Un Psicópata Se Enamoro de Mi

Capítulo 3: Un Nuevo Amanecer

El tiempo no tenía significado en la habitación donde Marina estaba encerrada. No había ventanas, ni relojes, ni siquiera una pequeña rendija por la que pudiera adivinar si afuera era de día o de noche. Era como si estuviera atrapada en una dimensión aparte, un lugar donde solo existían las sombras y el eco de sus propios pensamientos.

Marina abrió los ojos lentamente, su cuerpo adolorido por la incomodidad de la cama en la que había dormido. O, al menos, lo intentó. No estaba segura de si había dormido o si su mente simplemente había colapsado en un estado de semiinconsciencia. Sus pensamientos estaban nublados, como si una espesa neblina se hubiera instalado en su cerebro.

"¿Qué día es hoy?" se preguntó, pero inmediatamente desechó la pregunta. El tiempo era irrelevante. Lo único que importaba era salir de allí. Pero ¿cómo? Su captor parecía conocer todos sus movimientos, todas sus intenciones. Era como si pudiera leer su mente, anticipando cada uno de sus pensamientos antes de que ella misma los tuviera.

De repente, un suave clic resonó en la habitación. Marina se tensó, girando su cabeza hacia la puerta. Su captor entró, trayendo consigo la misma bandeja de la vez anterior. Esta vez, sin embargo, había algo más en sus ojos, una especie de brillo que Marina no había notado antes. Algo que la hizo sentir una punzada de temor aún más intensa.

—Buenos días, Marina —dijo él, dejando la bandeja en la misma mesa que antes. Esta vez, había un desayuno más completo: una pequeña porción de huevos revueltos, tostadas, un vaso de jugo y un tazón de frutas—. Pensé que preferirías algo más variado hoy.

Marina no respondió. En lugar de eso, se limitó a observarlo, intentando descifrar sus intenciones. Su mente estaba alerta, pero su cuerpo traicionaba su necesidad de alimento. El hambre había pasado de ser una mera molestia a un dolor agudo que no podía ignorar por más tiempo.

—Marina —continuó él, su tono amable, casi suave—, no tienes que temerme. De verdad quiero ayudarte.

—¿Ayudarme? —Marina finalmente habló, su voz quebrada por la desconfianza—. ¿Ayudarme a qué? ¿A perder la cabeza en esta celda?

Él suspiró, como si lamentara que ella no pudiera entenderlo. Se sentó en una silla cercana, apoyando los codos en las rodillas, y la miró con una expresión que casi parecía... ¿dolor?

—Sé que esto es difícil de entender —dijo, su voz teñida de una profunda tristeza—, pero estoy haciendo esto por ti, Marina. Porque te amo.

Esas palabras hicieron que la sangre de Marina se helara. ¿Te amo? La frase resonaba en su mente, distorsionada por el miedo y la confusión. No tenía sentido. ¿Cómo podía este hombre, que la había secuestrado, que la mantenía prisionera, decirle algo así?

—No... no sabes lo que estás diciendo —susurró ella, sacudiendo la cabeza, como si intentara rechazar sus palabras físicamente.

Él se levantó de la silla y caminó hacia ella, sus movimientos lentos, deliberados. Se detuvo junto a la cama, inclinándose ligeramente para mirarla a los ojos.

—Lo sé mejor de lo que crees, Marina —murmuró, su voz suave como un susurro—. He pasado mucho tiempo observándote, estudiándote. Eres... eres todo lo que siempre he querido.

Marina sintió que un escalofrío recorría su espalda. Las palabras de él eran como un veneno, se infiltraban en su mente y la confundían aún más. Intentó alejarse de él, pero las esposas la mantenían anclada a la cama.

—Déjame ir —pidió, su voz temblorosa—. No tienes que hacer esto... No tienes que obligarme a estar aquí.

—No lo entiendes, Marina —replicó él, y por un momento, sus ojos mostraron un destello de desesperación—. No puedo dejarte ir. No ahora. No después de todo lo que hemos pasado.

Marina frunció el ceño, tratando de comprender lo que decía. ¿Todo lo que hemos pasado? No había “nosotros” en esta situación. Solo estaba ella, la prisionera, y él, su captor.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó finalmente, su voz rota por el miedo y la confusión—. ¿Por qué haces esto?

—Quiero que me ames, Marina —respondió él, sin la más mínima duda en su voz—. Quiero que entiendas que estamos destinados a estar juntos. Que este... —hizo un gesto hacia la habitación—, es solo un paso hacia algo más grande.

Marina se quedó sin palabras. Su mente no podía procesar lo que él estaba diciendo. Era como si hablara en un idioma completamente diferente, uno que ella no podía ni quería comprender.

—Esto es... esto es una locura —murmuró, sin siquiera darse cuenta de que hablaba en voz alta.

Él no mostró ninguna reacción a sus palabras. Simplemente se quedó allí, mirándola con esa expresión que era casi un ruego, una súplica silenciosa para que ella viera el mundo como él lo veía.

—Marina —dijo después de un largo silencio—, sé que ahora es difícil. Pero te prometo que, con el tiempo, todo tendrá sentido. Solo necesito que confíes en mí.

—¿Confiar en ti? —Marina soltó una risa amarga—. ¿Después de todo esto? ¡Me secuestraste! ¡Me tienes encerrada aquí como si fuera un animal!

—No eres un animal —respondió él, su voz firme pero llena de emoción—. Eres la mujer que amo. Y haré lo que sea necesario para protegerte, incluso si eso significa mantenerte aquí hasta que lo entiendas.

Marina sintió cómo la desesperación crecía dentro de ella. Sus palabras no tenían sentido, no había ninguna lógica en ellas. Pero el miedo a lo que podría hacer si lo desafiaba, la mantuvo en silencio. No quería provocarlo, no quería arriesgarse a descubrir qué podría hacerle si lo llevaba al límite.

Finalmente, él se dio la vuelta, como si sintiera que había dicho todo lo que podía decir en ese momento.

—Come, Marina. —Su voz ahora era más suave, casi susurrante—. Necesitas mantenerte fuerte.

Y con esas palabras, salió de la habitación, dejándola sola una vez más, sumida en una confusión que parecía no tener fin.

Marina miró la bandeja que había dejado. El hambre era cada vez más fuerte, pero el simple hecho de pensar en aceptar algo de él la llenaba de repulsión. Sin embargo, sabía que necesitaba mantener su fuerza, especialmente si quería encontrar una forma de escapar.



#5883 en Novela romántica

En el texto hay: crimen, psicopata, romance

Editado: 01.09.2024

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