Para Ashton y Rebeca, no fue necesario mucho tiempo para descubrir que estaban destinados el uno al otro. Él lo supo en el instante en que la conoció. Ella por su parte le tomó un poco más aceptarlo, pero desde esa fiesta no hubo forma humana de separarlo.
Solo tres meses después Rebeca se mudo al piso de Ashton y sus días eran tan perfectos que parecían idílicos en ocasiones se asustaba al pensar que quizás estaba viviendo un sueño y que en cualquier momento se despertaría.
El día en el que celebrarían seis meses de novios en pleno verano donde el calor y el sol abundaban por todos lados, Ashton la llevó a una paradisiaca playa del Caribe a pasar el fin de semana como forma de celebración la noche del 25 de junio tenían una reservación en un romántico restaurante y allí en medio del lugar y con los demás comensales como testigos, Ashton se levantó de su silla y colocó una rodilla en el piso con un anillo en sus manos pidiéndole que aceptara convertirse en su esposa.
Entre lágrimas de felicidad Rebeca aceptó ser la señora King. Celebraron su compromiso con una botella de champan y recibieron las felicitaciones de los presentes en el lugar. No hizo falta pensar mucho la fecha para la boda, esa misma noche decidieron que se casarán la próxima navidad justo el día de su primer aniversario. Disponían exactamente de seis meses para preparar todo, la celebración continuó en su cuarto del hotel en donde solo disfrutaron de su amor.
Una boda de ensueño es lo que tuvieron Rebeca y Ashton el 25 de diciembre, pues no existía mejor forma de celebrar la navidad que dándose el sí acepto de ambas partes, esa noche estuvieron rodeados de familiares, amigos, colegas y socios del trabajo la celebración tuvo lugar en el Safari Texas Ranch, un lugar tan mágico como Rebeca siempre había soñado. Toda la decoración de la época con luces que caían en forma de copos de nieve aportaba más romanticismo a la ceremonia.
La luna de miel fue la ocasión perfecta para que ambos se compenetraran encerrados en una cabaña en Ottawa, Canadá, rodeados por la nieve y los hermosos paisajes del lugar, disfrutaron de su viaje de bodas, durante el día aprovecharon para esquiar, montar en trineo, jugar en la nieve y por las noches bajo el calor de la chimenea y en la privacidad de su cabaña daban riendas sueltas a su amor y la pasión.
El 31 de diciembre asistieron a la fiesta que habían organizado en el complejo en donde se estaban hospedando. Todos los huéspedes se reunieron para esperar el año nuevo, degustaron de la espléndida cena que habían preparado para los huéspedes, la cuenta regresiva dio inicio.
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres dos, uno
¡FELIZ AÑO NUEVO! —Gritaron todos, mientras se abrazaban y se besaban.
— ¡Feliz 2010 hermosa mía! —felicita un emocionado Ashton a su esposa envolviéndola por la cintura haciendo que abandone el piso girando sobre sus pies provocando que ambos se encuentren en su propia burbuja de felicidad.
— ¡Feliz 2010 amor de mi vida! —Respondió ella — Sé que juntos seremos muy felices y que estaremos juntos hasta el día de nuestra muerte
— Así será hermosa ¡te amo!
— ¡Te amo Ash!
Bailaron a más no poder durante gran parte de la noche, sus copas nunca estuvieron vacías esa noche se dejaron llevar hasta embriagarse y llegar a su cabaña arrastras.
— Que hermoso es aquí, me encanta ver todo el paisaje cubierto por la nieve —comenta Rebeca observando el paisaje de las enormes puertas de cristal
— Si, es hermoso, es una lástima que en Houston casi nunca nieva, no recuerdo la última vez en la que un solo copo de nieve cayó. Pedir que nieve en Houston sería casi como recibir un milagro en navidad —concede Ashton envolviendo la cintura de su esposa desde atrás colocando su barbilla sobre su hombro derecho y admirando la belleza del lugar.
La luna de miel terminó y se vieron obligados a regresar a Houston, a sus rutinas diarias, entre el trabajo, la familia, los amigos y la cotidianidad del día a día, nada ha mermado el amor en sus corazones, ahora que han transcurrido varios años desde su boda y son un matrimonio que se aman y estable, han decidido que ya es momento que la familia crezca, ambos siempre han soñado con ser padres y para ello han vendido el piso en el que vivieron estos cuatros años y han comprado una casa en el área de Riverstone, una propiedad con un hermoso jardín en el que los niños podrán jugar y juntos pasar tiempo en familia, una amplia piscina en forma de ocho se encuentra en el patio trasero de la casa, cinco dormitorios, la habitación matrimonial, tres para los hijos que desean tener y un cuarto para visitas, un gran árbol de cerezo adornar la entrada principal de la casa y un camino de hermosas orquídeas de diferentes colores muestran el camino hasta la puerta principal. Un calmado riachuelo pasa por la parte trasera de la casa mostrando la maravillosa y relajante brisa del bosque en el que se pueden ver las ardillas juguetear y visitar su jardín todos los días.
Los meses pasan en el calendario y la pareja de esposos tratan de ser pacientes repitiendo las palabras de la ginecóloga de Rebeca, quien les había explicado, que existían grandes posibilidades que deberían esperar para embarazarse, pues después de años el cuerpo debía desintoxicarse de los anticonceptivos. La pareja hacía la tarea a toda hora, pero nada sucedía. Ocho meses habían transcurrido desde que Rebeca había dejado los anticonceptivos cuando empezó a sentir las náuseas y mareo pertinentes de un posible embarazo, se encontraba emocionada, su periodo tampoco le había bajado, eran ya tres días de retraso ¿Sería posible? La emoción le robaba el sueño, esa tarde decidió que le contaría a su esposo sobre sus malestares, al regresar de su empresa se detuvo en una farmacia cerca de casa y compró varias pruebas de embarazo. Preparó una ensalada de vegetales y frutas para cenar, pues casi todo le provocaba arcadas y ganas de devolver la comida.