Narra Brenda
Noté que se volvieron a mirar.
- ¿Y bien? ¿Con quién estuve saliendo? – pregunté nuevamente.
- Bueno, tuviste un pequeño romance con Tito... ¿Lo recuerdas? – dijo Anabela antes de que Ian pudiera hablar.
- ¿Tito? – Pregunté sorprendida – ¿Tito, el capitán del equipo de baloncesto?
Lo recordaba, pero no me parecía el tipo de chico con el que yo saldría. Cuando me lo mencionaron, vinieron a mi mente imágenes de él y yo, pero no sentía que lo hubiera amado. Sentía que había alguien más en mi vida.
- Sí, lo recuerdo. ¿Cómo pasó eso? ¿Por qué salí con él? No me parece que fuera mi tipo.
- Fue en el baile – dijo Anabela.
- ¿El baile ya pasó? No puede ser, me he perdido tantas cosas en mi último año.
- Técnicamente no te las perdiste, estuviste ahí, solo que no lo recuerdas... – dijo Ian.
- ¡¡¡IAN!!! – exclamó Anabela golpeándolo con el codo.
En ese momento, vinieron imágenes de nosotras dos a mi mente. Empecé a recordar cómo empezó nuestra amistad y lo mucho que nos divertíamos.
- ¿Anabela? ¿Eres tú? – pregunté.
- Sí, ¿puedes recordarme? – preguntó sonriendo.
- Claro, eres mi nueva mejor amiga – respondí alegremente y ella me abrazó.
- Ian tiene razón, ni siquiera puedo recordar cuándo empecé las clases, y sigo teniendo este estúpido presentimiento de que hubo alguien más en mi vida.
Anabela e Ian intercambiaron miradas una vez más.
- ¡Por qué rayos no dejan de mirarse! – Exclamé – Saben, tengo que descansar. Me alegró mucho haberlos visto... trataré de ir a la escuela pronto.
Dicho esto, ellos se despidieron de mí y me quedé dormida por un rato. Me costó conciliar el sueño, ya que empecé a tener un sueño vívido.
En mi sueño, me encontraba en una acogedora cabaña junto a un chico misterioso. Aunque no podía ver su rostro, sus ojos azul cielo me hipnotizaban con su mirada penetrante. Sentía una profunda tristeza en el sueño, pero él me reconfortaba al acariciarme suavemente. Era una sensación extraña, pero sentía una conexión inexplicable con él. Anhelaba su presencia y no quería que dejara de tocarme ni de besarme.
Al despertar al día siguiente, me sentía abochornada y con dolor de cabeza. Mi mamá estaba en la cocina preparándome el desayuno, y mi hermana Ingrid también estaba allí. Me uní a ellas en la mesa.
- ¿Te sientes mejor? ¿Pudiste recordar algo? – preguntó Ingrid con preocupación.
- Solo pude recordar un poco de ayer, cuando mis amigos estuvieron aquí. Es curioso cómo mencionar a alguien puede desencadenar recuerdos en mi mente. Pero aún no puedo recordar momentos por mi cuenta, es frustrante - respondí con frustración.
- El médico dijo que es normal. No te preocupes, pronto recuperarás todos tus recuerdos. No te presiones demasiado - me reconfortó mi mamá.
- Eso espero. Esto es desesperante. Pero bueno, estaré en mi habitación, intentando recordar algo. ¿Está bien? - pregunté, buscando un poco de privacidad.
- Por supuesto, cariño. Si necesitas algo, solo llámame - respondió mi mamá con cariño.
Así que subí a mi habitación, decidida a revisar todo lo que pude encontrar. Comencé por las fotografías, y me resultó curioso cómo podía reconocer a las personas en ellas. Los recuerdos empezaron a fluir, pero aún sentía que había algo o alguien importante que se me escapaba.
Después de examinar las fotografías, continué buscando más recuerdos. Abrí el armario y pensé que ya había sacado todo, pero entonces noté una caja plateada que estaba oculta debajo de una caja roja. La saqué y la coloqué en mi cama. Al abrirla, encontré dos notas. Una decía: "Para: Brenda" y la otra decía: "Úsame". Al sacar lo que había dentro, me quedé perpleja al descubrir un vestido que parecía ser de novia. Lo volví a guardar en la caja y la devolví al armario. Luego, saqué la caja roja y la puse en mi cama. Encontré un libro cuyo título no recordaba haber leído. Lo abrí y en la primera página había una dedicatoria que decía:
"Este es el primer libro que escribí, espero que cuando lo leas pienses en mí con amor... Alan Freeman".
"Alan Freeman", no podía recordar ese nombre. Abrí el libro y encontré un papel con una dirección que no reconocía. Miré detrás del papel y vi la frase "mi amor" acompañada de corazones. Me sentí confundida. Guardé el papel nuevamente dentro del libro y lo dejé en mi mesita de noche.
No sabía por qué Alan Freeman me había dedicado un libro, pero decidí dejar su lectura para después y seguir explorando las cosas que había en esa caja.
Empecé a sacar las cosas de la caja roja y me encontré con un montón de basuras de chocolates, boletos de funciones de teatro y cine, y post-its con fechas anotadas, todos adornados con corazones. "Qué cursi", pensé mientras seguía explorando. Fue entonces cuando encontré una tira de fotos de una cabina de fotos. Me desconcerté al ver que en todas las fotos estaba yo con alguien, alguien que parecía ser un poco mayor que yo. Intenté recordar quién era, pero no lograba hacerlo. En las fotos, ambos estábamos haciendo caras raras y parecíamos estar pasando un buen rato juntos. Pero seguía sin tener ni idea de quién era esa persona. Volteé la tira y solo decía "Shaftesbury". No tenía ningún recuerdo de haber estado en ese lugar, pero al parecer estuve allí con él. Dejé las fotos por un momento y seguí revisando la caja. Fue entonces cuando encontré otra foto, esta vez era solo de aquel chico. Tenía una sonrisa encantadora y sus ojos azules como el cielo capturaron mi atención. Me sentí confundida y comencé a cuestionarme más.