Marina despertó en una sala inusualmente tranquila, en contraste con el caos que había enfrentado en el Laberinto de los Susurros. La habitación estaba decorada con un estilo barroco, con muebles lujosos y cortinas pesadas que cubrían las ventanas. El lugar parecía un salón de recepciones, pero algo en la atmósfera le daba una sensación de inquietud.
La puerta estaba entreabierta, y al acercarse, Marina vio que el pasillo exterior estaba vacío y en silencio. A lo lejos, el eco de sus pasos resonaba en las paredes, creando una sensación de soledad. Decidió avanzar con cautela, manteniéndose atenta a cualquier señal de peligro.
Al final del pasillo, encontró una nueva sala. En el centro había una mesa de banquete con una variedad de platos exquisitos, cada uno más apetitoso que el anterior. Aunque la comida parecía deliciosa, Marina se sintió desconfiada. Sabía que las apariencias podían ser engañosas en este lugar.
Mientras examinaba la mesa, una figura apareció en la entrada de la sala. Era un hombre con una expresión severa y un traje impecable. Su presencia imponía respeto, y su mirada penetrante parecía evaluar cada movimiento de Marina.
—Soy el Maestro de las Apariencias —dijo el hombre con una voz profunda—. Has llegado a una nueva fase del juego, donde las traiciones y las alianzas juegan un papel crucial. La verdad que buscas está cerca, pero antes debes enfrentar una serie de pruebas que pondrán a prueba tu lealtad y tu capacidad de discernimiento.
Marina sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que los desafíos anteriores habían sido difíciles, pero esta nueva prueba parecía tener una dimensión más personal. El Maestro de las Apariencias la condujo a una sala adyacente, donde encontró a dos figuras conocidas: dos de las personas que había conocido durante su estancia en el laberinto, una mujer y un hombre.
Ambos estaban sentados en una mesa, con una expresión preocupada en sus rostros. El hombre se levantó al ver a Marina y se acercó con un aire de desesperación.
—Marina, nos alegra verte —dijo el hombre con voz temblorosa—. Necesitamos tu ayuda. Este lugar está lleno de traiciones y engaños. Hemos descubierto que hay una trama para eliminar a todos los participantes que no sigan las reglas.
La mujer, con un rostro de preocupación, asintió en silencio. Marina los miró con escepticismo, sabiendo que no podía confiar ciegamente en las apariencias. Decidió escuchar y evaluar la situación antes de tomar una decisión.
—¿Qué pruebas tienes de esto? —preguntó Marina, manteniendo su tono neutral.
El hombre sacó un documento arrugado de su bolsillo y se lo mostró. El documento parecía ser un informe detallado sobre los participantes y las pruebas que estaban enfrentando. Había notas sobre estrategias y tácticas, y una lista de nombres que incluía el suyo y el de los otros participantes.
—Este informe nos lo entregó un miembro del personal del juego —explicó el hombre—. Nos dijo que los que no cooperen serán eliminados. No sabemos qué hacer, y necesitamos encontrar una manera de salir de aquí antes de que sea demasiado tarde.
Marina tomó el informe y lo examinó detenidamente. Aunque parecía auténtico, no podía descartar la posibilidad de que fuera una trampa. Sabía que debía ser cautelosa y considerar todas las posibilidades.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —preguntó Marina—. ¿Por qué están en esta sala?
La mujer se levantó y se acercó a Marina con una expresión de sinceridad.
—Estamos aquí para buscar ayuda —dijo—. Los otros participantes parecen estar divididos en facciones, y no sabemos en quién confiar. Pensamos que si unimos nuestras fuerzas, podríamos encontrar una salida juntos.
Marina asintió, pero no estaba completamente convencida. Sabía que la confianza era un lujo en este juego, y debía tener cuidado de no caer en una trampa.
—Voy a necesitar tiempo para analizar la situación y decidir qué hacer —dijo Marina—. No puedo actuar sin tener toda la información.
El Maestro de las Apariencias apareció nuevamente, interrumpiendo la conversación.
—Es hora de que te enfrentes a la primera prueba de esta fase —anunció—. Deberás tomar una decisión crítica que afectará el curso de tu camino. La sala a la que entraste tiene dos puertas: una lleva a la verdad, la otra a la traición. Debes elegir sabiamente.
Marina miró las dos puertas frente a ella. Una era de un color dorado brillante, mientras que la otra era de un gris apagado. No había indicios claros sobre cuál puerta llevaba a la verdad y cuál a la traición. Decidió que lo mejor era evaluar la situación con cuidado.
La mujer y el hombre comenzaron a argumentar sobre qué puerta elegir. El hombre insistía en que la puerta dorada era la opción correcta, mientras que la mujer favorecía la puerta gris. La discusión se volvía cada vez más acalorada, y Marina se dio cuenta de que sus opiniones estaban basadas en sus propios miedos y deseos.
Finalmente, Marina decidió que debía tomar la decisión por sí misma. Se acercó a la puerta dorada y la abrió con cautela. La habitación al otro lado estaba vacía, excepto por una única figura en el centro. Era una persona que Marina había visto en el Laberinto de los Susurros: el Maestro de la Mascarada.
El Maestro de las Apariencias se acercó y sonrió con una expresión de satisfacción.
—Has elegido sabiamente —dijo—. La puerta dorada lleva a la verdad, mientras que la puerta gris era una trampa para aquellos que no supieron discernir.
Marina se sintió aliviada pero aún cautelosa. Sabía que el juego no había terminado y que había más desafíos por enfrentar. El Maestro la condujo a través de una serie de habitaciones que parecían estar llenas de pistas y acertijos.
Cada habitación ofrecía desafíos únicos, desde rompecabezas complicados hasta pruebas de agilidad y astucia. Marina tuvo que utilizar todas sus habilidades y conocimientos adquiridos hasta ahora para superar cada obstáculo.