Narra Brenda
Me separé ligeramente de sus brazos, sintiendo una mezcla de emociones.
- Debes tener paciencia conmigo. No puedo recordarte, no sé exactamente lo que siento por ti. Sé que es intenso, y eso me hace pensar que podría ser amor, pero... ¿y si no puedo recordar nuestra historia juntos? ¿Y si nos aburrimos el uno del otro? ¿Y si te cansas de mí? ¿Y si...?
Alan me interrumpió con un beso suave pero apasionado.
- Brenda, mi amor... Te conozco de verdad, y sé que en el fondo también me conoces a mí. Por eso me diste esta oportunidad. Haré todo lo que esté a mi alcance para que vuelvas a ser completamente mía. Y si eso no funciona, bueno, tendré que enamorarte de nuevo... ¿Confías en mí?
- Quiero confiar en alguien que no me mienta. ¿Me prometes que no me mentirás? ¿Me prometes que siempre me dirás la verdad? Eso es lo único que te pido.
- Te lo prometo - respondió él con convicción.
No pude resistirme y volví a besarlo, dejándome llevar por la dulzura de sus labios. En ese momento, todo parecía encajar perfectamente, como si nada hubiera pasado.
- Tengo que irme. Mis padres estarán esperándome.
- ¿Qué haremos respecto a eso? - preguntó él, preocupado.
- Ellos no me dijeron la verdad. Decidieron ocultármelo. No quiero que arruinen esto ahora, así que por ahora no les diré nada... Estoy segura de lo que estoy diciendo.
Me despedí de él y tomé un taxi de regreso a casa. Durante todo el trayecto, no pude dejar de sonreír como una tonta. Me sentía tan completa, tan llena de felicidad. Pero cuando llegué a casa, la sonrisa desapareció de mi rostro. Me sentí molesta al darme cuenta de que me habían ocultado la verdad, de que habían guardado parte de mi pasado en secreto. Sin embargo, no quería permitir que eso arruinara este momento tan especial con Alan. Decidí evitar a mis padres por ahora y subí a mi habitación, donde me dejé caer en la cama. Como una chica enamorada, no podía borrar la sonrisa de mi rostro. Aún podía saborear el dulce sabor de los besos de Alan en mis labios.
Poco a poco, me fui quedando dormida y comencé a soñar. Me encontraba de nuevo en aquella cabaña, llorando desconsoladamente. De repente, Alan apareció. Al principio del sueño, sentía una profunda tristeza, pero él comenzó a hablar conmigo, consolándome. Era muy similar al sueño que ya había tenido antes. Cuando nos besamos, sentí que todo cobraba vida de nuevo. Durante el sueño, Alan y yo nos entregamos el uno al otro con pasión y amor. Podía sentir sus labios recorriendo cada centímetro de mi cuerpo... Desperté algo alterada, pero supe en mi corazón que eso no había sido un sueño. Había sido un recuerdo, una conexión profunda con nuestro pasado compartido.
Era el primer día de clases y estaba emocionada por regresar formalmente a la escuela. Me desperté temprano, como solía hacerlo en el pasado. Eran las 6 am y mi mamá ya estaba despierta, parecía recordar mi horario habitual. Me preparó el desayuno y a las 6:30 am se levantó mi padre y mi hermana. Nos despedimos con un beso en la mejilla, como solíamos hacerlo. Mi mamá me llevó a la escuela, ya que aún no tenía permiso para conducir. Al llegar, me encontré con el director y la bibliotecaria, quienes se alegraron de verme. A medida que avanzaba el día, me encontré con mis amigos Ian y Anabela en el estacionamiento. Aunque sentía cierta molestia hacia ellos por haberme mentido, seguía decidida a descubrir qué había sucedido durante todo ese tiempo que no podía recordar.
El día en la escuela transcurrió rápidamente y tenía planeado regresar temprano a casa. Comencé a caminar en esa dirección y de repente sentí que alguien me seguía. Giré cuidadosamente a ambos lados, pero no vi a nadie. En ese momento, un auto gris se detuvo a mi lado. Al bajar la ventanilla, alguien me dijo:
- ¿Por casualidad tendrías tiempo para pasar un rato agradable conmigo, Señorita Brown?
Era Alan, y no pude evitar sonreír al verlo.
- ¿Qué haces aquí? Quiero decir, es una sorpresa agradable, pero...
- La operación "Recuerdos" acaba de comenzar. Entonces, ¿subes al auto o bajo a buscarte?
- Estás loco... -dije mientras subía al auto, asegurándome de que nadie me viera.
- Estoy loco por ti... y ahora que te tengo de nuevo, no quiero separarme de ti ni un solo momento.
- ¿Y a dónde me llevarás?
Alan simplemente sonrió, sin decir una palabra...
Estar de nuevo con él era una locura. Ayer recordé varias cosas que parecían haber sido solo sueños, pero ahora sabía que eran recuerdos reales.
Lo miré fijamente y no encontré ningún defecto en él. Era como si siempre hubiera estado destinada a enamorarme de Alan.
Después de un viaje en silencio, comunicándonos con nuestras miradas, él finalmente dijo:
- Hemos llegado.
Miré por la ventanilla y vi un hermoso lago, con una cabaña en la orilla. En ese momento, recordé: era la cabaña de mis sueños, el lugar donde había estado con Alan.
- Recuerdo este lugar -dije, con una sonrisa en mi rostro.
- Y... ¿estoy yo en tus recuerdos?
- ¡Sí, definitivamente!
Bajamos del auto y nos acercamos a la cabaña. Alan giró la perilla de la puerta y al entrar, lo que vi me hizo derramar algunas lágrimas de emoción:
Había decenas de fotografías formando un hermoso collage en la pared, iluminadas por velas que creaban una atmósfera cálida y romántica. Cada imagen capturaba momentos especiales que habíamos compartido juntos, y eso solo hizo que mi corazón se llenara de amor y gratitud hacia Alan.