Oliver & Ro primero fueron tardes esporádicas pt2.
Como dije hoy me molesta más el no haberme dado cuenta de tu realidad y tu muy clara libertad eterna, pero vaya que fueron unos meses estupendos. Oliver fue la casi por segunda vez la excepción a mi instinto, pero a medida que lo veía me daba cuenta de que era una mezcla rara como yo.
Tenía poco de haber llegado a su ciudad, aún tenía dinero, pero algo me decir que no debía fiarme solo de él, así que tan pronto como llegue inicié la búsqueda de un empleo informal, después de todo era verano y no habría tanto problema pues se miraba que había bastante movimiento por sus calles; no tarde mucho en encontrar un empleo y con el sí del dueño yo ya había confirmado mi primera aventura de lo que serían dos años de sin dejar que mis padres me vieran más allá de una pantalla en videollamadas o por fotos que les compartía.
El día que te conocí.
─Romina…
─No me digas Romina, solo dime Ro ─pedí por milésima vez a mi jefe─, pero dime.
Sonreí y él solo negó.
─Romina ─puntualizó y yo solo pude rodar los ojos y asentí ─, hoy es día de proveedores, voy a necesitar que estes presente para que sepas como es el proceso de recibir, firmar y pagar pedido, ¿entendido?
Asentí y aunque ya sabía cómo atender con proveedores debido a que lo hacía en la cafetería, me dediqué a decir ─Claro, ¿en cuánto tiempo llegan?
─A las tres deberían estar por aquí.
─Bien, estaré al pendiente y lo llamaré.
El dueño del pequeño hotel en el que había conseguido trabajo como recepcionista no me dijo nada más y solo se marchó; me quedé pensando en cuán ventajoso era que nadie me conociera pues de esa manera no tenía que dar explicaciones de nada y solo dar una simple escusa de cómo me encontraba aprendiendo o inventar alguna historia que me diese ventaja y que pudiera sustentar.
La tarde estaba tranquila, los huéspedes estaban fuera, seguramente en la playa o conociendo nuevos lugares, así que por un instante pude jurar que la tarde se detenía y yo moriría de sueño mientras esperaba a los proveedores, pero todo se complicó porque el teléfono sonó e interrumpió mi tarde sentada en el banquillo detrás del mostrador mientras garabateaba en una hoja.
Contesté el teléfono y al parecer vendría un grupo grande de al menos 10 personas, preguntaron por disponibilidad y yo les confirmé, quedaron en llegar en 10 minutos o menos así que apresuré mi paso y fui por todo aquello que se entregaba cada que un huésped nuevo se instalaba en este hostal. No tardé mucho en organizar todo y tan pronto como terminé avisé al dueño de la llegada del grupo grande y no pude cometer mayor error porque él quiso esperar abajo conmigo, así que no me quedó de otra que esperar a que llegaran.
El grupo llegó poco después, y con ellos llegó el ruido.
Comencé a movilizarme por la recepción y dando formatos de registros, mientras le pedía al dueño que me apoyara entregando kits de bienvenida a los que les entregara el formato. A la vez que les explicaba las reglas del lugar y creaba una reserva para bloquear camas y evitar un sobrecupo vigilaba que todo estuviera correcto, esperé a verificar cuantos eran y entonces ahí lo vi.
Fue extraño porque nunca había sentido algo así, el tiempo se detuvo y en el fondo él me estaba mirando curioso de mi presencia y mis movimientos. En ese instante el mundo se esfumó y yo logré ver por primera vez a alguien. Sé que en realidad fue muy poco tiempo lo que duró, pero se sintió tan extraño y placentero; así que tan pronto como acabé con sus compañeros él se acercó y lo pude escuchar saludarme.
─Hola…
Dijo y yo sonreí al igual que con los demás.
─Hola, mucho gusto soy Ro la recepcionista del hostal ─contesté con una sonrisa mientras le extendía un formato ─, necesito que llenes este formato de registro por favor, es para poder elaborar tu reserva.
Dije mi discurso de bienvenida y le extendí el kit de la habitación mientras contaba cuantos eran para calcular las bebidas que ofrecería. Cuando me entregó el formato le sonreí y me giré a quien pagaría para proceder con el pago, una vez todo estaba terminado fue cuando dije las palabras mágicas.
─Para quienes no me escucharon, soy Ro y acá tenemos una tradición ─tenía la atención de todos, en especial de él ─Nos gusta darles la bienvenida a nuestros huéspedes con una bebida de bienvenida, una que entumezca las preocupaciones y suelte las riendas del sentir, ¿Gustan tomarla?
─¡Sí!
Uno a uno fui entregando sus bebidas y al final estaba él, viéndome fijamente y pude notar como seguía mis movimientos, así que dije…
─Aquí tienes tu bebida ─extendí mi mano y cuando él la tomó su mano tocó la mía y volvió a pasar, negué con la cabeza para despejar mi mente y añadí ─, que la disfrutes.
─Gracias ─contestó y antes de irse dijo ─, me llamo Oliver…
Así que Oliver.
─Un placer Oliver.
Asintió y se dio la vuelta para dirigirse con su grupo. Yo por el contrario me enfoqué en llevarlos a sus habitaciones dejando a mi jefe en la recepción en espera de los proveedores o de algo que les pudiera apetecer a los que se hospedaran en planta baja.
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Editado: 24.03.2025