Un rayo de esperanza

13. Mi tiempo sin Mónica, y un nuevo comienzo

El lunes 10 de agosto de 1970 empecé oficialmente mis estudios de ingeniería civil en la universidad. Aún me sentía desanimado, debido a la partida de Mónica. Esa sensación me acompañó durante buena parte del primer semestre, y esto se vio reflejado en mis notas.

–¡¿Qué coño significa esto, Tyler?!–preguntó mi padre enojado, al ver mis bajas calificaciones.

–No es nada, papá–respondí, fastidiado.

–¿Cómo que no es nada? ¡Mira nada más esas calificaciones! ¡Son un desastre! ¿Qué, acaso vas a la universidad a perder el tiempo?–papá me seguía bombardeando.

–Eso no te interesa–contesté.

–¡TYLER! ¡NO LE HABLES ASÍ A TU PADRE! ¡RESPETA!–gritaba mi madre desde el baño.

–Hoy vas a aprender a respetar, jovencito–dijo mi padre mientras se quitaba el cinturón.

–Uy, el señor se quita el cinturón para pegarme. Qué miedo. ¿Qué quieres, que salga corriendo a esconderme? Aparte, ¿no crees que estoy muy viejo como para que sigas pegando con eso?–seguía rezongando.

–¡CIERRA LA MALDITA BOCA!–mi padre dejó el cinturón y me soltó un puñetazo en la jeta.

Sentí el sabor a sangre correr por entre mis dientes. Lo miré con una mezcla de miedo y enojo, y corrí a refugiarme en mi habitación.

Después de llorar, vine a entender realmente el trasfondo del asunto. Comprendí que no me podía echar a morir sólo porque Mónica no estaba. Decidí que antes de estudiar daría una vuelta por el vecindario. Pero cuando estaba listo para salir, sonó el timbre. Era el cartero.

–¿Tyler Stojanović?–preguntó, al tiempo que noté que me miraba raro.

–Sí, soy yo–respondí, al tiempo que me daba cuenta que aún me brotaba sangre de la boca.

–Carta para usted, desde Vancouver.

Mi corazón se aceleró a mil por hora.

–¡Muchas gracias!–no pude ocultar mi emoción, y corrí de vuelta a la casa.

Fui rápido a mi habitación. Al llegar cerré la puerta, me limpié la sangre que aún me brotaba y me tiré en la cama para leerla. Decía así:

Vancouver, Columbia Británica.

Miércoles 21 de octubre de 1970.

De: Mónica Otero

Para: Tyler Stojanović

Hola, bebé:

Mi estadía en Vancouver ha sido fantástica. Desde que llegué no he dejado de pensar cuán hermosa es la ciudad, pero cuánto más lo sería si estuvieras a mi lado.

La universidad va bien. Me ha costado un poco por ser el comienzo pero ya he ido adaptándome. Obviamente no es lo mismo sin vos. Al principio me sentí morir por eso, pero me motiva el pensar que nos veremos de nuevo en las vacaciones.

Por cierto, ¿qué me contás de tu vida?

También quiero avisarte que el próximo 6 de diciembre llegaré a Toronto para las vacaciones.

No olvidés responderme, te amo.

Tu amor,

Mónica.

Al terminar de leerla, la apreté contra mi pecho, y suspiré su nombre. Esa carta de Mónica era la inyección de moral que me faltaba. Entonces la dejé sobre mi cama y comencé a estudiar mis materias.

Una semana después, respondí su carta:

Toronto, Ontario.

Viernes 30 de octubre de 1970.

De: Tyler Stojanović

Para: Mónica Otero

Hola amor:

Me alegra muchísimo haber recibido tu carta. Después que te fuiste, las cosas han estado un poco complicadas para mí. Te extraño y me encantaría volver a abrazarte. Ahora espero con ansias el 6 de diciembre.

Mis primeras semanas sin ti fueron duras, pero ya he logrado acostumbrarme. La universidad tampoco ha sido fácil, pero ya me he estabilizado. Te daré una sorpresa cuando llegues.

Que tengas un buen viaje cuando regreses.

Te ama,

Tyler.

Despaché la carta y fui a mi clase. Con respecto a la universidad, aunque empecé mal, logré nivelar mis notas y acabar con un buen promedio.

El 6 de diciembre no tardó en llegar. Ese día, en horas de la mañana, Mónica llamó desde Vancouver. Ya estaba en el aeropuerto. Me dijo que iba a subir al avión y que llegaría a Toronto después del mediodía.

Aún me quedaban clases hasta el miércoles siguiente, pero a las 2 de la tarde ya estaba esperando a Mónica en el aeropuerto. Para recibirla compré un ramo de rosas y un oso de peluche gigante. Su familia llevaba además un letrero enorme que rezaba: 'BIENVENIDA A CASA, MÓNICA'. En tanto se escucharon los altavoces del aeropuerto:

Se solicita a los familiares y conocidos de los pasajeros del vuelo 137 de Air Canada, procedente de Vancouver, dirigirse a la puerta de llegadas nacionales.



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En el texto hay: esperanza, amor, xenofobia

Editado: 25.08.2019

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