Un rayo de esperanza

20. Regresa la tragedia

Después de que Mónica superara el cáncer, pensamos que ya nuestra vida estaría libre de tragedias. Sin embargo, no podíamos estar más equivocados.

En marzo de 2006, mi madre falleció de un derrame cerebral. Tenía 77 años. La más afectada fue Mariana, que acababa de cumplir sus 22 años. Estaba a punto de terminar la universidad, y soñaba que mamá fuera a verla recibirse como abogada. Sin embargo, mi madre murió una semana antes del grado de Mariana. Eso la devastó.

Manuel, que ahora vivía en Montreal, llegó a toda prisa para el entierro. Era un hombre ya de 24 años, hacía dos años que se destacaba como ingeniero industrial y estaba a punto de casarse.
Milena tenía 18 y estaba a punto de terminar la secundaria.
Y Mohammed tenía 15, destacaba en su clase y acababa de conseguir novia. Toda la buena vibra que venía ocurriendo en el último tiempo se vio interrumpida por la muerte de mi madre.

El funeral y el entierro fueron muy sentidos. Mi padre y yo lloramos juntos, sentimos que nos habíamos quedado solos. Cuando fuimos a enterrar a mi madre, nos conmovió aún más la lápida con su epitafio, que rezaba así:

KAMILA TUDOR-STOJANOVIĆ (Belgrado, Yugoslavia, 14 de diciembre de 1928- Toronto, Canadá, 9 de marzo de 2006). Una madre amorosa y una esposa comprensiva que deja un vacío en nuestras almas. Te extrañaremos. Con amor, tu esposo Asmir, tu hijo Tyler, tu nuera Mónica, y tus nietos Martin, Mariana, Milena y Mohammed.

Después de eso, mi padre sólo resistió dos años más. Una mañana de primavera, en 2008, mi padre también murió. Resulta que ese día fui a despertarlo temprano en la mañana, a la hora que él acostumbraba levantarse, y no despertó. 'Debe estar muy cansado', pensé para mis adentros, y me fui un rato.

Varias horas más tarde, regreso y veo que aún no se movía. Ahí sí me alarmé: mi padre no era de los que dormía por largo tiempo, generalmente solo 6 horas. Puse mis dedos sobre su arteria aorta. Estaba quieta. No había nada que hacer. Mi padre nos había dejado silenciosamente.

Los servicios funerarios se pusieron en marcha de inmediato para realizar los procesos pertinentes. Me mostraron su lápida, que decía así:

ASMIR STOJANOVIĆ (Belgrado, Yugoslavia, 10 de agosto de 1922-Toronto, Canadá, 20 de abril de 2008). Esposo excelente y padre ejemplar. Tu esposa te espera con los brazos abiertos en el Reino de los Cielos. Te extrañaremos. Con amor, tu hijo Tyler, tu nuera Mónica, y tus nietos Martin, Mariana, Milena y Mohammed.

Me sentía horriblemente solo después de mucho tiempo. Primero fue en mi niñez, cuando me molestaban por mis orígenes yugoslavos. Y luego fue dos veces en menos de dos años. Mi madre murió cuando yo tenía 53 años, y mi padre, cuando tenía 55. Me di cuenta que no me quería morir por el dolor que esto le causaría a mis hijos y a mi esposa. Pero, claro, nadie es eterno en el mundo.

 



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En el texto hay: esperanza, amor, xenofobia

Editado: 25.08.2019

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