—¿Qué tenemos?
—Paciente con múltiples fracturas debido a choque y posible intoxicación.
—¡La perdemos!
Las voces se escuchan a lo lejos, no entiendo qué pasa, yo lo único que deseo en estos momentos es dormir, dormir y dormir para no despertar más.
Estoy en momentos lucida y puedo escuchar lo que dicen y momentos en los que no se absolutamente nada. ¿Estaré soñando o nuevamente he regresado a la secundaria? Solo que ahora mis padres si están conmigo, me acompañan a recibir mi diploma a la mejor estudiante de la escuela secundaria, regresamos a casa y partimos la tarta de manzana que es mi favorita como una manera de celebrar mi triunfo, pasamos toda la tarde jugando y preparando nuestras maletas para comenzar las vacaciones en la playa.
Una sonrisa se forma en mis labios cuando veo a mis padres tomados de la mano mientras depositan suaves besos. De repente las traicioneras lagrimas comienzan a brotar y no encuentro la razón hasta que lo recuerdo todo, esto es solo un sueño. Ellos se fueron y no pensaron en mí.
Despierto gracias a un molesto ruido, trato de ubicarme y recordar dónde es que estoy o qué fue lo que pasó.
Nada, no llega nada a mi cabeza, trato de levantarme y lo único que consigo es que los aparatos comiencen a sonar de forma desesperada mientras un mareo hace que vuelva a dejar caer mi cabeza sobre la cama.
—Al fin has despertado —Exclama una voz que solo recuerdo en sueños.
Un doctor viene tras él y antes de que pueda visualizarlo bien, este comienza una revisión exhaustiva, me hace algunas preguntas hasta que nuevamente caigo dormida.
—Lleva mucho tiempo aquí, por lo menos eso sirvió para que estos se desintoxicaran.
Escucho una voz y no puedo recordar quien es.
—Doctor, déjeme quedarme, se lo suplico.
—No puedes, sus padres están aquí y no permitirán que tú te quedes con ella.
—Se lo suplico.
Dejo de escucharlos, seguramente se lo han llevado, yo no he abierto los ojos pensando en lo que me encontrare al abrirlos, escuche la palabra padres y esa es la palabra que no puede salir de mi cabeza ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué volvieron? ¿por lastima?
—Abre los ojos hija. —Esa es mi madre.
—Estamos aquí —Ahora habla mi padre y quiero gritarles, decirles todo lo que tengo guardado en mi corazón, el dolor que sentí por su abandono, lo único que puedo hacer es mantener mis ojos cerrados. Cuando estos me piden una tregua y es necesario que los abra, lo hago, pero primero me doy la vuelta con tal de no verlos, no quiero verlos ni oírlos. Si lo segundo no lo puedo hacer, lo primero sí.
Tampoco es que digan mucho, solo de vez en cuando me piden que voltee a verlos; nada de eso funcionará. Me quedo dormida, otra vez.
—Despierta hermosa —Escucho la voz de Emma y al fin volteo para verlo.
—Hola —Mi voz suena extraña—. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Casi un mes.
Me sorprende porque pareciera que solo paso un día.
—Me alegro que estés devuelta, así no pasare navidad solo.
—Yo me alegro de estar aquí contigo.
Se queda haciéndome compañía, hasta que el doctor nuevamente viene a revisarme, me regaña por la forma en que llegue aquí y las condiciones en las que me encontraba.
—Ahora le pediré que salga de aquí, los padres de la joven han vuelto y seguramente no lo querrán ver aquí.
—Por favor, no permitas que me lleven de vuelta con ellos, no quiero, no por favor.
—Prometo que no te dejare sola.
Es lo último que dice antes de depositar un beso en mi frente y sale por la puerta donde minutos después llegan mis progenitores.
El doctor sigue aquí.
—Señores, su hija se encuentra estable, pueden llevársela esta noche y sirve que pasan navidad juntos.
—¿Qué día es hoy? —pregunto al escuchar la palabra navidad.
—23 de diciembre. —Responde mi madre a la pregunta que claramente hice al doctor.
—Gracias doctor —Respondo de forma seca. Él no responde.
—Perfecto entonces ya podemos llevarla a casa, ¿escuchaste hija? Esta noche dormirás en tu cama.
Para lo que me importa, pienso.
Pareciera que estos se han puesto de acuerdo y les urgía llevarme de vuelta a “casa”.
Ellos en todo momento tratan de hablar conmigo, de hacer que diga por lo menos una palabra, pero como dije me he propuesto a fingir mudes mientras ellos estén junto a mí. Es una niñería lo que estoy haciendo, se supone que ahora soy un adulto que puede enfrentarse a diferentes situaciones, tal vez, solo que nadie se ha puesto en mi lugar.
—Bienvenida a casa hija. —Escucho la vos del hombre que me dio la vida al abrir la puerta y mientras me sostiene en sus brazos, ya que por mi debilidad a penas y podía ponerme de pie.
Una lagrima brota de mis ojos, es imposible no hacerlo al ver la decoración de la casa, la música navideña suena de fondo y solo escucharla la melancolía vuelve a mí. ¿Por qué hacen esto? Son muchas preguntas que se van forma en mi cabeza. Las luces brillan y mis ojos duelen; los recuerdos brotan como las lágrimas. No recuerdo una navidad más triste que esta.