Emma
21 de diciembre
El sonido del despertador me sacó de un sueño profundo, pero antes de que pudiera apagarlo, escuché la voz de mi madre llamándome desde la cocina.
—¡Emma! Baja rápido, hoy tenemos cosas que hacer.
Gruñí mientras me estiraba en la cama, aún medio dormida. Me levanté lentamente, sintiendo el frío del suelo bajo mis pies, y caminé hacia el baño para lavarme la cara. El agua fría me ayudó a despejarme un poco, pero mi mente seguía atrapada en los pensamientos del día anterior. Lucas y todo lo que habíamos compartido seguían rondando en mi cabeza como un eco constante.
Me vestí con ropa cómoda y bajé las escaleras, encontrando a mi madre en la cocina preparando café. Su cabello estaba perfectamente arreglado, como siempre, y tenía una energía contagiosa.
—Buenos días —murmuré, tomando una taza de café que ya me había servido.
Ella me miró con una sonrisa divertida. —Hoy vamos a salir temprano. Quiero que me acompañes a comprar un vestido para la cena navideña.
Arqueé una ceja, algo sorprendida. —¿Tan temprano?
—Sí, porque si no lo hacemos ahora, luego no habrá tiempo. Además, creo que tú también necesitas un vestido nuevo, ¿o me equivoco?
No pude evitar soltar una pequeña risa. Mi madre siempre tenía un ojo crítico para los detalles, y sabía que no descansaría hasta verme bien arreglada para la cena de Nochebuena.
—Está bien, voy contigo. Pero espero que no nos tardemos todo el día.
—Eso depende de cuánto tiempo tardes en decidirte —dijo ella con una sonrisa astuta, mientras tomaba las llaves del coche.
Nos dirigimos al centro comercial, donde ya había bastante gente haciendo compras de última hora. Mi madre caminaba con la determinación de alguien que tenía una misión clara, y yo la seguí, sabiendo que era mejor no cuestionarla en este tipo de situaciones.
Entramos a varias tiendas, y ella revisaba cada vestido con detenimiento. Algunos los descartaba rápidamente, otros me los mostraba con entusiasmo, pero ninguno parecía convencerla del todo.
—Prueba este —dijo finalmente, extendiéndome un vestido rojo con detalles en encaje.
—¿Rojo? —pregunté, algo escéptica.
—Es perfecto para ti. Además, a Lucas le encantará —añadió con una sonrisa cómplice.
No pude evitar sonrojarme al escuchar su comentario. Aún no me acostumbraba a la idea de que mi madre supiera sobre nuestra relación, pero al menos parecía estar feliz por nosotros.
Me probé el vestido y, aunque al principio dudé, debo admitir que me quedaba muy bien. Mi madre, por supuesto, no tardó en alabarlo.
—Es hermoso, Emma. Este es el indicado.
Después de pagar, salimos de la tienda con las bolsas en mano. Mi madre estaba visiblemente satisfecha con nuestras compras, y yo me sentía un poco más emocionada por la cena navideña. Aunque sabía que Lucas no estaría, quería verme bien, por mí misma y por él.
—¿Lista para la cena? —preguntó mi madre mientras subíamos al coche.
—Lista. Aunque no será lo mismo sin Lucas —admití, sintiendo una pequeña punzada de tristeza.
Ella me miró con ternura y colocó una mano sobre la mía. —No te preocupes, hija. La Navidad tiene su propia magia, y estoy segura de que encontrarán una forma de estar juntos, aunque sea en espíritu.
Asentí, agradeciendo sus palabras. Mientras volvíamos a casa, me prometí a mí misma que haría todo lo posible para disfrutar de estas fechas, aunque una parte de mi corazón estuviera lejos.
Al llegar a casa, sentí una ligera fatiga por todo el día de compras con mi madre. Subí las escaleras rápidamente, con la sensación de que todo se estaba resolviendo poco a poco, pero mi mente seguía llena de pensamientos sobre Lucas.
Al abrir la puerta de mi habitación, no pude evitar soltar una pequeña risa al ver a Lucas recostado en mi cama, con un libro en las manos. Estaba tan concentrado en la lectura que no me había escuchado entrar. Me detuve en la puerta por un momento, observándolo, disfrutando de la imagen de él allí, relajado y a la vez tan cercano.
Él levantó la vista del libro al escuchar mis pasos y, al verme, sonrió de inmediato.
—¿Cómo te fue con tu madre? —preguntó, dejando el libro a un lado.
—Bien —respondí, mientras me acercaba a la cama. No pude evitar sonreír al verlo allí, tan natural en mi espacio. Me senté junto a él, y sin pensarlo mucho, me incliné hacia él y lo besé.
El beso fue suave al principio, pero se fue intensificando cuando sus brazos me rodearon, atrayéndome más cerca de él. Sentí su calor, el latido de su corazón resonando en mi pecho. Me separé un momento, mirándolo a los ojos.
—Te extrañé —le susurré, mis palabras sinceras.
Lucas sonrió, su mirada llena de ternura. —Yo también te extrañé. Pero me alegra verte feliz, sobre todo con todo lo que hemos vivido estos días.
Acarició suavemente mi mejilla antes de acercarse nuevamente a mis labios. Y, por un momento, todo lo demás desapareció.
El beso continuó, suave pero lleno de emoción. Cada caricia de sus manos parecía hacerme sentir más conectada con él, como si todo lo que había sucedido en las últimas semanas tuviera un solo propósito: acercarnos aún más.