Un secret entre nous

Capítulo 24: Redescubrimiento

Julien

Volví a París como un perro sin correa, sin saber a dónde pertenecer.

Las primeras noches dormí en mi estudio de arquitectura, en el sofá incómodo de la sala de reuniones, rodeado de planos que ya no significaban nada. Los edificios siempre me habían protegido: líneas rectas, estructuras sólidas, nada que pudiera cambiar sin mi permiso.

Camille era todo lo contrario. Ella era flores silvestres creciendo entre el cemento. Caos hermoso. Ruido y ternura.

Me pasaba los días imaginando su respiración, la curva de su vientre, la forma en que su voz sonaba cuando decía mi nombre sin rabia. Me descubrí a mí mismo escribiéndole mensajes que no enviaba. Entonces compré papel, tinta, sobres.

Cada noche le escribí una carta.

“Hoy vi a una mujer con un bebé en brazos. Pensé en ti. Pensé en él. Pensé en lo que no sé ser, pero quiero aprender.”

“Hoy encontré un café donde hacían macarons de lavanda. Recordé Provenza. Recordé esa noche. Recordé lo fácil que fue amarte cuando dejé de huir.”

“Hoy casi toqué el timbre de tu puerta. Pero me quedé quieto. Porque me pediste espacio. Y por primera vez, Camille, quiero dártelo sin romperme.”

Guardaba cada carta en un cajón de mi escritorio, junto a su pulsera olvidada y la ecografía arrugada que todavía llevaba en el abrigo.

Al cuarto día, Théo apareció. Entró en mi estudio sin golpear. Cerró la puerta tras de sí y me miró como si aún quisiera romperme la cara.

—No estoy aquí para perdonarte —dijo.

—No lo espero —respondí.

Se sentó frente a mí. Su voz, baja. Cansada.

—Solo… no la jodas más, Julien.

Lo miré, tragando la culpa como vidrio.

—No voy a hacerlo —dije. —No otra vez.

No contestó. Se levantó, me dio la espalda. Antes de irse, dejó una carpeta sobre mi mesa: análisis, citas médicas. Un acceso a lo que estaba pasando con Camille sin mí.

Cuando la puerta se cerró, abrí la carpeta. Pasé los dedos por los papeles, por su nombre escrito con tinta negra.

Y supe que aunque ella me hubiera pedido un paso atrás, yo no estaba más lejos de ella. Nunca lo estaría.




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