Marina fue guiada por el psicópata a una nueva celda que parecía diferente a las anteriores. Esta habitación estaba decorada con un lujo inesperado: cortinas de terciopelo rojo, muebles elegantes y una gran alfombra que cubría el suelo. En el centro de la sala había una cómoda y una mesa con una pequeña comida sobre ella: pan, frutas y un vaso de agua.
—Bienvenida a tu nuevo espacio —dijo el psicópata, con una sonrisa enigmática—. Hoy vamos a probar algo diferente. Has mostrado una notable capacidad para enfrentarte a los desafíos, pero ahora te enfrentarás a algo que es mucho más sutil: la ilusión de la libertad.
Marina miró a su alrededor, desconcertada. La habitación era casi demasiado normal en comparación con las celdas anteriores, y el contraste le resultaba inquietante. Todo parecía tan cómodo y acogedor que no podía evitar preguntarse si era una trampa.
—Te he proporcionado comida y agua —continuó el psicópata—, y puedes relajarte aquí mientras desees. Sin embargo, lo que debes recordar es que esta comodidad es una ilusión. La verdadera libertad no se encuentra en un entorno agradable, sino en tu capacidad para liberarte de tus propias cadenas mentales.
Marina se acercó a la mesa y observó la comida con desconfianza. No había indicios de que estuviera envenenada o contaminada, pero la idea de que todo esto pudiera ser parte de un nuevo juego del psicópata la mantenía en alerta. Decidió tomar un poco de pan y comerlo, aunque la ansiedad se mantenía en su estómago.
—Esta habitación está diseñada para hacerte cuestionar tu percepción de la realidad —dijo el psicópata—. Todo lo que ves aquí puede ser un engaño. Lo que realmente importa es cómo reaccionas a la ilusión y cómo decides enfrentar la verdadera libertad.
Marina se sentó en una de las sillas y miró alrededor, intentando encontrar alguna pista o indicio de que esto era parte de un nuevo desafío. La tranquilidad de la habitación contrastaba con la sensación constante de peligro que había experimentado. Se preguntaba si el psicópata estaba observando cada uno de sus movimientos a través de cámaras ocultas.
A medida que pasaba el tiempo, Marina comenzó a notar detalles sutiles que la inquietaban. Los espejos en las paredes reflejaban el mismo patrón de antes, y la luz parecía cambiar de intensidad sin razón aparente. La comodidad de la habitación se volvió opresiva, y Marina no podía evitar sentirse atrapada en una trampa psicológica.
De repente, la puerta de la celda se abrió de golpe, y un hombre vestido con un uniforme de policía entró en la habitación. Tenía una expresión seria y parecía estar buscando algo. La aparición del hombre fue tan inesperada que Marina se quedó paralizada por la sorpresa.
—¡Marina! —dijo el hombre—. ¡He venido a rescatarte! ¡Este lugar es una trampa!
El psicópata apareció detrás del hombre, su rostro lleno de una sonrisa cruel.
—Lamento informarte —dijo—, pero este "rescatador" no es lo que parece.
El hombre en el uniforme se volvió hacia el psicópata, y Marina notó algo inquietante en su comportamiento. La forma en que miraba alrededor con nerviosismo y su actitud un poco forzada le dieron una sensación de que algo no estaba bien.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el hombre con un tono de voz que parecía estar tratando de mantener la calma.
—Tu presencia aquí es parte de la ilusión que estoy tratando de mostrarle a Marina —explicó el psicópata—. Este "rescatador" no es más que una pieza en un juego mucho más grande. La verdadera prueba es cómo Marina responde a la situación.
Marina observó con creciente desesperación mientras el psicópata se acercaba al hombre en uniforme. De repente, el hombre se derrumbó en el suelo, su rostro contorsionado en una expresión de dolor y confusión. Marina vio que tenía una pequeña herida en el costado, y el hombre se retorcía mientras la sangre comenzaba a emanar de la herida.
—No te dejes engañar por las apariencias —dijo el psicópata, mientras se acercaba a Marina—. La ilusión de la libertad puede ser tan convincente que te haga cuestionar tu propia realidad. Lo que parece ser una oportunidad para escapar puede ser simplemente otro engaño.
Marina se levantó de su silla, su mente acelerada por el miedo y la desesperación. Sabía que debía mantenerse alerta y no dejarse llevar por la apariencia de la situación. La imagen del hombre en uniforme, herido y agonizando en el suelo, era un recordatorio brutal de lo peligroso que era confiar en las apariencias.
—Tu desafío ahora es aceptar la realidad tal como es —dijo el psicópata—. La verdadera libertad no está en escapar de un lugar físico, sino en liberarte de las ilusiones y los engaños que te rodean.
Marina se acercó al hombre en el suelo y trató de ayudarlo, pero él estaba demasiado herido para responder. La situación se volvió aún más desesperada cuando el hombre dejó de moverse, su vida extinguida por la herida.
—Recuerda —dijo el psicópata, con una sonrisa cruel—, cada momento de aparente calma puede ser una trampa esperando a ser activada. La verdadera libertad solo se encuentra al enfrentar la realidad, no en los espejismos que te ofrecen comodidad y seguridad falsa.
Con el corazón pesado y la mente llena de confusión, Marina se dio cuenta de que el verdadero desafío no era solo enfrentar los peligros físicos, sino también discernir entre la realidad y la ilusión. La habitación lujosa era solo un telón de fondo para una prueba mucho más compleja: la capacidad de mantener la claridad mental en medio del engaño y la desesperación.
El psicópata dejó la habitación, y Marina se quedó sola con el cuerpo del "rescatador" y la sensación de traición y desesperación. La ilusión de la libertad había sido desmantelada, y ella estaba más consciente que nunca de la necesidad de mantenerse fuerte y enfocada en su búsqueda de la verdad.
Mientras observaba la habitación que ahora le parecía más opresiva que nunca, Marina sabía que debía prepararse para enfrentar lo que viniera a continuación. Cada desafío la estaba llevando un paso más cerca de la libertad que tanto deseaba, pero también la estaba empujando a enfrentar los aspectos más oscuros de su propia mente y la realidad que la rodeaba.