que no quiera que tenga novio, obviamente está creciendo, pero me preocupa por qué está dejando sus sueños. Estoy seguro de que lo está dejando por él. Verás, desde chica ella ha querido estudiar Literatura - explicó mi suegro.

 

- Lo sé, ella me lo ha comentado y realmente tiene mucho talento. Sé que si se lo propone, llegará muy lejos - dije, tratando de aliviar su preocupación.

 

- Sí, estoy de acuerdo contigo. Brenda tiene un sueño increíble de estudiar en el M.I.T. en Boston, el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Todos sabemos lo desafiante y costoso que es estudiar allí, y es admirable el nivel de esfuerzo que ella ha puesto para lograrlo. Hace año y medio, comenzó a tramitar una beca para poder estudiar en esa universidad. Sin embargo, recientemente su mamá me comentó algo sorprendente: Brenda está considerando la idea de quedarse a estudiar aquí. Me parece algo incomprensible después de tantos años de sacrificio y madrugadas para perseguir su sueño. Estoy seguro de que su decisión está influenciada por su novio. ¿Qué opinas tú al respecto? - expresó el padre de Brenda.

 

Me sentí culpable en ese momento. Brenda nunca me había mencionado que quisiera estudiar en el M.I.T., y no sabía cómo reaccionar. Me quedé sin palabras, paralizado por completo. ¿Acaso era mi culpa que ella estuviera considerando quedarse y abandonar sus sueños? Después de todo, yo era el novio del que hablaba su papá. Me invadió una sensación de incertidumbre y me pregunté si de alguna manera había influido en su cambio de planes.




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