Un Profesor Encantador

Capítulo 44: La veo en todos lados

Narra Brenda

 

Aún estaba enojada, furiosa, triste y confundida. En el estacionamiento vi a mi mamá, y cuando me vio corrió a abrazarme.

 

- Hija, ¿estás bien? Me dijeron que faltaste a varias de tus clases - dijo sin dejar de abrazarme.

 

- Estoy bien, mamá... solo tengo mucho dolor de cabeza - dije sin soltar el abrazo.

 

- Estás esforzándote demasiado, hija - dijo mirándome a los ojos -. Debes tratar de dormir más, no levantarte tan temprano.

 

- Creo que tienes razón - respondí, bajando la mirada -. ¿Hablaste con mis profesores?

 

- Con la mayoría sí, y también con el director... no te preocupes, me dijeron que como eres tú, esto no iría a tu expediente.

 

- Gracias - dije, a punto de llorar.

 

- Vamos - dijo con ternura -, sube al auto, te llevaré al médico.

 

- ¿Al médico? - pregunté sorprendida -. ¿Para qué?

 

- Para que te den algo para el dolor de cabeza y para el estrés - respondió preocupada.

 

Subí al auto y me llevó al hospital. Estuvimos esperando media hora en la sala de espera y luego me atendieron.

 

- Brown, Brenda - dijo la enfermera.

 

- Sí - respondí, bajando la mirada - Soy yo.

 

- Pase, señorita - dijo - el doctor la atenderá.

 

Yo pasé y mi mamá me acompañó al consultorio. El doctor me revisó y luego le dijo a mi madre que estoy muy estresada. Después, se dirigió a mí con una mirada comprensiva y habló con suavidad.

 

- Hola, Brenda. Parece que estás pasando por un momento difícil - dijo el doctor, transmitiendo empatía.

 

- Sí, doctor. Me siento abrumada y agotada - respondí, dejando escapar un suspiro.

 

El doctor asintió y me entregó un paquete que decía "Forté Stress".

 

- Esto te ayudará a combatir el estrés, pero también es importante que descanses lo suficiente - explicó el doctor, preocupado por mi bienestar.

 

Después de unos minutos de conversación, el doctor se volvió hacia mi madre, quien me acompañaba.

 

- Señora, su hija está experimentando altos niveles de estrés - dijo el doctor con seriedad - Es importante que descanse lo suficiente y busque formas de relajarse.

 

Mi madre asintió y me miró con ternura.

 

- Siempre le digo que debe dormir más, doctor. Siempre se levanta temprano, incluso antes que nosotros - dijo, con una mezcla de preocupación y cariño en sus ojos.

 

Pasamos un buen rato en el hospital. El doctor hablaba con mi mamá, explicándole la importancia de cuidar mi salud mental y física. Ambos me reprochaban por descuidar mi descanso, creyendo que eso era la causa de mi malestar. Pero en lo más profundo de mi ser, sabía que mi dolor tenía otro origen: Alan Freeman. Cada vez que pensaba en él, compartiendo momentos con su ex, sentía una punzada intensa en todo mi cuerpo.

 

Después de salir del hospital, regresamos a casa. Me encerré en mi habitación, necesitando un momento para procesar mis emociones. Poco después, escuché el timbre de la puerta y me sorprendí al encontrarme con Ian y Anabela.

 

- ¡Brenda! ¡Te hemos estado llamando todo el día! - exclamó Ian, con una mezcla de preocupación y alegría al verme.

 

Desde que salía con Alan, nuestra amistad se había visto afectada. Me di cuenta de que los había descuidado, especialmente a Ian, y sentí un remordimiento en mi corazón. Quería reconectar con ellos, así que decidí unirme a su plan de ir a comer pizzas.

 

Pasamos horas riéndonos y recordando viejas anécdotas. Me di cuenta de lo mucho que había extrañado esos momentos de diversión y complicidad. Después, me acompañaron de regreso a casa. Al llegar, me encontré con las maletas de mi papá. Oficialmente, había vuelto a vivir con nosotras. Era como volver a ser una familia, y esa sensación de unidad me reconfortó.

 

Me fui a mi habitación y me acosté en la cama, sintiendo el peso de todas mis emociones. No quería pensar en nada, pero el recuerdo de lo que había pasado hoy con Alan invadía mi mente. La forma tan cruel en que se había comportado conmigo, y luego estaba Laura, quien no tenía la culpa de nada, ya que ella no sabía que yo era la "novia" de Alan. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, una tras otra, hasta que me quedé dormida, exhausta por la intensidad de mis sentimientos.

 

Narra Alan

 

Todo lo que había sucedido desde que Brenda encontró la carta había sido increíblemente incómodo. Laura había regresado a mi vida de manera inesperada, y ahora compartíamos mi departamento. No podía evitar sentirme atrapado en medio de esta situación incómoda, tratando de demostrarle a Brenda que no había nada entre Laura y yo.

 

Al llegar a mi departamento, exhausto después de un largo y pesado día, me encontré con Laura. La observé detenidamente, notando que había perdido peso desde la última vez que la vi.

 

- Hola - dijo tímidamente.

 

- Hola... ¿Ya terminaste de desempacar? - pregunté, intentando mantener la conversación en un tono neutral.

 

- Sí, gracias - respondió con una sonrisa amigable - No te preocupes, no ocupé mucho espacio.

 

- No hay problema. La verdad es que paso la mayor parte del tiempo en el trabajo, así que no te preocupes por mí - respondí, tratando de transmitir indiferencia.

 

Ella se limitó a sonreírme, pero por alguna razón, su sonrisa no parecía tan radiante como la de Brenda, la cual aún recordaba con claridad.

 

- Puedes dormir en mi cama, yo no tengo problema en dormir en el sillón - ofrecí, tratando de ser amable y considerado.

 

- Gracias de nuevo. Solo tengo que mandarle algo a mi jefe y luego iré a dormir - respondió con una sonrisa.




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