Narra Brenda
- Ayer, hablaste con Laura – pregunté nerviosa.
Alan tardó en contestar, luego dijo:
- Ayer, después de nuestra conversación, la recordé y, aunque suene loco, sentí la necesidad de saber de ella. Marqué su número y resulta que aún lo conservaba... - su voz sonaba un tanto insegura.
- Oh, qué bien. No tiene nada de malo querer saber qué ha sido de su vida - respondí tratando de mostrar serenidad.
Aunque por dentro quería gritar.
- Bueno... en realidad, eso no es todo... - dijo mientras se llevaba la mano a la nuca - Ella va a venir.
Levanté una ceja, ¿qué quería decir con ese "va a venir"?
- Resulta que ella tenía planeado venir a Londres porque su papá va a inaugurar su nueva editorial de libros aquí. Y ahora que se enteró de que yo estoy viviendo aquí, bueno...
- Oh... mira qué bien, qué interesante. ¿Hay algo más que deba saber? - dije algo molesta
Mi tono de voz sonaba un poco molesto, a pesar de mis esfuerzos por disimularlo.
- Bueno, Brenda, necesito que seas comprensiva en esta parte - suspiró y continuó - Ella tenía problemas con el hotel en el que se iba a hospedar mientras estuviera aquí, así que le dije que...
- ¿Qué le dijiste? - pregunté presintiendo hacia dónde quería llegar.
Él suspiró y luego lo dijo:
- Que podía quedarse en mi departamento. De hecho, su vuelo llega hoy - dijo la última frase rápidamente.
Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida por la noticia.
- ¿Tú qué? - mi voz sonó entrecortada.
Alan trató de tranquilizarme:
- Solo será por un tiempo... no quiero que esto nos traiga problemas.
Traté de mantener la calma y le respondí con una sonrisa forzada:
- Oh no, no te preocupes, no hay problema. ¿Por qué habría problemas? Es súper normal que tu novio viva temporalmente con su ex. En serio, tómatelo con calma, disfruta su presencia. Solo me pregunto... ¿dormirán en la misma cama?
- Brenda, no quiero pelear, mucho menos aquí... escucha, pensé que mientras ella esté aquí, nosotros deberíamos mantener distancia, disimular más... mantenernos un tiempo alejados.
- ¡¿Qué?! Espera... ¿¡Me estás pidiendo que terminemos mientras ella está aquí?! ¿Qué te pasa?
- ¿Quieres terminar conmigo? – dije furiosa, sintiendo cómo la ira se apoderaba de mí.
- ¡No! No dije eso... Por supuesto que no quiero eso. Solo quería decir que no podré verte tanto como antes – respondió Alan, tratando de explicarse.
Una mezcla de celos, tristeza y furia se apoderó de mí. Sentí cómo las lágrimas empezaban a brotar sin control.
- Oh no, Brenda, no quiero verte llorar. Por favor, no llores... Me duele verte así – dijo Alan, con voz llena de preocupación.
- ¿No llorar? ¿No llorar me dices? – exclamé, sintiendo cómo la frustración se acumulaba en mi interior – ¿Te has dado cuenta de lo que está pasando o eres un idiota?
- No quiero lastimarte, de verdad. Por favor, no llores... Te amo – susurró Alan, con voz llena de sinceridad.
- Definitivamente eres un idiota... Eres la combinación perfecta entre un idiota y un tarado. A veces te comportas como un pelotudo – dije enojada, dejando salir toda mi rabia acumulada.
Él se quedó mirándome en silencio. Sin decir una palabra más, tomé mi mochila y salí corriendo del salón, sintiendo cómo la necesidad de escapar se apoderaba de mí.
Me refugié en las escaleras cercanas al baño de mujeres, soltando todas las lágrimas y los sollozos que había contenido. Alan no me siguió, me dejó allí sola, sumida en mi dolor. Decidí saltarme las siguientes dos clases, porque simplemente no tenía ganas de nada en ese momento.
Fue en ese momento cuando Ian, quien a veces iba a la preparatoria como tutor, me encontró llorando. Supuse que Anabela le había contado lo que había pasado, ya que no me preguntó nada al respecto.
- Tienes que entrar a tus clases, no puedes estar llorando aquí todo el día – dijo Ian, acercándose y abrazándome con ternura.
- Tienes razón, pero la siguiente clase es la de Alan... No sé si quiero verlo. Además, tendré falta por haberme saltado la mayoría de mis clases y eso quedará en mi expediente escolar - expresé con preocupación.
- Entiendo cómo te sientes, pero creo que es importante que enfrentes la situación y hables con él. Respecto a las faltas, no te preocupes demasiado. Varios profesores te vieron aquí, de hecho, llamaron a tu mamá... Suponen que estás enferma y, siendo una buena estudiante, son comprensibles contigo, considerando tu buen desempeño académico - respondió Ian, intentando tranquilizarme.
Ian tenía razón. Aunque mis ojos estaban hinchados por las lágrimas, decidí enfrentar mis miedos y dirigirme a la clase de Alan. Llegué al salón cuando la mayoría de los estudiantes ya estaba adentro, lo que dificultó mi oportunidad de hablar con él. Durante la clase, traté de evitar el contacto visual con Alan, intentando ocultar mi dolor.
Al finalizar la clase, esperé pacientemente a que todos salieran y me acerqué a Alan para conversar.
- ¿Estás bien? Reconozco que me comporté como un idiota - dijo Alan, mostrando arrepentimiento en su voz.
- Ya pasó. Quizás exageré un poco y no debí decirte todo eso... Pero es porque te amo - respondí, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar nuevamente.
Justo cuando Alan estaba a punto de abrazarme, giró rápidamente, asustándome, y exclamó:
- ¡Laura!