Camille
La primera bocanada de aire de Provenza me supo a pasado.
A infancia, a viñedos dorados, a la risa de mi madre llamándonos para cenar.
Abrí la ventanilla del coche de alquiler y dejé que el viento me despeinara. Después de casi un año en Lyon, volver aquí era como abrir una caja que había jurado no volver a tocar.
Apreté el volante.
No era solo la boda de Théo. No eran las flores que había prometido organizar, ni los arreglos de última hora.
Era él.
Julien Marchand.
El arquitecto perfecto, el mejor amigo de mi hermano, el muro que me había ignorado desde que tengo memoria.
—Respira, Camille —me dije a mí misma, cuando giré hacia la vieja carretera que lleva a la casa de mis padres.
Vi la finca aparecer entre campos de lavanda. La carpa blanca ya estaba levantada. Había camiones, flores, luces colgando de los árboles. Todo era tan hermoso que dolía.
Théo salió a mi encuentro apenas aparqué.
Me levantó del suelo de un abrazo. Sus manos olían a jabón de hospital. Igual que siempre.
—Ma petite sœur, llegaste justo a tiempo para salvar este desastre.
—No es un desastre. —Sonreí, aunque el corazón me retumbaba como tambor.
Un coche negro se estacionó detrás del mío. Lo vi solo de reojo, pero reconocí la matrícula parisina. Y supe que era él.
Théo me soltó y saludó al recién llegado con un golpecito en la espalda.
Mi hermano y Julien. Siempre ellos dos. Inseparables.
Fingí buscar algo en la cajuela para no mirarlo. Saqué la caja de flores que había traído desde Lyon: hortensias blancas, lavanda, ramitas de olivo. Todo tan delicado como yo quería que fuera.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó una voz grave detrás de mí.
Giré.
Julien estaba ahí. Más alto de lo que recordaba. Más serio. Camisa blanca remangada, pantalón de lino oscuro. Ojos fríos, sin una grieta.
—Estoy bien —contesté, forzando una sonrisa.
Él asintió, como si yo fuera una empleada más, alguien que no valía la pena mirar dos veces.
Pero yo sentí algo. Una corriente eléctrica. Un retorcerse en mi estómago.
Volví a fingir que acomodaba flores, intentando calmarme.
Me repetí que solo era un fin de semana. Solo una boda. Solo Julien.
Pero la verdad es que no había nada “solo” cuando se trataba de él.
***
Traducciones de lo que dice en Francés
Ma petite sœur - Mi hermanita
Editado: 30.07.2025