Julien
Podría haberlo golpeado yo primero. Podría haber gritado, defendido lo que era mío. Pero no lo hice.
Dejé que Théo me empujara contra los estantes de flores, que me llamara traidor, basura, cobarde. Porque tenía razón. Durante años fui su hermano elegido. Y luego fui el hombre que rompió su única regla: No toques a Camille.
Pero no podía disculparme. No podía retractarme.
Camille se quedó ahí, pálida, temblando, con los ojos llenos de miedo y algo más roto que la florería.
Cuando Théo salió, la puerta golpeó la pared. El silencio que dejó fue peor que cualquier grito. Un silencio denso, tóxico.
Ella se quedó quieta, abrazándose la barriga. Me acerqué. Quise tocarla, pero se apartó.
—No quiero esto —murmuró, apenas audible. —No quiero pelear contigo. No quiero perderlo a él.
—No lo perderás —le dije. Pero sonaba hueco incluso para mí.
—Sí lo perderé —respondió, con lágrimas. —Ya lo hice. Y tú… tú no entiendes nada, Julien.
Quise decirle que sí entendía. Que nunca quise robarle a su hermano. Que nunca planeé robarle su mundo.
Pero ella ya estaba alejándose de mí. Se refugió detrás del mostrador, recogió flores rotas del suelo. Como si pudiera pegarlas, como si pudiera arreglar lo que ya estaba roto.
—Camille…
—Vete —dijo, sin mirarme.
Me quedé parado un segundo, respirando el perfume de lilas y rabia.
Quise abrazarla. Quise quedarme.
Pero no lo hice. Salí a la calle, a la lluvia fina que empezaba a caer.
Le dejé un mensaje de voz horas después: “Je ne peux pas te laisser, Camille. Je ne peux pas…”
No sé si lo escuchó. Quizás lo borró. Quizás me borró a mí.
Pero sabía una cosa: no iba a rendirme. Ni a ella, ni a lo que era nuestro.
***
Traducciones de lo que dice en Francés
Je ne peux pas te laisser, Camille. Je ne peux pas - No puedo dejarte, Camille. No puedo.
Editado: 30.07.2025