°✵.。.✰ Un Rayito De Esperanza ✰.。.✵°

EL REENCUENTRO

Él se llamaba Elian, y yo, Aveline. Nuestros nombres eran simples, pero había algo en ellos que resonaba con la historia que compartíamos, aunque no lo sabíamos hasta ese momento. A veces, el destino guarda los nombres más comunes para los momentos más extraordinarios, como si quisiera que todo se sintiera más natural, más cercano. Así nos sentimos ese día, al reencontrarnos, como si hubiéramos estado esperando todo este tiempo para ser, por fin, los que siempre debimos ser.

Elian y yo caminamos por las calles del viejo barrio, un lugar que ahora parecía más grande, más distante, pero al mismo tiempo, más familiar que nunca. Cada rincón me recordaba lo que habíamos sido, lo que habíamos perdido, y también lo que podríamos ser, si tan solo nos atreviéramos a enfrentarlo. El silencio entre nosotros no era incómodo, sino más bien reconfortante, como si nuestras almas se estuvieran poniendo al día, sanando las heridas que el tiempo nos había dejado.

—Aveline —dijo Elian, con su voz suave, pero decidida. Estábamos a medio camino de llegar a la vieja plaza donde solíamos sentarnos a hablar por horas, pero ahora el tiempo parecía distinto, más fugaz, como si nos apresuráramos a cerrar el capítulo que habíamos dejado abierto.

Lo miré, deteniéndome en medio de la calle. No necesitaba que me dijera nada más. La pregunta que ambos temíamos era inevitable. Había estado rondando en mi mente todo el tiempo, como una sombra que no lograba desaparecer. Y él lo sabía. Al fin, se atrevió a hablarla en voz alta.

—¿Tienes miedo? —preguntó, sin desviar la mirada.

Una pregunta tan simple, pero que tenía tantas capas de significado. ¿Miedo a qué? ¿A que el amor que alguna vez compartimos se hubiera perdido para siempre? ¿A que las cicatrices que el tiempo había dejado fueran demasiado profundas para sanar? Elian había sido mi refugio, mi consuelo, mi todo. Pero también había sido la fuente de mi mayor dolor.

Respiré hondo, sintiendo la brisa fresca acariciando mi rostro. No podía mentirle. El miedo estaba ahí, profundamente arraigado, pero había algo más, algo que lo eclipsaba.

—Sí, tengo miedo —admití, con una suavidad que me sorprendió. —Pero también sé que este miedo es solo parte de lo que tenemos que superar. No sé si podremos sanar todo lo que el tiempo nos robó, pero... quiero intentarlo.

Elian sonrió, una sonrisa que no era forzada, sino genuina. Aquella sonrisa que una vez había sido mi sol en los días más oscuros. No necesitaba más palabras para entenderme. La conexión entre nosotros era tan profunda que ni el paso del tiempo ni el dolor que habíamos vivido podían borrar lo que compartíamos.

—Yo también tengo miedo —confesó, acercándose a mí, de manera lenta, como si cada paso que diera hacia mí fuera un riesgo que estaba dispuesto a tomar. —Pero si hay algo que sé, es que lo que tuvimos no se puede olvidar. Y aunque las cosas hayan cambiado, hay algo que sigue aquí. —Puso su mano sobre su pecho, justo en el lugar donde mi corazón también latía con fuerza.

Lo observé, el aire entre nosotros se cargaba de un millón de sentimientos no dichos, de una historia que aún no había terminado. Y en ese instante, entendí que, aunque todo había sido complicado, no podía seguir huyendo de lo que el corazón pedía. Lo que alguna vez fue amor verdadero no desaparece, solo se transforma.

De repente, Elian dio un paso más y me tomó de la mano. No era un gesto esperado, pero era lo que necesitábamos. Me miró, y en sus ojos vi todo lo que las palabras no podían expresar. Vi la promesa de que, aunque el camino fuera incierto, no estábamos solos.

Entonces, sigamos caminando —dijo él, sus ojos fijos en los míos. —Sin miedo, aunque no sepamos a dónde nos llevará esto.

Asentí, sintiendo que el vacío que había estado tan presente en mi vida por tanto tiempo comenzaba a llenarse con una sensación nueva: la esperanza. La esperanza de que tal vez, solo tal vez, el amor que habíamos perdido pudiera ser encontrado de nuevo. O al menos, que el tiempo y el miedo no pudieran arrebatarnos lo que aún quedaba de nosotros.

Y caminamos, Aveline y Elian, dos almas que se reencuentran, sin promesas definitivas, pero con el corazón dispuesto a escribir un nuevo capítulo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.