-Leah-
A pesar de estudiar en la misma escuela, las veces que nos cruzábamos en los pasillos eran contados, pues estábamos en grados distintos y no compartíamos ningún amigo hasta ahora a Alex
—Hola Leah, ¿Me extrañaste? – me pregunto una de las personas más detestables que conocía
—No, ni un poco – respondí indiferente. No quería que el creyera que me importaba lo suficiente como para que su presencia me atormentará tanto
—Oh vamos, yo sé que si lo hiciste – me dijo con una sonrisa prepotente
De verdad era de las personas con las que prefería no toparme nunca, ya había superado lo que había pasado entre nosotros, pero él no había cambiado ni un poco lo que hacía incómodo para mi estar a su alrededor, siempre provocaba eso en mí, aunque actualmente lo que me provocaba era repulsión, ¿La razón? Recién cumplí mis dieciséis nosotros comenzamos lo que se podría llamar una relación, él no me gustaba tanto, pero lo suficiente como para contarle el porqué de mi disgusto hacia el contacto físico. Al principio se suponía que él me estaba ayudando con eso y se podría decir que funciono por un tiempo, pues logramos darnos un beso, el primero y único, luego de eso el intento más y más, obviamente yo no estaba preparada y termino conmigo. Realmente no me molesto mucho, hasta que inició con rumores de que nosotros nos habíamos acostado, lo cual era totalmente falso por lo que lo confronte
—Adam, ¿Qué se supone que haces? – le reclame, furiosa
—No sé a qué te refieres – dijo con su sonrisa de idiota
—No te hagas el tonto conmigo, sabes perfectamente a que me refiero. Quiero que pares lo rumores ya, los hombres no dejan de comerme con los ojos por las estupideces que dijiste, es incómodo y quiero que paren
—Creí que te gustaría un poco de atención
—No, no me gusta y más te vale que desmientas todo lo que dijiste
—¿O qué?
—Les diré a todos que eres un mentiroso y que todo lo que dijiste no podría estar más alejado de la verdad
—¿y te van a creer? Por favor Leah, eres una simple chica a un lado de mí, soy el capitán del equipo de fútbol y uno de los chicos más populares. Inténtalo, pero creo que sabes quién saldrá perdiendo
No era de odiar a las personas, pero luego de lo que pase con él no podía simplemente perdonarlo y volver a la normalidad con él, no era así de simple
—Ya deja de hacerte el chistoso – espete furiosa mientras pasaba a su lado para entrar a la cafetería. Pero entonces tomo mi brazo, lo que ocasiono que me enojará aún más – suéltame
—Solo quiero que hablemos – me dijo burlándose, era lo que más detestaba de él
—Y ya te dije que no quiero – jale mi brazo, pero él seguía sin soltarme, hasta que alguien le quito el brazo
—Basta, te acaba de decir que la sueltes – le dijo Alex un tanto molesto y supuse también confundido por la situación
—No es para tanto — comento Adam restándole importancia, acabando con mi paciencia
—Lo siento. Será mejor que nos veamos después, ya se me quito el hambre – anuncie comenzando a caminar lejos de ahí
—Leah, ¿Estas bien? ¿Necesitas que te lleve? – me pregunto Alex poniéndose a mi lado en una distancia prudente
—Estoy bien, no vivo muy lejos de aquí, nos vemos – dije un tanto cortante, sabía que Alex no tenía la culpa, pero estaba muy alterada y solo quería llegar a mi casa para poder tranquilizarme.
***
Al llegar a casa, mi mamá estaba en la sala. Me miró un tanto extrañada, supuse por la hora a la que había llegado
—Creí que llegarías más tarde. Me dijiste que irías con algunos amigos – cuestionó mi mamá un tanto confundida
—Oh, es solo que al final se les presento algo, por lo que ya no nos pudimos ver. Lo pospusimos
—Esta bien, ¿quieres que pidamos algo de comer?
—Estoy bien, si quieres tú puedes pedir algo para que comas. Iré a mí a cuarto a terminar mis tareas – dije mientras subía las escaleras
En cuanto entre a mi cuarto deje mis cosas y me metí a la ducha, estaba muy tensa y normalmente un buen baño siempre me tranquilizaba.
Así lo hice, pero no sabía si realmente estaba ayudando mucho, por lo que decidí simplemente acostarme con algo de música en mis auriculares. Hasta que me quede dormida
Escucho algunos ruidos debajo de mi cuarto y abro un poco mis ojos, logro ver a un hombre en la esquina de mi cuarto, pero mis ojos no enfocan lo suficiente para identificar de quien se trata.
—¿Qué está pasando? – digo somnolienta
—No te preocupes, no es nada – intenta tranquilizarme él
—¿Estás seguro…? – y entonces escucho el grito de mi mamá –¿Qué esta pasando? ¿Por qué grita mi mamá?
Intento salir del cuarto, pero él no me deja
—¿Qué haces? Mi mamá está problemas – lloro intentando zafarme de su agarre
—No, esta todo bien – dice mientras me pone un trapo en la cara