-Leah-
Son las cinco de la mañana, mi despertador suena avisándome que ya tengo que levantarme. Aunque me gusta pensar que puedo llegar a ser alguien muy activa, a veces prefiero no serlo, y hoy es uno de eso días. Es el primer día de escuela y por más que intento levantarme con una buena actitud, la pereza que siento simplemente no me permite levantarme de la cama y vuelvo a quedarme dormida.
Mi mamá viene a levantarme apurada
—Leah, despierta ya, son las 6:30, si no te paras ahora, perderás el transporte.
—¿Las 6:30? Debí haberme ido hace un rato —Le dije a mi mamá mientras me paraba para comenzar a arreglarme.
—Lo sé, así que apúrate que no quiero que llegues tarde —Me dijo mi mamá mientras salía de mi habitación.
Cuando mi mamá salió de mi cuarto, comencé a arreglarme a la velocidad de la luz, detestaba a la gente llegaba tarde y detestaba más que en ciertas ocasiones yo formaba parte de ese grupo de personas impuntuales.
Salí de mi cuarto corriendo, de verdad necesitaba llegar temprano a la escuela, me negaba a dar una mala impresión a los chicos nuevos a los que les iba a dar un tour por la escuela.
—Leah, come algo antes de que te vayas —me grito mi mamá mientras bajaba las escaleras.
—No tengo tiempo mamá, no puedo llegar tarde.
—Aunque sea solo una fruta, no quiero que tengas hambre en tus clases —siguió insistiendo mi mamá, detestaba decirle que no.
—Está bien, me llevaré una manzana —la tome del frutero y corrí a la salida— ¡nos vemos!
—Adiós hija, nos vemos en la tarde.
Me encanta cuando mis días empiezan con el pie derecho, claramente hoy no fue uno de esos días y por si el día no podía empeorar, el transporte al que siempre me subo estaba por dejarme.
—Espere, por favor —le grite al chofer del camión, el cual me ignoro completamente y avanzo, dejándome en la banqueta a nada de un ataque— Oh, mierda, esto debe ser una broma.
Con ese camión se iba toda mi esperanza de llegar a tiempo a la reunión con los nuevos estudiantes y para mi desgracia, no contaba con dinero para pagar un taxi.
Así que como última opción, tuve que comenzar a correr hacía la escuela, la cual no estaba nada cerca de mi casa, pero era cansarme o causar una mala impresión y me negaba rotundamente a la segunda.
Seguí con mi camino hasta que escuche como alguien sonó el claxon de su auto, estaba a nada de gritarle de todo a la persona, pues imaginaba que podría ser de esos idiotas que le encantaban acosar mujeres en las calles, pero el tipo no aparentaba eso, lo cual fue raro, pues entonces no sabía que razón tendría para llamar mi atención.
—Hola linda, ¿Te llevo? —me dijo el conductor del auto.
—Hem, no gracias, estoy bien —al parecer si era de eso tipos por lo que comencé a caminar de nuevo.
—¿Segura? Te veo algo apurada, no creo que te venga mal algo de ayuda —dijo mientras bajaba la velocidad de su auto para estar al parejo conmigo.
—Lo estoy, me están esperando en un lugar —Si algo sabía, es que era importante que supieran que alguien esta esperando por ti, pues así desistían de cualquier cosa planearan.
—Ahí está, entonces yo te puedo acercar a ese lugar —siguió insistiendo.
—No, estoy bien, ya estoy cerca de llegar —mentí, aun me faltaba un largo camino por recorrer, pero por suerte él no lo sabía.
—Pero yo tengo en que llevarte —insistió y empezaba a darme un poco de miedo su terquedad.
—Ya le dije que estoy bien, muchas gracias —le dije molesta y comencé a caminar aún más rápido.
Con mucho miedo comencé a correr porque el tipo no se detenía. Corrí por al menos cinco minutos cuando casi como si el destino dijera que aún tenía un poco de aprecio por mí, vi a un chico alto a unos pocos metros, fue como un rayo de esperanza así que corrí hacía él a abrazarlo.
—Hey, ya sé que no me conoces, pero el tipo del auto me está siguiendo y necesito ayuda —le dije en un susurro para que solo los dos escucháramos.
El chico siguió mi abrazo un tanto incomodo, logrando que el auto avanzará. Me separé del abrazo y le di una sonrisa un tanto avergonzada
—Lo siento, espero no haberte asustado, es solo que eres la única persona que había cerca y no sabía que más hacer —comente avergonzada mientras mi miedo empezaba a desaparecer.
—Esta bien, me asustaste un poco pero no pasa nada, ¿te encuentras bien? ¿necesitas algo? —me dijo en un tono preocupado.
—Si, estoy bien, muchas gracias por tu ayuda —ya un poco más tranquila— y no, no necesito nada, gracias.
—Vale, ¿Necesitas que te lleve a algún lugar?
Mi yo coherente me decía que debía decirle que no, porque lo acababa de conocer y podía ser alguien peligroso, pero mi instinto me decía que no era ese tipo de persona, además estaba el hecho de que estaba llegando muy tarde.
—De hecho, si, ¿crees que puedes llevarme a la estación de taxis que hay por aquí cerca? —le pedí, la estación quedaba a una cuadra de la preparatoria, por lo que no sería del todo peligroso que me llevará.