—hummm...— exclamo el chico presumido mirando al inesperado visitante— pero miren lo que nos trajo el gato, un ratón sucio y pobre— indico el chico generando las risas de su grupo de amigos— ¿qué te trae por estos lugares Bartolomé? ¿acaso has venido a mendigar junto con este vagabundo? — pregunto
— ¿tanto te divierte humillar a las personas Eleodoro? — pregunto el chico molesto
— ¿humillar? — responde Eleodoro riendo— no seas tonto solo estábamos jugando, el problema es que esté anciano no es divertido— añadió riendo
— ¡¡lárgate de aquí...!!— contestó Bartolomé molesto
— ¿o si no qué? ¿acaso me golpearas? — exclamó Eleodoro riendo mientras se acercaba a Bartolomé — no seas tonto, conoces las reglas mejor que yo, no se permiten las peleas entre estudiantes, si alguno de los dos lo hiciera seríamos inmediatamente expulsados, yo puedo costear otra academia de igual prestigio, pero ¿y tú? —añadió riendo mientras le tocaba el hombro
—¡¡lárgate...!!— volvió a responder Bartolomé molesto apartando con fuerza la mano de Eleodoro, mientras presionaba fuertemente sus nudillos intentando soportar su ira
—tranquilo..., no tienes por qué estar tan tenso, nosotros ya nos íbamos— respondió Eleodoro al ver la cara de Bartolomé la cual reflejaba claramente su deseo de golpearlo — vámonos chicos, molestar a este viejo no es divertido si Bartolomé está cerca— añadió caminando en dirección a la salida del callejón seguido por sus amigos los cuales estaban riendo al ver la reacción de Bartolomé
— esos tipos..., esos tipos son patéticos— decía Bartolomé entre dientes cuando Eliodoro y su grupo se habían marchado— si no fuera por las reglas de la academia...— añadió molesto, sabía perfectamente que de haberlos podido enfrentar no sería difícil ganarles
— ¿enserio crees que podrías haberles ganado? — pregunto repentinamente el anciano que estaba tirado en el suelo
—viejo lo siento, me había olvidado de ti ¿te encuentras bien? — pregunto Bartolomé ayudando rápidamente al vagabundo a ponerse de pie
—tranquilo no es nada— respondió el anciano riendo mientras lo miraba— veo que tienes un amplio sentido de la justicia— añadió
—supongo...— respondió Bartolomé confundido ante tan raro comentario — ¿te encuentras bien? ¿te han hecho daño? — preguntó el joven tocando la cabeza del anciano la cual estaba sangrando, tenía un leve corte en su frente
—tranquilo esto simplemente es una pequeña herida, puedo curarla con solo un pensamiento— respondió el anciano con tono serio— dime chico ¿no te interesaría tener un trabajo? — preguntaba riendo, lo cual confundió ampliamente a Bartolomé, puesto que no esperaba que un vagabundo le ofreciera trabajo
— ¿qué clase de trabajo? —pregunto Bartolomé riendo tenuemente pensando que se trataba de una simple broma de mal gusto que aquel hombre le hacia
—¡¡puedo darte el poder que tu deseas, la capacidad de castigar a aquellos de mal corazón!!— exclamó el anciano acortando la distancia entre los dos, lo que provocó una sensación de incomodidad en Bartolomé
— lo siento viejo, pero no tengo tiempo— respondió Bartolomé nervioso ante aquel extraño hombre, no sabía qué clase de trabajo le estaba ofreciendo, pero a juzgar por su sonrisa no tenía que ser nada bueno— me tengo que ir mi padre me está esperando en casa— añadió alejándose rápidamente del lugar
—¡¡espera..., tu no entiendes!!— grito el vagabundo, pero era inútil, Bartolomé ya se había marchado, no quiso detenerse a escuchar lo que un extraño anciano le tenía que decir.
Finalmente, Bartolomé logra llegar a su vivienda, una destrozada choza de dos pisos donde vivía con su padre, un hombre de 45 años que se la pasa todo el día bebiendo, estaba nervioso era la primera vez que Bartolomé discutía con un compañero de clases, si esto llegaba a los oídos del director existía la posibilidad de que fuera expulsado de la academia, aún si la pelea no se había llevado a cabo
— ¡maldición! — decía Bartolomé molesto mientras abría la puerta de su vivienda e ingresaba, sabía perfectamente que este pequeño incidente podría generarle grandes problemas en un futuro cercano
— ¡oh, hijo! Bienvenido— respondió un hombre echado en el piso de la sala principal completamente ebrio
—veo que hoy también te has emborrachado— exclamo el chico al ver a aquel hombre— ¿acaso no te da vergüenza? — exclamaba Bartolomé mientras se dirigía a su habitación
— ¿dónde vas? — respondió el hombre quien apenas podía hablar con fluidez
—a mi habitación, estaré estudiando así que no me molestes— respondió el chico subiendo las escaleras, dejando a aquel desastre de padre solo con su bebida, apenas llego a su habitación lo primero que hizo Bartolomé fue echarse en su cama, estaba cansado, hoy había tenido un pésimo día, lo único que quería era descansar. Su mirada estaba fija en el techo de su habitación— esos tipos..., esos tipos son patéticos— decía mientras veía su mano, la cual tenía suspendida— debería haberlos golpeados— añadía cerrándola fuertemente
—por lo menos lograste generar temor en ellos— respondió repentinamente una voz, la cual al ser escuchada fue perseguida inmediatamente por Bartolomé quien pese a buscar con insistencia no pudo encontrar a nadie en su habitación
— ¿papá? — preguntaba el joven extrañado al escuchar esta repentina respuesta mientras se dirigía hacia la puerta— ¡te dije que me molestaras! — añadió mirando afuera de su habitación donde no había absolutamente nadie
—no te preocupes, tu padre está durmiendo en el primer piso, no creo que te pueda escuchar con lo ebrio que esta— respondió nuevamente una voz proveniente desde el interior de la habitación
— ¿¡Quién es...!?—pregunto el chico asustado, dándose la vuelta buscando con la mirada al dueño de aquella voz, el cual en esta ocasión no tardó en encontrar
—hola, chico ¿cómo estás? — preguntaba el dueño mientras sonreía ampliamente, se trataba de aquel vagabundo que Bartolomé anteriormente había ayudado