Eleodoro se resistía con todas sus fuerzas; todos sus musculos, movimientos y pensamientos, estaban enfocados unica y exclusivamente en evitar que su cabeza fuera sumergida en el bote de la basura del salón. No tenia idea de lo que estaba pasando, en la escuela él era el rey de los Bufones, nadie en su sano juicio se atreveria a tocarle un pelo dentro del recinto escolar; al menos eso era lo que él pensaba, nunca paso por su mente la idea de que su cabeza podria terminar siendo hundida en un monton de basura. Pero eso no era lo que le preocupaba realmente en ese momento, lo unico en lo que su mente podia pensar, era buscar la manera de alejarse de aquella sustancia pegajosa y maloliente que tocaba su rostro, no sabia lo que era ni tampoco queria averiguarlo, pero no le cavia duda de que era algo desagradable; una extraña mezcla entre el yogurt vencido que algun imbécil tiro y un refresco de cola a medio terminar. Trataba de pedir ayuda de alguna manera, pero cada vez que intentaba abrir su boca, pequeños fragmentos de basura ingresaban a ella, convirtiendo sus llamados de auxilio en verdaderos martirios. En su posicion solo era capaz de escuchar una siniestra risa, que por algun motivo parecia disfrutar completamente aquel espectaculo, las mujeres del salon gritaban desesperadas ante lo que veian, por cada segundo que pasaba a Eleodoro le costaba más respirar, literalmente se estaba ahogando en aquel basurero. Finalmente luego de casi un minuto de una risa desenfrenada el autor del delito decidió apartar su pie de la cabeza de Eleodoro quien rápidamente saco su cabeza de la basura e intentó recuperar el aliento, su nariz estaba llena de mocos y su cara llena de una sustancia marón, estaba molesto, su mirada se dirigió de inmediato hacia la persona responsable de tal fechoría, quien al ver sus ojos de desesperación solamente se limito a decir sonriente
-hola chico presumido ¿te gusto el menú que ofrecía la basura?- dijo un joven sentado tranquilo en un pupitre cercano
- que significa esto...¡¡Bartolomé!!- grito Eleodoro molesto poniéndose de pie
-¿te encuentras bien...?- pregunto temerosa la chica a la que antes había molestado
-¡¡cállate...!!- grito Eleodoro inmediatamente ante la preocupación de la chica desviando inmediatamente su mirada devuelta hacia Bartolomé quien sonreía ampliamente
-vamos, no me mires con esa cara de hombre rencoroso, solamente estaba tratando de ayudarte con tu labor de reciclaje- respondió el chico sacando de su bolsillo un pañuelo el cual uso para limpiar su zapato- incluso me he ensuciado haciéndolo, deberías estar agradecido- agregaba tranquilamente sin prestarle la menor importancia a la cara de ira que Eleodoro tenia
-no juegues conmigo..., maldito gusano...¡¡acaso crees que es divertido!!- grito Eleodoro molesto al ver la tenue sonrisa de Bartolomé, sin pensárselo dos veces se abalanzo en contra suya y sujeto con firmeza la solapa del muchacho intentando levantarlo sin éxito de su asiento- ¡¡quien te has creído tu para desafiarme a mi!!¡¡maldito muerto de hambre!!- añadió mirando con odio a Bartolomé
- no seas tan serio, solamente estoy jugando- respondió Bartolomé colocando suavemente su mano sobre la muñeca izquierda de su agresor para luego de un momento a otro ejercer una increíble cantidad de fuerza con la que lo obligo a soltarlo de golpe y arrodillarse debido al dolor que le genero, dejando a todos los espectadores allí presentes sorprendidos- ¿acaso no es así como tu juegas querido amigo mío?- indico Bartolomé riendo gentilmente al ver la cara de dolor de aquel mocoso- no espera creo que se me olvidaba algo- dijo aproximando su mano libre a su bolsillo para sacar de este un billete de un dólar arrugado el cual posteriormente lanzo al alcance de su victima- vamos que sucede recógelo, ese te lo regalo- agregaba riendo maliciosamente
-¡suéltame!- gritaba Eleodoro adolorido sin responder sus provocaciones
-¿no es suficiente para ti? Es verdadera lastima, ayer casi le aplastas los dedos a un pobre anciano por esa misma cantidad- respondía Bartolomé
- ¿como sabes eso...?- respondió Eleodoro sorprendido puesto que no esperaba que aquel sucio chico supiera sus verdaderas intenciones
- se todo lo malo que has hecho Eleodoro y dejarme decirte que eres un pecador maravilloso, seguramente serás muy popular en el infierno- respondió el chico riendo maquiavélicamente mientras ejercía incluso más fuerza a su agarre; haciendo que Eleodoro gritara de dolor- ¿alguna vez has escuchado el sonido de un hueso romperse? Lo creas o no es uno de los más bellos de este mundo, especialmente si son los de un chico mimado como tu; siempre van acompañados con un hermoso grito de angustia y terror- añadió riendo, mirando directamente los ojos del pobre chico que parecía estar a punto de llorar, lo cual era de esperarse puesto que poco a poco su mano izquierda iba perdiendo movilidad y era teñida por un intenso color morado. Los espectadores estaban aterrados, no podían creer lo estaba sucediendo, pero solo se limitaban a mirar la escena
-¡detente!- grito repentinamente una chica que se lanzo para separarlos, rompiendo el silencio que en aquel salón se había generado, la misma chica que antes había sido intimidada por Eleodoro- ¡le romperás el si sigues así!- añadía temblorosa sujetando su mano
- ¿que crees que haces?- pregunto extrañado Bartolomé ante tal reacción - ¿acaso ese chico no te estaba molestando hace un momento?- añadía confundido
- lo se..., pero no puedo seguir mirando esto- decía la chica lamentándose como si lo que estaba pasando en aquel sitio fuera culpa de ella- por favor detente- decía llorando
-sinceramente nunca entenderé a los humanos, son tan contradictorios entre si, mientras algunos quieren justicia otros perdonan a aquellos que merecen ser juzgados, por eso siempre diré que están locos- dijo el chico soltando la mano de Eleodoro quien rápidamente la llevo a su cuerpo para protegerla- será como tu quieras jovencita- añadió mirando los ojos de la muchacha quien no paraba de llorar
- como te atreves..., como te atreves a humillarme de este modo- decía Eleodoro quien todavía estaba arrodillado en el suelo sobando su mano- no te lo perdonare, te juro que te hare pagar por esto Bartolomé, ya no podrás venir a esta academia en paz- añadía iracundo
- vaya sigues siendo tan altanero- respondía Bartolomé acomodándose tranquilamente- pues mira como tiemblo- añadió en un tono burlesco. Desde el pasillo continuo al salón se comenzó a escuchar el inconfundible sonido de las pisadas de una persona caminando, por la frecuencia que poseía el ruido se podía asumir que el individuo venía con prisa hacia el salón. Sin hacerse esperar el dueño de aquellos pasos entró al salón acompañado de la chica de lentes que servía a Eleodoro. Por el ceño fruncido de su rostro era posible determinar que aquel hombre dedicado a la educación de mentes jóvenes estaba molesto, la muchacha había ido a buscar al peor enemigo de los estudiantes becados, el Director de la academia de Baltazar quien miraba con ira a Bartolome