Un reemplazo para el diablo

capitulo 6: El primer dia de clases

Eran las 5 de la mañana del 8 de abril del año 2016, en una humilde morada al borde de los barrios marginales, una risa maquiavélica era capaz de sentirse en el último cuarto. Una carcajada que inundaba toda la cuadra y que despertaba incluso a los más dormilones del barrio, su felicidad no tenía control, aquel joven de 16 años parecía haber perdido el juicio por alguna extraña razón. Su padre, un borracho sin remedio, subió rápidamente las escaleras preocupado por lo que sucedía, no era normal que su hijo sonriera ni que mucho menos emitiera ruido cuando estaba en su hogar, generalmente no daba señales de existir salvo por las llegadas y salidas de su vida escolar
—¿¡que sucede aquí!?, ¿¡que es todo este ruido!?, ¿¡acaso quieres despertar a los vecinos!?— gritaba el hombre molesto tras haber sido despertado de su acogedor sueño, en el cual las camareras de los bares que frecuentaban le servían de diferentes maneras. Delante suyo su hijo reía sin parar, parecía no importarle la presencia de su progenitor; sino que, al contrario, lo único que hacía era musitar palabras difíciles de entender en un lenguaje desconocido— ¿¡Me estas escuchando mocoso!? Te estoy hablando, ¡¡Ey!!— dijo el hombre molesto, incrementando el volumen de su voz al ser ignorado

— Vaya, miren quien finalmente ha decidido abrir sus ojos, mi querido Buda relleno de alcohol. Te he de ser sincero, por un segundo pensé que habías muerto al ver que no despertabas; es un alivio saber que todavía estas entre los vivos. Habría sido un fastidio encontrar una manera de ocultar tu cuerpo redondo sin llamar la atención indeseada— contesto Bartolomé tranquilamente, acercándose de manera calmada a su padre y sujetar gentilmente su hombro— aunque sería divertido ver como mueres y vas al infierno, no es un lujo que me pueda dar en este momento, así que trata de morir por mi bien— añadió con tono malicioso
— ¿Acaso te has golpeado la cabeza? No entiendo nada de lo que estás diciendo— respondió el hombre confundido rascándose la cabeza, la cual estaba casi sin cabellos 
— Olvídalo mi querido Buda, lo que he dicho no es algo que un hombre con tu inteligencia pueda entender. Hoy me he levantado de muy buen humor y me he dejado llevar, es reconfortante tener vacaciones después de tanto tiempo— respondió el joven mirando a su alrededor con una cara de sorpresa y felicidad inexplicables, como si esa fuera la primera vez que veía su propio cuarto 
— ¿vacaciones...?, ¿De que estas hablando? Tú todavía tienes clases, apenas estamos comenzando el año escolar, debes de asistir a aquella pretenciosa academia hoy también — indico el padre extrañado; Aunque generalmente podría ser considerado un mal padre, incluso él era consiente de cuando iniciaba y terminaba el año escolar de su propio hijo

— ¿Academia?, ¿Te refieres a aquel lugar donde jóvenes se reúnen a aprender diferentes materias? — pregunto el joven intrigado, como si se tratara de la primera vez que escuchaba dicho termino

— ¿Porque me preguntas eso? Sabes mejor que yo lo que es una academia, has asistido a una durante más de tres años; si no quieres asistir hoy es problema tuyo, no es algo que me interese realmente— contesto el hombre pensando que su hijo trataba de burlarse del— siendo franco, siempre estuve en contra de la idea de que fueras a dicha academia llena de joven mimados y pretenciosos, sino fuera por la insistencia de tu madre antes de morir, por mi parte, bien podrías elegir no educarte— añadió antes de abandonar el segundo piso, con el fin de volver a emborracharse en la planta baja.

Bartolomé quedo solo en su habitación, delante suyo se encontraba erguido un espejo de gran tamaño capaz de reflejar toda su figura, generalmente el muchacho lo usaba única y exclusivamente para vestirse, y prepararse para ir al instituto, no era de la clase de chicos que le importara mucho su apariencia física; Pero el día de hoy su reflejo tenía una gran importancia para él, verse en aquel objeto inanimado llenaba por alguna razón su rostro de alegría, lo que generalmente era una imagen serena y fría, se convirtió el día de hoy en una representación del máximo nivel de placer y éxtasis que un ser humano podría sentir. Con mucho cuidado, toco la superficie fría y lisa del cristal, como si estuviera tocando un objeto hecho del material más frágil y valioso de todos, y con calma y alegría se dijo a si mismo estas palabras— Es hora de darle sentido a esta patética existencia llamada vida. 
...
La campaña de la academia Baltazar sonaba estrepitosamente, un nuevo día escolar daba inicio y los estudiantes, y maestros del lugar se apresuraban en llegar, no querían llegar tarde a sus respectivos salones o lugares de trabajo. Incluso entre las instituciones de elite, la academia Baltazar podía ser considerada, como uno de los recintos educacionales más estrictos del mundo, rozando por poco lo que se consideraría demente. Las clases comenzaban a las 8:00 am de lunes a viernes y terminaban a las 3:30 pm de cada día; con excepción del viernes donde la jornada escolar terminaba a las 1:30 pm. La academia tenía una política de atrasos bastante estricta, tanto para profesores como para los estudiantes, llegar a las 8:05 am era motivo de un llamado de atención para los docentes y una carta de citación para los padres, en el caso de los estudiantes; la segunda vez que se repitiera este evento, la academia tenía la facultad legal para despedir o expulsar al infractor, según correspondiese, sin derecho alguno a reclamar, todo debido a un contrato que obligaba a firmar a docentes y estudiantes cada año, y que les daba el poder de hacerlo. Es por esta razón que la mayoría de los estudiantes y académicos, preferían faltar un día determinado y traer al siguiente una nota judicial redactada por un abogado competente para liberarse del castigo, que llegar atrasados y enfrentar las consecuencias; no obstante, tener esta clase de documentos legales, no es un lujo que todos los seres humanos se puedan dar tan fácilmente, motivo por el cual los atrasos o faltas eran algo que rara vez se veía en el lugar, especialmente en el sector económico más pobre de la academia; los estudiantes becados, alumnos regulares que habían logrado entrar gracias a sus logros académicos y que no contaban con los recursos necesarios para costear su matrícula, la cual era subvencionada por la directiva del recinto. La rareza es un objeto que llama la atención y en la academia Baltazar, un asiento vacío, sin lugar a duda es un evento raro. Por primera vez en muchos meses, un asiento estaba carente de su dueño, tal parece ser que había faltado. Los estudiantes del salón cuchicheaban acerca del suceso apenas la hora del receso llegaba, en un ambiente tan controlado como aquel recinto, el cuchicheo y los rumores, eran posiblemente la actividad más rentable e interesante a la que se tenía acceso. Los estudiantes más acaudalados del lugar parecían contentos, en aquel lugar formado por cuatro grandes muros limítrofes donde se marcaban los terrenos pertenecientes a la escuela; existía un increíble sistema social jerarquizado, propio de la edad media, donde los estudiantes de mayores recursos creían ser una especie de nobles con sangre real en sus venas; despreciaban a los estudiantes de escasos recursos y los aislaban de las actividades escolares que se realizaban. Para ellos, la falta sin aviso de un estudiante pobre significaba un indicio de la rendición por parte de este, de ser miembro de su sociedad privilegiada. Un grupo de estudiantes reían y bromeaban acerca del tema; Eleodoro, el rey de los bufones, se jactaba de ser el responsable de aquel evento y no tenía miedo de contárselo al mundo con el fin de ser el centro de atención




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