CONNOR
Los días se volvieron cada vez más extraños. Lenay había cambiado, y ese cambio era una especie de recordatorio constante de todo lo que yo había intentado olvidar. La dulzura de su voz, la intensidad de sus ojos, la forma en que se movía, decidida y confiada, como si nada pudiera afectarla. Y aún así, cada vez que nos cruzábamos, sentía esa chispa inconfundible que nunca había logrado extinguir.
Ese día, sin embargo, todo parecía diferente. Durante la reunión matutina, uno de mis empleados más antiguos, Andrew, estaba más hablador de lo habitual. Su atención se centraba, casi obsesivamente, en Lenay, y algo en mí comenzó a enredarse, como si una cuerda invisible me asfixiara cada vez que él sonreía o hacía una broma para hacerla sonreír.
—¿Entonces, Lenay? ¿Te animas a una salida esta noche?— La pregunta de Andrew hizo eco por toda la sala y vi cómo Lenay esbozaba una leve sonrisa, de esas que solía dedicarme.
—Quizás—, respondió, manteniendo un tono amigable. —Aunque tengo mucho trabajo por hacer.
—Yo podría ayudarte—, ofreció el jodido nuevo desempleado y el impulso de intervenir me dominó antes de poder frenarlo.
—Andrew, creo que todos tenemos suficiente trabajo por hacer como para no estar distrayéndonos—, comenté en un tono que pretendía ser neutral, aunque cada palabra salía como un puñal que quería atravesarlo. Mis ojos se posaron en los suyos, esperando que entendiera la indirecta, pero él simplemente se encogió de hombros.
—Tranquilo, jefe. Solo trataba de ser amable—, replicó, sonriendo nervioso, mientras lanzaba una mirada a Lenay que me revolvió el estómago. La incomodidad me tensó los músculos, y mi enfoque en la reunión se fue desvaneciendo lentamente.
Al terminar, Andrew se acercó a Lenay y comenzó a hablar con ella en voz baja, sus rostros demasiado cerca para mi gusto. Traté de mantenerme ocupado, pero cada susurro de ella hacía que mi pecho se apretara aún más.
Había algo en la manera en que él la miraba que me encendía por dentro. Andrew nunca había mostrado tanto interés en ninguno de nuestros colegas, y la idea de que estuviera interesado en Lenay me molestaba de una forma que no quería admitir.
Decidí que era mejor ocuparme de mis propios asuntos. Volví a mi oficina y cerré la puerta, esperando que el silencio me ayudara a concentrarme. Pero mi mente seguía regresando a ella, a la forma en que había sonreído, cómo su rostro se iluminaba cuando él hablaba, un gesto que solía solo para mi.
Horas más tarde, al salir de mi oficina, los vi juntos en su escritorio, revisando unos documentos. Andrew estaba inclinado hacia ella, demasiado cerca, y algo en mí simplemente estalló.
—Andrew—, lo llamé, tratando de mantener un tono casual, aunque la irritación era evidente. —Necesito tu ayuda con un par de cosas. Ahora. —Él me miró, sorprendió, y luego lanzó una última mirada a Lenay antes de asentir y acercarse a mí.
—Claro, jefe, ¿en qué necesitas ayuda?¿para qué soy bueno?
«Para nada, imbécil» pensé sintiéndome ofendido.
—En mi oficina—, añadí, señalando la puerta. Quería tenerlo lo más lejos posible de ella, aunque me costara admitirlo.
Mientras se dirigía hacia mi oficina, Lenay me lanzó una mirada que no pude descifrar. Ignoré la sensación que me provocó y entré detrás de Andrew, cerrando la puerta.
—¿Pasa algo, jefe?— Su tono era despreocupado, pero la tensión en su expresión no pasó desapercibida para mí.
—¿Pasa algo contigo?— Me crucé de brazos, intentando mantener la calma. —Te he visto demasiado cerca de Lenay últimamente. —Andrew frunció el ceño y soltó una leve risa.
—¿Perdón? No quiero sonar grosero, pero eso no es de su interés señor, siempre y cuando yo haga mi trabajo tan impecable como siempre no debería haber problema alguno.
No quiero distracciones innecesarias en la oficina.—Él me miró por un largo instante, evaluando mis palabras. Finalmente, suena de forma burlona.
—Sin ofender señor, pero en lo que a mi respecta, creo que la distracción de Lenay es usted, no yo. —Sus palabras me cayeron como balde de agua fría, pero no dejé que se reflejara en mi expresión.
—Solo mantente profesional, Andrew. No quiero problemas —levantó las manos en un gesto de rendición.
—Mantenerme profesional no será un problema.—Lo observé mientras salía de la oficina, y el impulso de seguirlo y ahorcarlo para marcar territorio, me invadió, pero preferí dejarlo pasar. Sin embargo, la calma que intentaba mantener se desmoronaba con cada segundo que lo veía con ella.
Más tarde, la oportunidad de estar a solas con Lenay llegó de forma inesperada. Ella estaba organizando unos archivos en el área de copias, y al verla ahí, sin Andrew cerca, no pude evitar acercarme.
—¿Cómo va todo?— Ella se giró, sorprendiéndose al verme.
—Bien, gracias—soltó indiferente, volviendo su atención a los papeles.
Observé cómo sus dedos deslizaban las hojas, y el simple hecho de estar tan cerca de ella, de sentir su fragancia, me recordaba lo que había perdido.
—¿Te sientes cómoda aquí?—Lenay me miró, sus ojos mostrando una pizca de desafío.
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Editado: 21.11.2024