Narra Alan
Me encontraba en la cena de inauguración junto a Laura, pero últimamente me sentía extremadamente confundido acerca de mis sentimientos.
Casi no podía ver a Brenda y, cuando lográbamos hablar, pasábamos la mayor parte del tiempo discutiendo. Tenía que admitir que yo mismo estaba empezando a dudar de nuestra relación.
Y creo que ella lo sospechaba.
En la cena-baile, de repente apareció Brenda. Dios mío, se veía tan hermosa. Nunca antes la había visto con un vestido tan provocativo como el que llevaba esa noche.
Decidí que era el momento de hablar con ella, de explicarle lo que estaba pasando por mi cabeza, la confusión que me embargaba. Pero Brenda no quería escuchar, no me dejaba hablar. Solo quería echarme en cara a Laura, y así no podíamos llegar a ningún lado.
- ¿Hablar conmigo? ¿Para qué? Ni siquiera sé si me amas de verdad... - dijo Brenda, con la voz entrecortada por la emoción.
Sus palabras resonaron en mi interior, cuestionándome de manera justa. En realidad, yo mismo no estaba seguro de lo que sentía.
- ¿Por qué me haces esta pregunta? - respondí, tratando de evadir su interrogante mientras la confusión seguía atormentándome.
- ¿Por qué no me respondes ahora? ¿Me amas o no? - me contestó, con lágrimas a punto de brotar.
Entonces, justo cuando estaba a punto de responder, Laura llamó para realizar un brindis. Como yo era su invitado, decidí acompañarla. Sabía que Brenda estaba enfadada, pero ya no sabía qué más decirle para calmarla, así que simplemente la dejé.
Laura comenzó a dar su discurso, agradeciendo a todos los presentes, y luego me agradeció a mí.
Durante todo el tiempo que duró su discurso, mis ojos no podían apartarse de Brenda, que se encontraba entre el público. Sus hermosos ojos estaban a punto de derramar lágrimas, y su presencia no salía de mi mente.
Después de terminar su discurso, Laura me susurró al oído:
- Estoy muy feliz de tenerte aquí, como en los viejos tiempos
Yo simplemente le sonreí, pero en mi interior solo podía pensar en Brenda. En un abrir y cerrar de ojos, Laura estaba frente a mí, a punto de besarme. Me quedé inmóvil, paralizado, sin saber qué hacer. Y cuando finalmente reaccioné, ya estaba besándome. Aunque recordaba sus besos, ya no me producían ninguna emoción... absolutamente ninguna. Fue en ese momento que me di cuenta de que mientras la besaba a ella, en realidad buscaba los labios y los besos de Brenda, mi Brenda...
Reaccioné de inmediato y supe que Brenda debía estar presenciando todo. Me separé bruscamente de Laura y mis ojos empezaron a buscarla desesperadamente. La vi alejándose... mi corazón empezó a latir más rápido al verla retirarse.
- ¿Qué? ¿Qué está pasando? - preguntó Laura, visiblemente alterada.
- ¿Qué te sucede? ¿Por qué me besaste? Laura, nuestra relación terminó hace tiempo - dije, manteniendo cierta distancia entre nosotros.
- Lo sé... lo siento, fue un impulso, yo...
- Tengo que irme - la interrumpí, disculpándome rápidamente. - Lo siento.
Y allí estaba yo, corriendo para alcanzar a Brenda, sintiéndome como un completo idiota por la forma en que la había tratado desde que Laura apareció en escena.
Salí apresuradamente al estacionamiento y logré ver a Brenda subiéndose a su auto. Quería alcanzarla, pero sabía que ya no tendría la oportunidad. Grité "¡Brenda, espera!" pero mis palabras se perdieron en el aire, sin llegar a sus oídos.
Sin ánimos de regresar a esa estúpida cena-baile, subí a mi auto y decidí que necesitaba estar solo. Ir a mi departamento no era una opción en ese momento, así que simplemente comencé a conducir, dejando que la carretera se convirtiera en mi única compañía.
Narra Brenda
Estaba en el auto, sin tener claro a dónde ir. No quería llegar llorando a la casa de Anabela, donde se suponía que me quedaría después de ese estúpido baile. Tampoco quería regresar a mi casa en este estado. Solo deseaba estar sola, en un lugar donde nadie me encontrara, donde nadie me molestara. Quería desaparecer.
Continué conduciendo sin rumbo fijo y, después de unos minutos, llegué al lago donde Alan me había llevado una vez a una cabaña.
Bajé del auto sin tener la intención de quedarme o entrar. Me apoyé en la puerta y, para mi sorpresa, esta se abrió sin querer.
Decidí entrar a la cabaña, aunque no tenía ni idea de quién era su propietario. La última vez que estuve aquí, pensé que era de Alan, pero ahora ya no lo sabía. Vi un sofá y me senté en él, dejando que las lágrimas siguieran fluyendo.
Pasó mucho tiempo desde que empecé a llorar. Solo podía pensar en cómo habíamos llegado a esta situación... Hace tiempo estábamos aquí, tan felices, y ahora... solo podía llorar. Luego limpié mis ojos y, justo cuando estaba a punto de levantarme del sofá para irme, escuché que alguien abría la puerta. Me puse muy nerviosa y sentí miedo. Cualquier persona podía haber entrado. Cuando me giré, vi que era... Alan.
Una parte de mí se sintió aliviada de que fuera él y no un desconocido, pero por otro lado, estaba dolida y no quería verlo.
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? - dije enojada, sin poder ocultar mi sorpresa.
- Brenda, no puedo creer que estés aquí... te estaba buscando. Necesito hablar contigo... No tenía idea de que estabas aquí, pero algo me decía que viniera. Aunque no esperaba encontrarte.
- Si piensas quedarte aquí, yo me voy. No quiero estar contigo - respondí enojada, cruzando los brazos.
Mientras caminaba hacia la puerta, él tomó mi mano, deteniéndome.