Julien
No sé cuántas copas de champán llevo. Demasiadas.
No bebo cuando trabajo. No bebo cuando hay algo que arreglar. Pero hoy… hoy la única cosa que necesito arreglar está sentada frente a mí, riéndose con Chloé y lanzándome miradas que queman.
La ceremonia fue perfecta. Théo parecía un idiota feliz. Todo estaba donde debía. Todo menos Camille.
Camille con su vestido de flores pálidas. Camille con esos mechones sueltos cayendo por su cuello. Camille que me mira y me da la espalda cuando intento ignorarla.
Terminé junto a ella porque Théo insistió. “Quiero que estén todos cerca”, dijo.
Brindamos por los novios. Brindamos por la familia. Brindamos por el futuro.
Cada vez que levantaba la copa, la veía mirarme por encima del borde, con esa sonrisa de sol.
No hablamos al principio. Solo escuchábamos la música, el murmullo de los demás.
Hasta que ella se giró hacia mí, tan de golpe que casi derramó su copa.
—¿Estás aburrido? —me preguntó.
Solté una risa seca. —No. ¿Por qué lo estaría?
—Porque pareces a punto de huir.
Le lancé una mirada. Ella se encogió de hombros, divertida.
—¿Por qué siempre tienes que provocarme? —le dije. Me sorprendí escuchándome decirlo.
—No te provoco. Solo… existo —respondió, dejando su copa sobre la mesa. Se inclinó hacia mí, bajó la voz. —Y tú sigues huyendo.
Supe que se refería a algo más. Algo que ninguno de los dos se atrevía a nombrar.
No quise contestar. En lugar de eso, bebí. Ella hizo lo mismo.
Y así seguimos: hablando de tonterías. Riéndonos de la decoración, de los discursos demasiado largos. De cómo Théo casi se cae bailando con su esposa.
De pronto, su mano rozó la mía sobre la mesa.
No fue un accidente. No apartó la mano. Yo tampoco.
—Julien… —susurró, pero Théo se acercó, borracho de felicidad, y nos interrumpió.
Nos obligó a levantarnos. Aplaudir. Brindar otra vez.
Cuando volví a sentarme, ella estaba más cerca. Su perfume me mareaba más que el vino.
Y por primera vez en mucho tiempo, me permití reír con ella. Reír de verdad.
Tal vez fue el alcohol. Tal vez fue su risa. Tal vez fue la forma en que sus ojos me decían que todavía no era tarde para dejar de huir.
Tal vez.
Editado: 30.07.2025