Un regalo inesperado para el Alfa

Cuando abres los ojos y ves el mundo


 

 

Elian


 

 

Mirando el objeto que la chica me ha entregado, mis ojos se humedecen un poco por los recuerdo. No me cabe en la cabeza que una completa extraña tenga esto en su poder y me lo esté dando precisamente en Navidad.


 

— ¿Qué es esto?


 

— Es una brújula. Una que tiene un reloj integrado. Para su colección.


 

— Se lo que es y también se ha quien perteneció. ¿Por qué lo tienes tú? Y en este estado que es lo más increíble.


 

Ella ahora me observa con ojos asustados. Tal vez me excedí un poco en mi tono. Me siento mal por haberme molestado un poco al verlo. Ella no tiene la culpa de mi mal humor.


 

— Yo…lo siento.


 

— Perdón, no quiso hablar en ese tono. Es solo que estoy sorprendido.


 

— Cuando su abuelo murió, usted estaba muy molesto y destruyó esto. Lo despedazó aún siendo usted un niño. Salió corriendo a su habitación y no salió de allí por días.


 

Me sorprende saber que esta chica sepa todo eso. Nadie de los miembros en la manada lo saben. Excepto mis padres que estuvieron ahí y algunos empleados.


 

— ¿Qué edad tienes mujer?


 

— Voy a cumplir veintiocho en unos días.


 

— ¿Eres tan joven?


 

— Pues, eso creo. Pensé que estaba algo mayor de hecho.


 

— ¿Mayor? Sabes, yo tengo quinientos años. Eso te debe dar una idea mejor de lo que es ser mayor.


 

— Lo sé Alfa.


 

Una sonrisa se instala ahora en el rostro de ambos. Me doy cuenta de que esa sonrisa me está cautivando. Ella en definitiva me gusta. Me gusta mucho. Tal vez deba ser la próxima chica con la que deba intentar algo. A ver si al fin todo cae en su lugar. Aunque no creo que ella sea de ese tipo.


 

— ¿Cómo es que sabes la historia de esta brújula? Ni siquiera existías en este mundo cuando ocurrieron los hechos.


 

— Pues… Karen


 

— ¿Qué? ¿Mi nana?


 

— Si


 

— Mira nada más. Así que conoces a mi nana. ¿Dime, dónde la conociste? Ya sabía yo que alguien del personal tuvo algo que ver en recoger esto. Aunque a ella la considero más de mi familia. Es como una segunda madre para mi. ¿De dónde la conoces? Dime quién eres.


 

La pregunta parece extrañarla. Una vez más ella tiene ese rostro de confusión. Su actitud me desconcierta un poco. No logro leerla. Y mira que soy bueno en eso.


 

— Es que ella es mi madre.


 

Ahora soy yo el que mira un poco sorprendido. Mis ojos están abiertos de par en par. ¿La hija de mi nana? ¿Ella es Andreina? ¿Cómo es posible esto?


 

Ahora comprendo algunas cosas. Mi nana me dijo que su hija vendría hoy. Estuvo estudiando su licenciatura y está próximo a terminar. También comprendo la razón por la cual no se acercó a bailar esta noche conmigo.


 

Su madre me dijo que ella está enamorada de alguien y puede que llagaría acompañada. Por alguna razón eso me enfurece, y mucho. Me enfurece porque desde ahora sé que ella tampoco es la indicada.


 

— ¿Si eres la hija de mi nana, entonces dónde has estado todo este tiempo? ¿Por qué nunca te había visto?


 

— Siempre he estado aquí Alfa. Usted se supone que sabe quién soy yo. O al menos eso creí.


 

— ¿Ya nos habíamos visto? ¿Hablado?


 

— Pues si, muchas veces.


 

Ahora puedo comprender un poco la actitud de esta chica. Mis preguntas parecían sorprenderla y ahora el sorprendido soy yo.


 

— Cuéntame, dame algo para recordar.


 

— Vivo en su casa con mi madre desde que nací. Usted algunas veces me traía dulces. Se los daba a mi madre y ella a mi. Todas las mañanas le daba los buenos días cuando entraba a la cocina por un vaso de agua después de correr.


 

— ¡Increíble!


 

— Usted solo me decía que igual y seguía su camino.


 

— También le llevé su bandeja de desayuno a su cuarto por muchos años.


 

— ¿Trabajas aquí?


 

— No, solo ayudé a mi madre con algunas tareas cuando se acumulaba el trabajo.


 

— Entiendo.


 

— Gracias a usted pude ir a la universidad. Es por eso que quise arreglar esa brújula y dársela de regalo. En agradecimiento claro.


 

Mi mente trata de recordar algo para ver porque no la recuerdo. De momento llegan imágenes a mi cabeza. Recuerdo que al terminar de correr alguien me daba los buenos días en la cocina. Alguien por quien nunca levante la mirada ni me molesté por ver su cara. Solo le decía algo amable y salía de allí.


 

También recuerdo una mucama que siempre se encargaba de entrar a mi habitación a limpiar un poco y a veces me llevaba el desayuno. Casi siempre me estaba dando una ducha ó enfocado en mi computador trabajando.


 

De un tiempo para acá simplemente ya ella no me decía nada. Pensé que la mujer simplemente había renunciado a su trabajo. Ahora se la razón. Ella estaba en la universidad. De solo pensar que era ella me hace sentir como un completo cretino.


 

¿Cómo es posible que yo ni siquiera levanté la mirada para verla aunque sea una sola vez? La respuesta la sé. Pensé que era otra de esas mujeres que quería lograr algo conmigo por la posición y el dinero. Pero ahora que lo pienso, siempre hubo amabilidad y sinceridad en su voz.


 

— Así que si ya nos habíamos visto y conversado.


 

— Si, pero usted nunca me miró. Es normal y puedo entenderlo. Ya que es un Alfa y tiene mucho trabajo.


 

— Eso no justifica mi comportamiento. De verdad que lo siento mucho.




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