Emma
17 de diciembre
El centro comercial estaba lleno de vida. Luces navideñas colgaban de cada esquina, y los villancicos sonaban con fuerza desde los altavoces. Caminaba entre la multitud, con una lista en la mano y una sonrisa en el rostro. La noche buena estaba cerca, y con ella, una emoción que no había sentido en años.
Aunque había venido a comprar varias cosas para la cena, lo más importante de mi misión era encontrar el regalo perfecto para mi amigo secreto… que, para mi fortuna y nerviosismo, resultaba ser Lucas.
Lo supe desde el momento en que saqué el papelito con su nombre en la reunión familiar. No pude evitar sonreír al pensarlo. Lucas, con su carácter reservado y su forma tan única de ver la Navidad, me ponía un desafío: ¿qué podría regalarle que realmente significara algo para él?
Caminé por los pasillos repletos de tiendas, observando vitrinas decoradas con pequeños árboles y cintas doradas. No quería un regalo cualquiera; quería algo que le recordara cuánto significaba para mí. Algo que fuera sencillo pero lleno de significado, como él.
Entré a una tienda de accesorios masculinos, mirando relojes, billeteras y corbatas, pero nada parecía encajar. Demasiado común, pensé. Lucas no era alguien que se impresionara con regalos caros o predecibles.
De repente, mi mirada se detuvo en una tienda de discos antiguos. La vitrina mostraba vinilos perfectamente alineados, y recordé una de las pocas veces en las que Lucas había hablado con verdadera emoción sobre algo: su amor por la música clásica.
—Perfecto —susurré mientras entraba a la tienda.
Tras buscar entre los estantes, encontré algo que me pareció ideal: una edición especial de vinilos de Beethoven, uno de sus compositores favoritos. La carátula era hermosa, con detalles dorados, y me imaginé la expresión de Lucas al abrirlo. Sería un regalo único, algo que pudiera disfrutar en esos momentos en los que buscaba desconectarse del mundo.
Mientras pagaba, sentí una mezcla de satisfacción y nerviosismo. ¿Le gustaría? ¿Pensaría que era demasiado personal?
Salí de la tienda y miré el reloj. Era hora de comprar el resto de las cosas para la cena. Pero mientras caminaba por los pasillos abarrotados de personas, no pude evitar sonreír pensando en Lucas, en lo especial que era para mí y en cómo, poco a poco, había cambiado mi manera de ver las cosas.
Ojalá este regalo le haga saber cuánto lo valoro, pensé mientras guardaba la bolsa con cuidado. Porque aunque era mi "amigo secreto", Lucas era mucho más que eso para mí.
Caminaba por los pasillos del centro comercial, revisando la lista mental de lo que aún necesitaba comprar, cuando sentí que mi teléfono vibraba en el bolsillo de mi abrigo. Lo saqué rápidamente y vi el nombre de Lucas en la pantalla.
Sonreí antes de abrir el mensaje.
Lucas: ¿Dónde estás?
Me detuve frente a una tienda de luces navideñas y respondí.
Emma: En el centro comercial. ¿Por qué?
Apenas unos segundos después llegó su respuesta.
Lucas: Solo quería saber si estabas bien. Está muy lleno hoy.
No pude evitar sonreír. Su preocupación, aunque sutil, me hacía sentir especial.
Emma: Estoy bien, no te preocupes. Aunque he tenido que esquivar a un par de compradores desesperados.
Esperé su respuesta mientras me movía hacia una tienda de regalos, pensando en cómo podía envolver su vinilo de manera especial. No tardó mucho en llegar.
Lucas: ¿Ya terminaste? Puedo pasar a buscarte si quieres.
Su propuesta me tomó por sorpresa. Él sabía que me gustaba hacer las cosas por mi cuenta, pero también entendía que Lucas no ofrecía su tiempo así como así. Lo pensé por un momento antes de responder.
Emma: Todavía no termino, pero te aviso cuando salga.
Lucas: Está bien. No tardes mucho, no quiero que te quedes atrapada con las multitudes.
La calidez de sus palabras me hizo sonreír mientras guardaba el teléfono. Lucas tenía una manera única de preocuparse por mí, sin ser demasiado evidente, pero dejando claro que siempre estaba ahí.
Terminé de comprar los últimos detalles y no pude evitar mirar de reojo mi bolso, donde estaba el regalo. Espero que le guste, pensé mientras continuaba recorriendo el centro comercial.
Estaba revisando unos adornos navideños en una tienda, concentrada en encontrar algo que combinara con el estilo del árbol que habíamos decorado en casa. Mi mente también vagaba un poco, pensando en Lucas y en si le gustaría el regalo que había elegido.
De repente, sentí unas manos rodearme por la cintura, abrazándome desde atrás. Mi primer instinto fue de alarma, así que sin pensarlo, lancé un codazo hacia atrás, impactando justo en el estómago de quien fuera que había osado acercarse tanto.
—¡Ay, Emma! —escuché una voz que reconocí al instante.
Me giré rápidamente, con el corazón todavía acelerado, y allí estaba Lucas, encorvado un poco mientras se llevaba una mano al estómago, aunque su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y diversión.
—¡Lucas! ¿Qué haces aquí? —pregunté, tratando de no reírme al darme cuenta de lo que había hecho.