Narra Brenda
- ¿Qué haces aquí? — le pregunté sorprendida al verlo parado ahí.
- Me dijeron que aquí era la reunión de profesores, ¿no es así? Yo soy profesor de esa escuela – dijo, formándose una sonrisa en su rostro.
No pude evitar sonreír también.
- Qué tonto eres, ¿por qué no me lo dijiste en la mañana? Vamos, pasa.
Claro... había olvidado que él también era profesor de mi escuela y también lo habían invitado.
- Esto es para ti – dijo, entregándome un ramo de rosas.
Iba a agradecerle, pero en ese momento llegó mi mamá y nos interrumpió, ya no pude decir nada.
- Hola, Alan, te estábamos esperando. ¿Vienes solo? Te dije que podrías traer a tu novia.
Él sonrió y respondió:
- Gracias, pero mi novia está ocupada en este momento – volteó a mirarme, tenía miedo de que fuera muy obvio.
- ¿Y esas rosas, hija? Son muy bonitas.
- Ah, sí, el profesor Freeman las trajo para adornar la mesa – dije nerviosa – Gracias, profesor – tratando de disimular.
- No hay de qué – dijo Alan sonriendo.
Él se sentó en la mesa con los demás maestros y yo fui a ayudar a mamá en la cocina.
- ¿Puedes sostener esto, por favor? — me pidió, dándome un cucharón.
Mientras cocinábamos, aprovechamos para tener una plática madre e hija, algo que no hacíamos desde hace tiempo.
- Entonces, hija... ¿Estás enamorada de alguien?
Me sonrojé... ¿acaso era tan evidente que estaba enamorada? Por alguna extraña razón, le respondí:
- Sí, mamá – bajando la mirada.
- Cuéntame sobre él, hija. Comparte tu felicidad conmigo.
Comencé a contarle sobre Alan, pero lógicamente no le dije su nombre ni su edad.
Después, mi mamá me miró a los ojos.
- Se nota que estás enamorada, nunca te vi tan radiante y con una sonrisa tan perfecta.
Mientras ayudaba a servir la sopa, sonó el timbre.
- ¿Más maestros? – pregunté.
- No lo sé, ve a abrir.
- Pero tengo esto en las manos – dije, sosteniendo la sopa caliente.
- No te preocupes, puedo ir a abrir si no les molesta – ofreció Alan, quien parecía haber estado escuchando nuestra conversación con mamá.
- Muchas gracias, Alan – agradeció mi mamá.
Narra Alan
Abrí la puerta y me llevé una gran sorpresa al encontrarme con Laura.
- Laura, ¿qué haces aquí? - pregunté sorprendido.
- Alan, ¿qué haces tú aquí? - respondió sorprendida al verme.
- Por favor, responde a mi pregunta - insistí.
- Yo vine a entregar este abrigo que se olvidaron en mi evento de anoche... por suerte la dueña, amm "Brenda", dejó sus credenciales adentro y pude ver que era de ella... ¿Qué haces tú en su casa?
- Tengo una reunión de trabajo aquí - expliqué.
- Bueno, yo tengo que entregar esto... ¿Está la señorita propietaria de este abrigo?
Narra Brenda
Alan tardaba en la puerta, así que fui a ver qué ocurría. Me sorprendí al ver a Laura. ¿Qué hacía ella aquí? Al verme, dijo:
- Oh, eres Brenda, ¿verdad? Toma, esto es tuyo - dijo, entregándome mi abrigo - te lo olvidaste anoche en el baile. ¿Por qué te marchaste tan rápido?
Me quedé sin palabras, miré a Alan buscando una respuesta. No dije nada y, de repente, mamá apareció detrás de nosotros.
- ¿Qué sucede aquí?
- Nada, mamá. Tenemos visita - respondí.
- Oh, hola. Soy Laura Miller - se presentó, extendiendo su mano.
- Oh, debes ser la novia de Alan - asumió mi mamá, estrechando su mano - Pasa, por favor.
- Ella no es... - intentó aclarar Alan.
- Vamos, todos al comedor - interrumpió mi mamá - La comida ya está lista.
De repente, Laura estaba en mi casa con Alan y yo, sin comprender qué sucedía. Quería gritarle que no lo tocara.
- Alan, qué bien que trajiste a tu novia. Es refrescante tener a jóvenes entre nosotros - bromeó mi mamá, provocando risas entre los profesores.
- Ella no es mi... - Alan intentaba aclarar, pero siempre era interrumpido.
Laura se sentó junto a Alan, donde se suponía que yo me sentaría. Me quedé de pie, viendo cómo coqueteaba con él.
- Hija, siéntate. ¿No vas a comer?
No quería sentarme y ver a Laura coqueteando con mi novio, pero si me iba, levantaría sospechas. Además, quería ver cómo reaccionaba Alan.
- Sí, mamá - respondí, y me senté frente a Alan.
Durante la comida, Laura no cesaba de coquetear con Alan. Ya no lo soportaba y necesitaba alejarlo de ella. Discretamente, deslicé mi mano por la mesa, tomé un vaso de jugo y derramé el líquido sobre Alan. Él se levantó y yo fingí que había sido un accidente.
- ¡Ay, perdón, profesor Freeman! - exclamé levantándome y tomando una servilleta - Fue un accidente.
Me acerqué a Alan para secar su saco con la servilleta.
- Hija, debes tener más cuidado... mira lo que has hecho - reprochó mi mamá.
- Sí, mamá, lo siento, profesor - respondí, tomando otra servilleta de la mesa.
- No hay problema... los accidentes pasan - dijo Alan, pareciendo notar que lo había hecho a propósito.
- Venga conmigo, le daré un traje de mi esposo y pondré eso en la lavadora - ofreció mi mamá.
- No hace falta que se moleste - se opuso Alan.
- Mamá, puedo acompañarlo yo, quiero reparar mi error - propuse.