Un Regalo De Navidad

Capitulo 12

Lucas
23 de diciembre

El día había llegado, y aunque sabía que el viaje de negocios era inevitable, no podía evitar sentir una punzada de tristeza al pensar que pasaríamos la Navidad separados. Desde que Emma y yo nos habíamos confesado nuestros sentimientos, cada momento a su lado era más especial que el anterior. Ahora, tener que alejarme justo en esta época me parecía casi una tortura.

Decidí ir a su casa temprano para despedirme antes de partir. Toqué la puerta y esperé, nervioso, hasta que el padre de Emma abrió con su habitual expresión severa pero amable.

—Buenos días, Lucas. ¿Vienes a despedirte? —preguntó, con una ligera sonrisa que suavizó sus facciones.

—Sí, señor. ¿Está Emma?

—En su habitación. Adelante, ya sabes el camino.

Le agradecí antes de subir las escaleras. Caminé por el pasillo con paso firme, pero mi corazón latía rápidamente. Sabía que sería difícil decir adiós, aunque solo fueran unos días.

Cuando llegué a su puerta, golpeé suavemente.

—Pasa —dijo su voz desde dentro.

Al entrar, la encontré sentada en su escritorio, concentrada en lo que parecía ser una lista de cosas para la cena de Nochebuena. Al verme, una sonrisa iluminó su rostro, pero en sus ojos pude ver que sabía por qué estaba allí.

—¿Ya te vas? —preguntó, dejando el bolígrafo y girándose hacia mí.

—Sí. No quería irme sin despedirme de ti.

Me acerqué, y ella se levantó para encontrarse conmigo a mitad de camino. La abracé, inhalando su perfume, grabando ese momento en mi memoria.

—Te voy a extrañar mucho —le dije con sinceridad, sin soltarla.

—Yo también, Lucas —respondió, apoyando la cabeza en mi pecho—. Pero sé que es importante.

La solté solo para poder mirarla a los ojos.

—Quiero que sepas algo antes de irme, Emma. Este viaje no cambia nada de lo que siento por ti. Te amo, preciosa.

Ella sonrió, esa sonrisa que era capaz de iluminar cualquier rincón oscuro de mi vida.

—Yo también te amo, Lucas.

No pude evitar besarla, un beso suave pero lleno de todo lo que sentía por ella. Cuando nos separamos, vi que tenía los ojos brillantes, pero no dijo nada más.

—Volveré antes de que te des cuenta. Prometo que esta será la última Navidad que paso lejos de ti.

Emma asintió, y esta vez fue ella quien se inclinó para besarme una vez más.

—Tendré tu regalo listo para cuando regreses —dijo con una sonrisa traviesa.

Reí, aunque en el fondo no quería dejarla. Me obligué a dar un paso atrás y dirigirme a la puerta, pero no sin mirarla una última vez.

—Cuídate mucho, ¿sí?

—Siempre. Y tú también, Lucas.

Salí de su habitación con el corazón apretado, pero también con la certeza de que regresar a sus brazos sería la mejor parte de todo este viaje.

Salí de la casa de Emma con un peso en el corazón. Subí al auto y, mientras encendía el motor, no pude evitar mirar una última vez hacia su ventana. Me parecía increíble cuánto había cambiado mi vida desde que ella estaba en ella.

El camino hacia el aeropuerto era tranquilo, pero mi mente estaba lejos de las carreteras y los semáforos. Cada pensamiento volvía a Emma: la forma en que me había sonreído al despedirme, el calor de sus brazos cuando me abrazó, y las palabras "te amo" que resonaban como un eco constante en mi cabeza.

Al llegar a un semáforo en rojo, suspiré y me pasé una mano por el cabello.

—¿Qué estás haciendo, Lucas? —murmuré para mí mismo. Era absurdo cuánto deseaba cancelar el viaje y quedarme. Pero sabía que no era una opción.

El aeropuerto apareció a lo lejos, y con él, un recordatorio de lo poco que me agradaban los viajes de negocios. Sin embargo, me consolaba saber que esto era solo temporal. Había algo diferente esta vez, una razón que hacía que volver fuera más importante que cualquier otra cosa: Emma.

Aparqué el coche en el estacionamiento y tomé mi maleta del asiento trasero. Mientras caminaba hacia la terminal, saqué mi teléfono y escribí un mensaje para ella:

"Ya estoy en el aeropuerto. Voy a pensar en ti cada segundo. Te amo, preciosa."

Guardé el teléfono en mi bolsillo y avancé hacia el área de registro. La terminal estaba abarrotada de viajeros con prisas y familias emocionadas por las fiestas. Me sentía como un extraño en medio de todo ese entusiasmo navideño, pero una sonrisa se formó en mi rostro al recordar que Emma había empezado a cambiar mi perspectiva sobre esta época del año.

El vuelo no saldría hasta dentro de un par de horas, así que me acomodé en una de las salas de espera, intentando concentrarme en algunos correos electrónicos. Pero, por mucho que lo intentara, mi mente volvía a desviarse hacia ella.

—Solo tres días, Lucas —me dije en voz baja—. Tres días y estarás de vuelta.

El altavoz anunció el inicio del embarque para mi vuelo, y me puse de pie, tomando mi maleta de mano. A medida que caminaba hacia la puerta, me prometí algo: esta sería la última vez que dejaba a Emma sola en Navidad. El próximo año, nada me apartaría de ella.




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