Un secret entre nous

Capítulo 18: Paternidad real

Julien

Nunca pensé que comprar pañales pudiera darme tanto miedo.

La mañana siguiente me levanté antes que ella. Fui a la cocina, abrí la nevera, busqué algo para preparar. Tenía la camisa arrugada, la barba sin afeitar. Por primera vez en años no tenía ni idea de qué estaba haciendo.

Camille salió de la habitación, con un moño deshecho y mi suéter gris puesto. Se frotaba la barriga con una mano, casi sin darse cuenta.

—¿Qué miras? —preguntó, cuando notó mis ojos.

—A ti —dije, sin esconderlo.

Se sonrojó. Dio la vuelta y empezó a preparar té como si nada. Esa forma suya de llenar silencios con cosas pequeñas. Esa forma de no dejarme huir.

La llevé a su segunda consulta médica. Entré con ella, aunque no sabía si debía hacerlo. Me senté a su lado mientras el doctor revisaba sus datos. Le sostuve la mano cuando encendieron la pantalla y escuché el latido por primera vez.

Un golpe sordo. Fuerte. Vivo.

Sentí algo abrirse dentro de mí. Algo que había sellado desde niño: la idea de pertenecer a alguien. De ser responsable de algo más que mis edificios. De quedarme. De no correr.

Cuando salimos, Camille me miró, buscando algo en mi cara.

—¿Estás bien? —me preguntó.

No supe responderle. Solo le tomé la mano, la apreté, la solté demasiado rápido.

Después de la consulta fuimos a una farmacia. Compramos vitaminas, pañales —aunque aún no los necesitara—, un pequeño peluche que ella eligió sin darse cuenta. Me ofrecí a cargarlo todo. Ella me miró, divertida.

—Pareces un papá —bromeó, aunque su voz tembló en la última palabra.

No dije nada. No bromeé. Porque lo era. Porque ya no podía esconderme de esa verdad.

Por la noche, mientras ella dormía en el sofá —porque insistió en que estaba cómoda ahí—, la vi abrazar el pequeño peluche que había comprado. Tenía una sonrisa cansada, una calma que no merecía, pero que quería proteger.

Susurré su nombre en la oscuridad. No me oyó.

Me prometí, sin decirlo, que aunque no supiera ser el hombre que ella siempre imaginó, al menos no sería como mi padre. Nunca me iría. Nunca la dejaría sola.

Aunque tuviera que aprenderlo todo desde cero.
Aunque me rompiera mil veces en el intento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.