La navidad se acercaba solo veinte días faltaban para que llegara la época del año que Rebeca mas disfrutaba, las luces, el olor a pino fresco del albor de navidad, el frio que se podía sentir, los días seguían corriendo después del desafortunado percance entre Rebeca y Ashton, este último no regresó a supervisar los progresos de la decoración y la primera al fin pudo centrarse en su diseño sin distracciones. Su cliente es un hombre demasiado atractivo y ella no puede darse el lujo de echarlo todo a perder solo por andar distraída mirándolo de soslayo cuando él se encontraba distraído, por esa razón había estallado aquella tarde, se sintió fatal al ver la reacción del hombre y comprendió que sus palabras lo habían lastimado, pero le dio un manotazo mentar a esos pensamientos conformándose con pensar que él debe ser igual a todos los hombre, dice que la dejara pero de seguro al día siguiente estará nuevamente allí para tratar de conquistarla porque está más que claro que esa es la razón por la que él va todos los días, aunque no se lo ha dicho directamente para Rebeca ha sido muy fácil notarlo y es exactamente por eso por lo que debía mantenerlo lo más lejos posible, faltaban pocas semanas para navidad y por suerte ha tenido bastante trabajo decorando algunos hogares y oficinas, así que está satisfecha con lo que ha logrado en los tres meses que han transcurrido desde que abrió las puertas de su negocio.
Pronto Rebeca se dio cuenta de su error al recordar que una semana completa transcurrió y el sexy señor King no había regresado. Debía admitir que ese hombre era sexy de forma tímida, con sus impecables trajes a la medida y sus lentes de pasta que le daban un toque de misterio y sensualidad, todo un caballero que cumple su palabra —pero ¿De dónde carajos salieron esos pensamientos? Rebeca, céntrate en hacer tu trabajo y deja de andar pensando sandeces. El solo se ha limitado a responder a sus correos sin abundar en nada más, sin embargo ella extrañaba ver el rostro de satisfacción de ese hombre cada vez que se sorprendía por cualquier nuevo detalle que notaba en el diseño cada vez que se acercaba.
Armándose de valor, le envió un nuevo correo pidiéndole que pasara por el piso lo antes posible pues necesitaba de su aprobación para algunas cosas. Eso no era cierto, pues él le había dado carta abierta desde el primer momento para hacer el diseño como mejor considerara, pero sin saber por qué, ella quería volver a verlo y debía aceptarlo. Solo cinco minutos después él le respondió con un escueto mensaje informando que estaría allí en dos horas. Le pidió a Dina, su asistente que se fuera sola a almorzar y se quedo a esperara al señor King.
Mientras tanto, Ashton se encontraba en su oficina a punto de reventar con tanto trabajo por las nuevas actualizaciones que debían tener listas para Social People, antes del día de navidad. Aun así recibir aquel correo de la bella señorita Collins provocó que su estado de tristeza durante toda la semana se despejara y su corazón se acelerara, volvería a verla una vez más y aunque en su cabeza sabía que él no tendría ninguna oportunidad con ella su corazón al parecer no era consciente de ello. No tenía tiempo para ir, pero no perdería la oportunidad de verla, así que decidió tomar su hora de almuerzo para ir, durante toda la semana había comido algo rápido en su oficina.
Llegó a su nuevo piso con una bolsa con comida de un restaurante que le gustaba mucho ubicado cerca de su oficina, su corazón aleteo como loco al ver a la mujer que le robaba el sueño desde hacía casi un mes. Ella vestía unos jeans gastados y una camiseta de un concierto de Bruno Mars en el que el también había estado hace más de un año, al parecer estuvieron en el mismo lugar sin saberlo —le fue imposible no sonreír ante ese pensamiento, un gusto en común —pensó
— ¿Qué ocurre? —le cuestionó ella con sigilo
— Nada, es solo que yo estuve en ese concierto —responde señalando su camiseta con su dedo índice
— ¿En serio? —Indaga sorprendida, no imagino que el hombre parado frente a ella fuese de escuchar música romántica y de ir a conciertos
— Por supuesto Bruno Mars es un jodido genio de la música, tengo todos sus discos —confesó un emocionado y risueño Ashton y por primera vez desde que Rebeca conoció a ese hombre enigmático ella pudo ver que quizás era un hombre tierno y no un depredador.
Ella sintiéndose un poco nerviosa quiso mantener el control de la balanza y decidió mostrarle la carta de colores que utilizaría como excusa para haberlo hecho ir hasta allí. Quedó gratamente sorprendida cuando él sin dudarlo mucho se decidió por su favorito en la paleta de colores. Después él la sorprendió al sacar de la bolsa de papel que llevaba en sus manos unas pequeñas bandejas desechables una ensalada de pollo y verduras y otra de pastas con espárragos y queso feta.
— Imagino que no has almorzado aún, estoy muy ocupado en la oficina estos días así que utilicé mi tiempo de almuerzo para venir aquí, traje dos no sabía cuál te gustaría así que elige la que prefieras
— Muchas gracias, es usted muy amable, pero no tendría que haberse molestado —comentó gratamente sorprendida por el detalle
— No es ninguna molestia, la mayoría del tiempo almuerzo solo así que hoy si lo desea podríamos hacerlo juntos —ella no encontró las palabras para poder hablar así que opto solo por asentir — Y por favor no me llame más señor King, me hace sentir viejo, puede tutearme —se atrevió a pedir con timidez sin atreverse a mirarla a los ojos