Un sacrificio inesperado

Capítulo 4.

New York.

—Tenemos que llevarte a una de las salas de cuidados urgentes de la ciudad para que te curen el brazo herido —sugirió, ayudando a la chica a ponerse pie.

—Espera…

—Tyler, llévala para que le hagan una curación y cuando te asegures de que se encuentra bien, dejas que se vaya a casa —ordenó.

—Sí, señor Snox—respondió el encargado de seguridad.

—No, tenemos que hablar, por favor —suplicó. Zuri y forcejeó cuando los escoltas la detuvieron.

Su insistencia era constante e intensa, buscaba de todas maneras de que no pudiera escapar, por lo que él comprendió que quizás lo estaba confundiendo con alguien muy parecido a él.

—Señorita, ya le dije que no la conozco y no hay que hablar más del asunto. De verdad espero que pueda encontrar la solución para la salud de su hijo, con permiso —se despidió.

Darren se fue caminando hacia el auto que lo esperaba en la acera e ignoró los gritos desesperados de la chica, aunque trataba de mantener la calma. Su corazón latía a mil revoluciones por segundos, por lo que decidió marcharse rápido para no seguir oyendo sus súplicas.

Se sentía contrariado y confundido, sobre todo cuando le dijo que era el padre de su hijo, que antes se conocían cuando vivía en Chicago. Entonces se dio cuenta de que algo tenía sentido con las imágenes de su memoria cuando se encontraba hipnotizado en el consultorio de su psicólogo.

Necesitaba hablar del asunto con su terapeuta, por eso iba a llamarlo para tener una consulta al siguiente día y decidió olvidar el encuentro extraño por el momento, ya que tenía una cita con la joven mujer que su madre quería que tomara como esposa.

No tenía ningún tipo de sentimientos hacia ella, pero venía de buena familia adinerada y era muy tranquila. Además, le agradaba a sus padres desde que era una niña, por lo que creía que los sentimientos podían surgir más adelante a través del trato diario.

—Buenas noches, señor Snox—saludó el gerente del restaurante.

—Buenas, tengo una cita pendiente —dijo.

—Sí, venga conmigo.

Se movieron hacia el área exclusiva del restaurante, donde había una vista espectacular del puente de Brooklyn y las luces de la ciudad que iluminaban todo, entonces se acercó a la elegante joven que le regaló una sonrisa cuando lo vio.

—Hola, Cindy —saludó.

—Cariño, me alegra que ya estés aquí —respondió, acercándose para saludar con dos besos en la mejilla a su futuro marido y luego se acomodó sobre la silla que apartó Darren para ella.

—¿Cómo estás?—interrogó él.

—Muy bien, sobre todo ahora que te veo y que has aceptado mi invitación a esta cena especial —contestó la chica, que no perdía la cortesía.

—Me alegra mucho, siempre te veo tan amable conmigo y te diste a la tarea de ordenar todo, hasta una excelente botella de vino —comentó Darren.

—Quería sorprenderte y parece que lo logré —expresó Cindy.

Se sentaron a disfrutar de su cena y también para conversar sobre sus trabajos, aunque también hablaron sobre sus objetivos personales, los deseos de sus familias para que fueran pareja en el futuro, algo que ambos veían de buena manera, hasta que el jefe de seguridad apareció de manera sutil por la entrada del área exclusiva, diciéndole a Darren con las manos que la chica estaba bien de su brazo.

Se sintió satisfecho de su informe y, justo cuando iba a brindar con su acompañante, apareció de pronto la chica en cuestión, postrándose de rodillas delante del hombre a quien le suplicaba con ruegos, dejando a ambos hombres desconcertados, también a una Cindy bastante confundida.

—Tienes que escucharme, por favor, te lo imploro, y no me voy hasta que lo hagas —insistió tajantemente, sujetando una de las piernas de su objetivo para que no pudiera escapar.

—Perdón, señor, parece que me siguió hasta aquí y después buscó la forma de entrar en el restaurante, lo siento mucho —excusó Tyler.

De pronto entraron algunos empleados y guardias del restaurante para resolver la situación, pues se dieron cuenta del ingreso sin permiso de Zuri, dando a demostrar su descuido a la hora de vigilar las entradas del local.

—Señor, vamos a sacar a esta mujer de aquí y le pedimos mucho perdón por el inconveniente. Le aseguramos que no volverá a pasar, de hecho, vamos a llamar a la policía —manifestó el gerente.

—No, por favor—dijo Zuri, con los ojos llenos de lágrimas.

—¡Agárrenla, ahora!—exigió el molesto hombre.

—Esperen, voy a atender a la señorita en otro lado del restaurante y cuando sepa lo que quiere, estoy seguro de que conseguiremos resolver el conflicto —refutó Darren.

—No entiendo qué está ocurriendo—expresó su acompañante.

—Perdóname, Cindy, me voy a tomar unos minutos para hablar con esta joven y te prometo que regreso pronto, ¿de acuerdo?—excusó.

—¿Quién es ella?—cuestionó Cindy.

—Ahora no te puedo explicar, así que deja que resuelta el inconveniente —pidió.

—De acuerdo—dijo a regañadientes.

Todos los presentes se apartaron del área, dejando a las tres personas que se seguían mirando a la cara y después Darren salió hacia otra área del restaurante más privada con Zuri caminando a su lado, entonces entraron en el pequeño espacio donde pudieran conversar sin interrupción.

—Hoy me has causado algunos problemas y estoy perdiendo la paciencia contigo, en serio no comprendo qué deseas de mí —reclamó.

Zuri estaba dispuesta a todo por conseguir su objetivo y por eso se acercó al padre de su hijo, invadiendo su espacio. La cercanía fue tanta que lo puso un poco nervioso, dejando que pudiera analizar su rostro.

Darren se dio cuenta de que la silueta de la chica era demasiado familiar dentro de su cabeza y sentía que la había visto en algún lado, pero seguía sin reconocerlo del todo, sus miradas se encontraron con intensidad, hasta que quedó paralizado cuando ella sujetó sus mejillas para apoderarse de sus labios.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.