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Chicago, Illinois.
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Darren se recuperó después de unos días de descanso en el hospital y en ese transcurso de que le dieron el alta, visitó varias veces al pequeño, que también se le vio un mejor semblante después de la operación delicada que le hicieron, haciéndose su amigo, por el momento decidió no decirle la verdad, por pedido de su madre, ya que primero deseaba ganar su confianza por completo.
Desde que salió del hospital, no pierdo el tiempo y, antes de regresar a su ciudad natal, fue visitar la franquicia del equipo al que perteneció en el pasado, dejando a los empleados completamente atónitos cuando lo vieron entrar por la recepción principal del club deportivo.
Miraba hacia todos lados, buscando algo que su mente pudiera recordar y no encontró nada, observando todo como si fuera la primera vez que lo visitaba.
—Buenas tardes—saludó a los presentes.
—¡Oh, por Dios! ¿Es usted Darren Snox, ex jugador estelar de este equipo?—preguntó uno de los empleados que era prácticamente nuevo en sus labores.
—Sí, eso creo…
—¡¿Me da su autógrafo, por favor?!—exclamó el chico que lo seguía mirando con admiración.
—Ehh… claro, ¿por qué no?—respondió, algo abrumado, y sujetó el bolígrafo para plasmar la firma sobre una libreta que le entregó.
—Gracias, es usted muy amable —agradeció el muchacho con una sonrisa.
Darren siguió caminando hacia la recepción para preguntar por el gerente del sitio, del cual no se acordaba ni el nombre, y le dijeron que se encontraba ocupado dentro de su oficina, entonces pidió una cita con aquella persona.
Por suerte, no tuvo que esperar mucho en el área de visitas y fue recibido dentro del despacho por su antiguo jefe, el gerente Duckman.
—Qué bueno, verte de nuevo tan recuperado y saludable, siéntate, por favor —pidió el gerente luego de darle un pequeño abrazo como saludo.
Darren seguía desconcertado y un poco ansioso, porque le hablaban de manera tan familiar cuando ni siquiera reconoció a la persona que tenía en frente. Era algo bastante incómodo para él, por lo que trató de ocultar su nerviosismo.
—Vine para que hablemos de una información que necesito aclarar lo más pronto posible y creo que usted es la persona idónea para ayudar en mi búsqueda de la verdad —expresó.
—¡Vaya! Suena tan extraño que me hables con tanto respeto, si antes eras bien relajado y nos hablábamos con confianza, supongo que todo cambió después de que te marchaste…
—¿Acaso usted no sabe que perdí la memoria y que no recuerdo nada de mi pasado?—cuestionó por la manera en que le hablaba, como si fuera ignorante en el tema.
La cara de sorpresa del gerente le dio la respuesta inmediata y exacta, comenzando a desesperarse. No comprendía nada de lo que estaba pasando, todo era como un torbellino de secretos o mentiras que lo atormentaba cada día más.
—Espera, no entiendo lo que dices…
—Me accidenté aquella vez y supongo que fue aquí en Chicago, ¿no?—interrogó.
—Correcto, un día subiste en tu auto, bastante enojado por algún motivo y como estabas un poco pasado de copas, te fuiste sin hacerle caso a nadie, minutos después nos avisaron que tuviste un aparatoso accidente, así que corrimos para evitar que la prensa lo supiera, también avisamos a tu familia, después de eso, tus padres llegaron para llevarte de regreso a New York, realmente no supimos que habías perdido la memoria—explicó el gerente.
—¿Pero nadie de mi familia volvió luego para decirles que seguía vivo y que no recordaba nada?—interrogó de nuevo.
—En realidad sí, vino un abogado de parte de tu familia diciendo que teníamos prohibido hablar del accidente y menos con la prensa local, algo que me hizo ruido cuando vi que ellos no dijeron nada, fue como si nunca hubiera ocurrido.
—Ahora todo tiene sentido—susurró Darren.
—Lamentamos mucho haberte perdido como jugador estelar y toda la ciudad se preguntaba el motivo por el que ya no estabas presente si eras el más popular del equipo, aunque luego de cierto tiempo te vieron como empresario en un edificio de New York, entonces todo el mundo entendió que ya te habías retirado o alejado del mundo deportivo, con el tiempo nadie te volvió a mencionar—declaró el gerente Duckman.
—Cuando desperté meses después de ese día trágico, no recordaba nada y hasta la fecha es así. Tengo muchas lagunas mentales, por eso voy a terapias con un psicólogo que trata de ayudarme a recordar lo más relevante —dijo, pasando su mano por la cabeza.
—¿Entonces qué te hizo regresar a esta ciudad si no te acuerdas ni de nosotros?—averiguó el gerente de repente.
Se quedó pensando un momento y luego dejó salir una sonrisa sincera cuando Daniel apareció en su mente. Era un niño muy inteligente, muy guapo, con un parecido impresionante con él. Ya lo sentía como un orgullo que fuera su recién hijo descubierto.
—Un hijo, me enteré de que soy padre y vine para conocerlo, además de que quería salvarle la vida por una enfermedad renal —informó.
—¡¿Qué has dicho?! Nunca te conocimos una novia y menos que tuvieras hijos, lo que escucho es una locura —exclamó su ex jefe.
—No, parece que hubo una fiesta donde estuve con una chica y de ahí nació mi hijo Daniel, aunque es un hecho que no recuerdo, pero la prueba de paternidad que me hice lo confirma —detalló.
—Ahora que me acuerdo, los muchachos contaron que en ese entonces amaneciste con una joven desconocida y que luego huyó disparada cuando se dio cuenta de lo que había hecho… Te digo que me dejas sin palabras —afirmó.
Sus palabras fueron una prueba más de lo que decía Zuri y ya no quedaban dudas de la verdad. Era el padre biológico de Daniel, algo que era irrefutable.
Justo iba a decir algo cuando entraron todos sus excompañeros de juego en el despacho del gerente y llegaron con tremenda algarabía, tanto que asustaron a su ex colega, luego se acercaron para llenarlo de abrazos, realmente se veía que lo habían extrañado.
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Editado: 07.10.2025