Un Profesor Encantador

Capítulo 62: El paraíso no es para siempre

Narra Brenda

 

Al despertar en la casa de Alan, sentí un vacío al estirar mi mano y no encontrarlo a mi lado.

 

- ¿Alan? - llamé, saliendo de la habitación.

 

Él salió de la cocina con una bandeja que sostenía un delicioso desayuno.

 

- Lamento haberme tardado, pero ya sabes que la cocina no es mi fuerte. Buenos días, amor - dijo con una sonrisa.

 

- ¿Desayuno en la cama? No recuerdo haber tenido un Alan tan romántico frente a mí.

 

- Bueno, hoy no es un día como los demás - respondió, misterioso.

 

- ¿Qué día es hoy? - pregunté confundida.

 

- Bueno, técnicamente es martes - dijo con sarcasmo -, pero me refiero a que es especial.

 

- ¿Quieres decirme que se celebra hoy?

 

- Digamos que es una ocasión especial.

 

- Bueno, en todo caso, gracias por el delicioso desayuno. Te amo.

 

Con una sonrisa, se sentó a mi lado en la cama y compartimos un momento íntimo mientras disfrutábamos de la comida. Cada bocado era un gesto de amor y cuidado por parte de Alan. Después de terminar, él se levantó y se acercó para darme un cálido abrazo antes de acompañarme de regreso a casa. Como siempre, encontró la manera de estacionarse a tres cuadras de distancia para proteger nuestra privacidad y evitar que nos descubrieran. Cada pequeño detalle de su comportamiento romántico hacía que mi corazón se acelerara y me recordaba lo afortunada que era de tenerlo a mi lado.

 

- Hemos llegado - anunció al detenerse frente a mi casa.

 

- Quiero agradecerte por una noche maravillosa - dije, tomando su mano.

 

- Ojalá pudiera despertar junto a ti todos los días. Ese es uno de mis sueños más grandes - besó suavemente mi mano -. Ahora, más tarde veremos películas en mi casa. No quiero desperdiciar este día...

 

Me acerqué a él y, entre besos, le susurré:

 

- Cuenta con eso. Te veré en tu departamento.

 

Alan sonrió, nos dimos otro beso y me dirigí a mi casa.

 

Al entrar, encontré a mi familia aún desayunando.

 

- Hola, hija. Es un privilegio tenerte en casa. Últimamente apenas pasas tiempo con la familia, ¿qué está pasando?

 

- Mamá, te avisé que pasaría la noche con Anabela - respondí tratando de sonar tranquila.

 

- ¿Estás saliendo con alguien? - preguntó mamá directamente.

 

- No, mamá. ¿Por qué preguntas eso?

 

- Te ves diferente... No quiero que nos estés mintiendo de nuevo.

 

- ¿A qué te refieres con "de nuevo", mamá? No recuerdo haber mentido antes o quizás sigan siendo efectos de la amnesia.

 

- Olvídalo, hija... Solo si tienes algo que ver con alguien, solo dínoslo, ¿sí? No hay por qué tener secretos.

 

- Está bien, mamá. Te lo diré cuando haya algo que contar.

 

Sabía que estaban hablando de Alan, pero decidí mantenerme en silencio y subí a mi habitación. Pasé el resto del día allí, pensando en el pretexto que utilizaría para salir esta noche.

 

Papá entró a mi habitación interrumpiendo mis pensamientos.

 

- Hija, ya nos vamos. ¿Necesitas algo? - dijo dándome un beso en la frente.

 

- ¿Adónde van?

 

- Hoy tu hermana tiene una ceremonia en la universidad. Llegaremos en la noche, ¿de acuerdo? Si necesitas algo, por favor llámanos.

 

- Sí, cuídense.

 

Una sonrisa se formó en mi rostro. Me metí a bañar, luego me cambié y, aprovechando que mis papás no estarían en casa, decidí ir al departamento de Alan sin tener que idear algún plan.

 

Cuando llegué, me di cuenta de que no había nadie. Busqué en todas las habitaciones, pero no encontré rastro de Alan. Finalmente, vi una nota en su cama.

 

"Cariño, tuve que salir por trabajo, pero necesito un favor. ¿Podrías ir a la dirección que está al reverso y recoger algo que necesito? Gracias, es urgente.

 

Con amor: - Alan"

 

Al principio me desconcertó la nota. Se suponía que él quería verme aquí. Sin embargo, pensé que quizás realmente era urgente lo que necesitaba, así que me dispuse a cumplir con su solicitud. Tomé un taxi que me llevó a la dirección indicada...

 

- Bueno, señorita, llegamos - dijo el conductor del taxi mientras detenía el vehículo.

 

- ¿Está seguro? - pregunté, sin estar convencida. Me habían llevado a la calle de los restaurantes más lujosos de la ciudad.

 

- Aquí es la dirección que usted me dio - respondió el conductor.

 

- Aquí tiene - dije, pagando el viaje. - Gracias.

 

Bajé del taxi y comencé a buscar algún lugar que me diera una pista. Pero en el número de la calle que Alan me había dado, se encontraba uno de los restaurantes más hermosos de la ciudad. Miré hacia la puerta y allí estaba él, vestido con un traje y sosteniendo un ramo de Lirios Blancos en la mano.

 

Me quedé totalmente paralizada, y entonces él se acercó a mí.

 

- Sorpresa, amor, y feliz cumpleaños atrasado... ya tienes 18 años - dijo con una sonrisa.

 

No sabía cómo reaccionar. Alan había mencionado que era "mi cumpleaños atrasado" y había recreado la celebración para que no me sintiera como si me lo hubiera perdido. No supe si fue eso o el hecho de que Alan estuviera frente a mí con mis flores favoritas, pero las lágrimas comenzaron a brotar.

 

- Amor... ¿Por qué lloras? - preguntó él, preocupado.

 

- Todo esto es tan hermoso. Por eso te comportabas tan extraño hoy. Lo siento, siento no haber prestado atención a tus señales.

 

- Mi intención no era hacerte sentir que lo habías olvidado. Sé que te lo perdiste, así que quiero que esta noche sea especial para ambos. Por eso te traje aquí a cenar.




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