Un reemplazo para el diablo

capitulo 1: Introducción

El señor del inframundo mueve lentamente su pluma manchada con la sangre de los pecadores que han caído en el infierno. La cantidad de documentos que requieren de su aprobación es incluso mayor a la del día anterior; una guerra en el mundo humano ha provocado que el número de almas rencorosas y avariciosas que caían en el rio de los lamentos aumentara considerablemente. Los gritos de agonía y sufrimiento que antiguamente alegraban el ambiente del infierno se han convertido en un molesto zumbido debido a la sobrepoblación que existe. Su secretaria Belcebú está a punto de caer muerta producto del exceso de trabajo, las quejas provenientes de los departamentos de envidia y avaricia han consumido su energía; sus representantes Leviatán y Mammon exigían hablar con el ocupado rey del infierno acerca de los problemas de sobrepoblación que sus territorios estaban sufriendo. El teléfono infernal sonaba intensamente, los ángeles del cielo reclamaban la inmediata devolución de un difunto de buen corazón que había ido a parar al infierno por un error de papeleo, algo tan sencillo como encontrar un alma pura entre más de cien millones de almas corrompidas. Las puertas del infierno suenan sin parar, el guardián de tres cabezas Cancerbero la golpea inquietamente con su cola; hace más de un siglo que no juega con su amo y lo único que puede hacer para divertirse es masticar el cráneo podrido del ultimo demonio que intento escapar del infierno sin el permiso para hacerlo.

— Señor, el cielo sigue pidiendo la devolución de aquel difunto, ya es la millonésima vez que llaman, dicen que si no lo enviamos de regreso a donde pertenece en 12 horas enviaran un emisario a buscarlo personalmente ¿Qué puedo hacer...? si un ángel viene al infierno podría reavivar la guerra entre ambas fracciones — preguntaba belcebú alterada con unas pequeñas lagrimas rojas en sus ojos ante la gran cantidad de trabajo que tenía que realizar

— ¡¡Señor Satán, ya no podemos tolerar más este calvario!!— gritaba Mammon desde el otro lado de la puerta que llevaba a la oficina de Satanás— el infierno 16 está lleno, la poca comida que queda ya no alcanza para cubrir las necesidades mínimas de los demonios castigadores, a menos que aumente nuestros territorios y nos provea del alimento necesario los demonios de la avaricia ¡¡no trabajaremos!!— gritaba vigorosamente, acompañado del grito de apoyo de sus subordinados

— señor, el ministro Leviatán está al teléfono, los demonios de la envidia miran con recelo el terreno de los pecadores de la lujuria gobernado por el ministro Asmodeo, dice que a menos que usted tome cartas en el asunto, el personalmente se hará dueño de dichas tierras aun si eso implica hacerlo a la fuerza— decía la diablesa con voz temerosa— señor haga algo por favor..., una guerra entre dos pecados capitales provocara la muerte de miles de los de nuestra especie— añadía

— déjalos que se maten entre si— contesto el demonio humedeciendo lentamente su pluma en la tinta hecha de sangre, mientras miraba con melancolía por una pequeña ventana de su despacho el tenebroso cielo rojizo del infierno, donde nubes de fuego con la forma de rostros humanos sufriendo se mueven lentamente y tapan de vez en cuando el resplandor del sol oscuro que reina sobre todos los pecadores— ya no puedo soportar esto...— dijo finalmente el demonio luego de un momento de silencio

— ¿disculpe...? — pregunto su secretaria extrañada al no poder escuchar claramente lo que su superior dijo

— ¡¡¡ya no puedo soportarlo más...!!!— exclamo el poderoso demonio poniéndose violentamente de pie, en un arranque de ira que mando a volar todos los documentos que había sobre su mesa, durante unos minutos todos en el infierno guardaron silencio al sentir el poder del gran demonio enojado, su color de piel había cambiado completamente producto de la ira que sentía, de un intenso color rojizo por un fuerte azul oscuro.

— ¿se encuentra bien señor...? — preguntaba Belcebú temerosa ante la repentina reacción de su superior directo

— Dos mil años..., han pasado dos mil años desde que me senté en ese sillón a enfrentar día tras día la misma rutina, ya no lo puedo soportar más...¡¡esto no es lo que yo quería!!— gritaba el demonio nuevamente golpeando fuertemente con su puño el escritorio, quien sin mucho esfuerzo se rompió en mil pedazos quedando reducido a solo basura

— Señor por favor cálmese...tome un poco de café de sangre para tranquilizarse— indico la diablesa sirviendo un poco de la misteriosa bebida en una tasa hecha de huesos, para luego ofrecerla con una leve sonrisa a su superior

— ¡¡No, quiero...!!— respondía este eufórico rodeando su cuerpo de llamas las cuales calcinaban todo lo que lo rodeaba

— por favor cálmese señor ¿porque esta tan molesto hoy? — preguntaba Belcebú quien usando sus poderes infernales se protegía de la ira de Satanás

— ¿Cómo no puedes entender el porqué de mi ira Belcebú? Debería ser evidente para un demonio como tú, ¿acaso no te das cuenta del lugar donde vivimos? Vivimos en un mundo vil y asqueroso donde los pecadores son juzgados por los crímenes y pecados que cometieron cuando estaban vivos, un lugar donde ni siquiera la misma muerte se atreve a ingresar por miedo a ser torturada si lo hace

— Pero se supone que esto es el infierno...— respondía Belcebú sin entender el punto de su superior

— precisamente mi atolondrada amiga, estamos en el infierno, un lugar que se supone debería ser evitado a toda costa— respondía Satanás con tono de tristeza — entonces dime ¿por qué? ¿por qué han caído tantos humanos en este lugar? — se lamentaba

— pero ¿no debería estar feliz? — preguntaba belcebú extrañada ante la pregunta de Satanás — el que muchos humanos estén cayendo en el infierno, significa que usted está haciendo un buen trabajo— agrego

— ¿Un buen trabajo dices...?, que gracioso es lo que acabas de decir Belcebú— decía Satanás con un tono irónico mientras sujetaba su rostro con fuerza intentando ocultar su ira— durante dos mil años no he despegado mi trasero de esa silla, ¿cómo carajos estoy haciendo un buen trabajo?, ¡¡si los humanos están cayendo en este lugar es a causa de su propia mano!!— añadía




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