Marina despertó en una celda diferente, una que parecía más espaciosa y extrañamente iluminada. El lugar tenía un aspecto inquietante, con paredes recubiertas de espejos que reflejaban su imagen desde todos los ángulos. La luz era tenue, creando una atmósfera surrealista y desconcertante.
La puerta de la celda se abrió lentamente, y el psicópata apareció en el umbral. Esta vez, vestía una túnica negra que se movía con un susurro. En sus manos, llevaba una serie de cintas adhesivas y una pequeña caja con una mezcla de herramientas y objetos extraños.
—Buenos días, Marina —dijo con una sonrisa fría—. Hoy tenemos un juego diferente para ti. Te encuentras en el Laberinto de Espejos.
Marina observó el entorno con desconfianza. Los espejos cubrían las paredes, el techo y el suelo, creando una ilusión de profundidad y confusión. Cada reflejo parecía multiplicar su imagen, distorsionándola de maneras perturbadoras.
—El laberinto está diseñado para confundir tu percepción y desafiar tu sentido de la realidad —continuó el psicópata—. Cada espejo refleja una parte diferente de ti misma, y tu tarea es encontrar una salida a través de este laberinto.
El psicópata sacó una de las cintas adhesivas y comenzó a colocarla en el suelo en un patrón intrincado, marcando un camino que parecía formar un laberinto dentro del laberinto.
—La cinta te guiará en tu búsqueda, pero no confíes en todo lo que ves —advirtió él—. Los espejos pueden engañarte y hacerte perder el rumbo. Debes mantener la calma y confiar en tus instintos para encontrar la salida.
Marina asintió, sintiendo una mezcla de temor y determinación. Comenzó a seguir el camino marcado por la cinta, avanzando con cautela. Cada paso que daba parecía amplificar el eco de sus movimientos, creando un sonido repetitivo y desconcertante.
A medida que avanzaba, los reflejos en los espejos cambiaban y distorsionaban su imagen. A veces, parecía ver figuras que no estaban realmente allí, y otras veces, sus propios movimientos se reflejaban con un retraso inquietante. La sensación de desorientación era abrumadora, y cada giro y esquina parecía llevarla a un punto muerto.
De repente, Marina se encontró frente a un espejo grande que no estaba cubierto por la cinta adhesiva. El espejo parecía emanar una luz extraña y perturbadora, y su reflejo en él era diferente al que había visto en otros espejos. Parecía más pálido y distorsionado, con una expresión de angustia que no reconocía como suya.
Marina se acercó al espejo, sintiendo una fuerte sensación de incomodidad. El reflejo en el espejo parecía estar más cerca de lo que debería, y el aire a su alrededor se volvía más pesado. Intentó tocar el espejo, pero su mano parecía atravesarlo como si fuera agua, creando un efecto de distorsión que la hizo sentir aún más atrapada.
—No te dejes engañar por las apariencias —dijo una voz detrás de ella, la voz del psicópata, que parecía provenir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo—. Los espejos reflejan tus miedos más profundos y tus inseguridades. No todos los reflejos son verdaderos.
Marina continuó explorando el laberinto, luchando contra la sensación de desesperación y confusión. Cada vez que pensaba que estaba cerca de una salida, el laberinto parecía reconfigurarse, llevándola a un nuevo enredo de espejos y cintas adhesivas.
De repente, uno de los espejos en el camino de la cinta se rompió con un sonido estrepitoso. La imagen en el espejo se fracturó en pedazos, y el suelo se llenó de fragmentos afilados. Marina se detuvo en seco, el corazón acelerado por la sorpresa. Los fragmentos del espejo reflejaban luces y sombras en un patrón caótico, y la visión de su propio rostro en los fragmentos parecía ser un mosaico de angustia y desesperación.
Mientras trataba de encontrar un camino a través de los escombros, Marina notó una pequeña puerta oculta detrás de una de las paredes de espejos. La puerta era de un metal brillante y estaba parcialmente oculta por un espejo grande que la cubría parcialmente. El reflejo en el espejo mostraba la puerta, pero el ángulo de visión hacía que pareciera estar mucho más lejos de lo que realmente estaba.
Marina se acercó a la puerta, moviéndose con cuidado entre los fragmentos de espejo. La sensación de estar siendo observada por una multitud de reflejos la ponía nerviosa, pero su determinación era más fuerte que su miedo. Con un esfuerzo, logró abrir la puerta, revelando una sala pequeña y oscura.
En el centro de la sala, había una caja de madera con un candado grande. El psicópata estaba esperando en la entrada, observándola con una expresión de satisfacción.
—Bien hecho, Marina —dijo—. Has logrado llegar al corazón del laberinto. Pero la verdadera prueba está a punto de comenzar.
Marina se acercó a la caja y comenzó a examinar el candado. La llave que le había dado anteriormente no parecía encajar, y el candado parecía ser de un diseño antiguo y complicado. Mientras intentaba abrirlo, sintió una creciente sensación de urgencia. Sabía que el psicópata no la dejaría descansar fácilmente.
—El laberinto —dijo el psicópata— ha sido un reflejo de tu propia mente. La confusión y la desesperación que has sentido son un reflejo de tus propios miedos internos. La caja representa el siguiente desafío: debes encontrar una manera de desbloquearlo y descubrir lo que hay dentro.
Marina sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros mientras seguía intentando abrir el candado. La caja podría contener cualquier cosa: una pista, un nuevo desafío, o algo aún más perturbador. Cada intento fallido hacía que el tiempo se sintiera aún más apremiante, y la presión de resolver el enigma del candado la estaba agotando.
Finalmente, después de varios intentos fallidos, Marina encontró una pequeña ranura en el candado que parecía no ser parte del diseño original. Con cuidado, introdujo un pequeño fragmento de metal que había encontrado entre los escombros del espejo y giró con firmeza. El candado se abrió con un clic satisfactorio.