Un reencuentro navideño

La caída

Capítulo 03

Mi madre me ha asignado la tarea de terminar de decorar la casa para navidad, la cual es precisamente hoy. Esta noche es la cena familiar, donde por supuesto estará el invitado de la temporada: el querido Josh.

Anoche cuando llegué a casa, él no me habló más. Cuando vi a mi madre, le di una mirada acusadora por haberlo enviado a buscarme. No soy una niña, no me voy a perder por el pueblo que conozco desde siempre. Aquí todos me conocen también.

Esta mañana me levantó con toda la euforia que puede tener una madre el día de navidad, yendo y viniendo con arreglos, cuencos con preparaciones para la cena y un sinfín de cosas por hacer. Obviamente me asignaría una tarea: terminar de decorar la entrada de la casa con luces y adornos. Es por ello que busqué la escalera en el garaje y la puse afuera para poder poner las luces donde van. Sí, papá hubiese hecho esto, pero él fue operado de su columna este año, y mamá no lo deja subirse a ninguna escalera ni hacer trabajos de esfuerzo.

Me pregunto por qué no le dijo a Josh que lo hiciera.

Dejo de pensar, acomodo una instalación, poco a poco en lo que puedo por todo el frente de la casa. La bocina de un auto me exalta, haciéndome tambalear y perder el equilibrio de la escalera, maldigo porque no puedo equilibrarme, me sostengo de la cuneta de la casa, tratando de no caerme, pero siento un escozor en mi mano derecha. Me duele demasiado, por lo que termino de quitarla en reflejo al dolor, pero termino cayendo de bruces al suelo. De pronto, todo se vuelve oscuro.

*

Poco a poco abro mis ojos, la luz del lugar me molesta. ¿Dónde estoy? Vuelvo a intentar abrirlos, logro poder hacerlo. Visualizo el lugar a mi alrededor, me doy cuenta que estoy en el hospital del pueblo. Por supuesto que iba a recordar cómo era, cuando pequeña no salía de aquí, siempre me caía o me enfermaba. Está más actualizado, pero tiene la misma fachada.  

Siento una mano a mi lado, veo quien es y mi cuerpo se estremece, sintiendo un escalofrío. Trago en seco, mi corazón late muy rápido.

¿Qué hace Joshua tomando mi mano? Él está recostado a la cama, no se da cuenta que he despertado. Intento quitarla, pero él se despierta también.

—¿Esme? —Susurra. Haciéndome sentir más nerviosa.

—¿Qué haces? ¿Por qué estoy aquí?

—¡Hija! —Exclama mi madre corriendo hasta mi cama—. ¡Jesús Santo! Por fin despiertas, ¿por qué siempre te caes? Sigues siendo la misma niñita sin equilibrio que siempre traíamos a emergencias. —Mi mamá me abraza—. Ay, Taby, ¡qué susto nos has dado!

¿Me caí?

De pronto el recuerdo de las escaleras, la cuneta y mi mano sangrando vuelve a mí, volviéndome a asustar. Busco con la mirada mi mano y, efectivamente, está vendada. 

—¿Me han puesto puntos?

Ella asiente. —Te cortaste mucho, tuvieron que suturarte.

—Perfecto, una cicatriz más —siseo entre dientes.

Mi mirada va de nuevo a Joshua, él ya se ha apartado de la cama, ahora está detrás de mi madre. Papá llega en el momento, le da una palmada en el hombro y entra a saludarme.

—Taby, ¿por qué usaste las escaleras que ya no funcionan bien?

—Papá, no sabía… Es que... sonó la bocina de un auto, me asusté y empecé a tambalear en la escalera. No podía sostenerme bien, sentía dolor en mi mano.

Mamá ve a Josh de reojo, algo pasa aquí.

—¿Quién se dio cuenta que me caí? —inquiero con curiosidad.

—Joshua, hija —responde mi papá.

Me sorprendo un poco, pero lo disimulo.

—Lo siento mucho, Tábata. —Vuelve a llamarme de forma neutra, no como siempre lo hace. Supongo que es porque están mis padres, y porque sabe que no puede llamarme Esmeralda de nuevo—. No pensé que te caerías… Solo quería saludar.

—Fue un accidente, no te agobies, hijo.

¿Hijo? ¿Por qué se disculpa? ¿Era su auto?

—¿Fuiste tú el de la bocina? —pregunto algo afectada.

Él no contesta, solo asiente.  

—No era mi intención asustarte.

¡Demonios ni siquiera puedo pelear! Fue un accidente. En su rostro veo lo afectado y asustado que luce, se ve como si hubiese envejecido unos años.

El ambiente se vuelve silencioso.

Josh y yo no nos dejamos de ver, no sé que ha pasado, pero se siente como si todos se hubiesen ido y el tiempo se haya detenido entre nosotros.

—Eh, vamos, Carl, busquemos un café.

—¿Otro? —responde mi padre.

—Sí, otro —replica Samantha, jaloneándolo de su chaqueta y sacándolo del cubículo donde estoy.  

Sé lo que están haciendo.

Josh no se mueve de su sitio.

—¿Tú fuiste quien me trajo al hospital?

A pesar de todo, no puedo ser malagradecida, aunque esto haya sido en parte su culpa; pero la mayor parte es mía, por no tener buen equilibrio y dejarme caer.

El rubio se va acercando, miro cada paso que da.




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